Ť En Pachuca una manta rezaba: "Marcos, si eres amigo de los indios firma la paz"
En el recorrido quedó evidenciada la estrategia foxista
Ť Con música, vestimentas de gala y bailes, habitantes de Tephé recibieron a los zapatistas
JAIME AVILES
De Puebla, PUE., a El Tephé, HGO., 28 de febrero
Y de pronto, en medio de la miseria extrema, el asombro: una empresa
indígena, autónoma, próspera, en franca expansión,
que opera en números negros, da empleo a 190 personas y entrega
dividendos a las 300 familias otomíes que la poseen y explotan bajo
el régimen de propiedad comunal desde 1991. En otras palabras, el
balneario de El Tephé, en el valle del Mezquital, donde esta noche
duermen los zapatistas.
Paradojas de la vida: a este parque de 12 hectáreas,
formado por un hotel de 32 habitaciones y cinco piscinas que se alimentan
de las aguas de un manantial que las hace bullir a 38 grados centígrados,
los delegados rebeldes llegaron a las 20 horas tiritando, completamente
empapados por el bíblico aguacero que se desplomó sobre Ixmiquilpan,
en los exactos momentos en que el subcomandante Marcos leía
el discurso final de esta jornada.
A seis kilómetros de aquella ciudad, en plena furia de la lluvia, debajo de una lona arrinconada junto al portón y las mantas de bienvenida al EZLN, aquí, en el amplísimo estacionamiento del parque, un grupo de ancianas mazahuas ?ataviadas con sus faldas y blusas de gala para las fiestas grandes y que apenas lograban alzar los pies al darse la vuelta y aporrear el suelo con sus rítmicos bastones?, bailaba y cantaba una dulce y monótona melodía de vigüela y violín, llamada Vamos, vamos pastorcita, y que a la letra decía así: "Vamos, vamos, pastorcita; vamos, vamos por favor".
Todo estaba preparado para una recepción de polendas. Adentro, en la cocina del hotel, otras reconcentradas mujeres preparaban la cena de los comandantes y el subcomandante, a sabiendas de que no compartirían los alimentos con ellos, dado el riguroso protocolo que impone el pasamontañas, prenda con la cual, simplemente, no se puede y no se debe comer... porque se mancha.
Arriba, en los cuartos equipados con camas con colchones nuevos, televisiones a colores conectadas al sistema Sky, duchas y demás muebles de baño, otras mujeres colocaban flores y golosinas para sus huéspedes inminentes, mientras las escobas de varas daban los últimos toques a los espléndidos jardines, donde biznagas colosales, de más de 200 años de edad, compartían la luz y el aire con la flora representativa de este paupérrimo semidesierto.
Un ejemplo para México
"Nosotros quisimos que los zapatistas nos hicieran el honor, para que descansen y conozcan una empresa digna, manejada por indígenas, que puede servir de ejemplo para todo el país. Que se vea, pues, que para esto queremos la autonomía de los pueblos indios, para que podamos tener desarrollo y crecimiento", dijo a La Jornada Heliodoro Huerta Vite, administrador del lugar.
En 1985, me cuenta, iniciaron un proceso legal para demandar a la Secretaría de la Reforma Agraria el cumplimiento de la resolución presidencial de 1947, que los dotó de una superficie de mil 265 hectáreas y que se había ejecutado en toda la propiedad comunal, excepto en el balneario. En abril de 1990, desesperados por la falta de respuesta de las autoridades, "taparon" la entrada del parque para exigir que se los entregaran. Pasado casi un año de resistencia, obtuvieron el veredicto favorable el 27 de febrero de 1991, de modo que hoy celebran no sólo la llegada de los zapatistas sino también su primera década de prosperidad.
"Los antiguos dueños lo tenían todo muy triste. Era muy mediocre esto, estaba esta ncado. Hoy tenemos seis manantiales, un tobogán para adultos, un tobogán para niños, una cascada, cinco piscinas y la única alberca con olas de aguas sulfurosas que existe en el país. Ahora queremos ampliar el hotel y construir un nuevo edificio para meterle otros cien cuartos", dice Heliodoro.
Por suerte, agrega, "en 1991, cuando agarramos el control, no le pedimos dinero al banco. Llamamos a la asamblea de la comunidad, formada por los jefes de las 300 familias que son dueñas, elegimos al consejo de administración y aprobamos invertir en mejoras 60 centavos de cada peso de ganancia. Con este sistema, pues, hemos logrado todo esto".
Tephé en otomí significa "cerro de biznaga". En 1999, "Oscar Espinosa Villarreal vino como secretario de Turismo y nos prometió muchas ayudas. Luego se fue y nunca nos dio beneficio. Ahora lo tienen guardado en Venezuela o Nicaragua, según leímos, y nosotros aquí estamos", resume Heliodoro, con una maliciosa sonrisa.
"Todavía nos falta mucho: traer masajistas, hacer un gimnasio, meter, como le digo, más cuartos, pero ahorita lo que nos importa es que el subcomandante Marcos vea lo que los indígenas podemos hacer y que se los diga a todos. Nosotros somos autónomos y estamos demostrando que la autonomía de los pueblos indios es buena", concluyó.
No a la paz foxista
Tras la apoteósica jornada de ayer (martes) en Orizaba y en Puebla, hoy los zapatistas se levantaron tarde, no a las cuatro de la mañana como la víspera, sino a las seis. A las siete partieron del convento de las madres carmelinas, a las ocho fueron aturdidos por las bocinas de la plaza de Tlaxcala, donde miles de personas les recordaron, con excesivos decibeles, que "no están solos", aunque alguien hubiera debido aclararle al maestro de ceremonias que tampoco están sordos.
De Tlaxcala se dirigieron a Ciudad Sahagún, y por el camino recorrieron carreteras vacías y escasos pueblos donde comenzó a vislumbrarse, con más claridad que ayer, la estrategia propagandística del foxismo. Como en los tiempos de la dictadura del PRI, la Secretaría de Educación Pública sacó a los niños de las escuelas federales a la orilla del camino, y acompañados de padres y maestros, los hizo ondear banderitas blancas de papel y repetir consignas a favor de la paz.
Con mayor descaro, el gobierno estatal colocó mantas con la leyenda "Di sí a la paz" sobre los puentes peatonales de Pachuca, y algunos concurrentes al mitin en la plaza Benito Juárez de la airosa ciudad exhibieron incluso una pancarta que decía: "Marcos, si de veras eres amigo de los indios, firma la paz". En su breve discurso, Marcos recordó que en 1997 los indios de Acteal habían firmado la paz con los paramilitares, dos semanas antes de que éstos los mataran por la espalda y de rodillas, mientras se encontraban rezando. Y entonces preguntó el Sup a la audiencia: "¿Esta es la paz que quieren ustedes?". La respuesta, obviamente fue tan clamorosa que resonó incluso dentro de las heridas de los manifestantes de Cancún. Y alguien, entre la muchedumbre, precisó:
-¡No queremos la paz foxista!