MIERCOLES Ť 28 Ť FEBRERO Ť 2001

Ť Ante indígenas poblanos dijo estar seguro de que se aprobará la ley Cocopa

Nunca más recibiremos órdenes de nadie: Marcos

Ť Fue la hora de los desposeídos, mismos que se pusieron al servicio de la jefatura zapatista

LUIS HERNANDEZ NAVARRO ENVIADO

Tehuacan, Pue., 27 de febrero. Al concluir un intenso discurso en el mitin de Tehuacán, Puebla, un dirigente mazateco de Oaxaca preguntó a la comandancia zapatista: ƑCuál es la orden? Poco después, Marcos le respondió trazando una senda para caminarla de inmediato: "Vamos a ir a la ciudad de México con ustedes y muchos pueblos más. Vamos a conseguir la aprobación de la ley Cocopa. Vamos a conseguir el reconocimiento constitucional de los derechos y la cultura indígena. Y nunca más vamos a recibir órdenes de nadie."

La ciudad de Tehuacán fue la primera parada de la larga jornada de la caravana zapatista de este 27 de febrero. Se realizó allí un acto que, por su mensaje, semejaba ser un ojo de agua del que brotó un poderoso borbollón de agravios y dignidades. Fue la hora de los condenados de la tierra. Y fue, además, un acto en el que ellos invistieron a la comandancia rebelde con una representación unívoca: les fueron entregados dos bastones de mando más, se les dijo que el resto de los pueblos han caminado y caminarán a su lado y, como el delegado mixteco hizo, se pusieron a las órdenes de la jefatura zapatista.

Unas cinco mil almas se descolgaron de las comunidades del Valle de Tehuacán, la Sierra Negra y la Sierra Norte de Puebla, para asistir a un acto político en el que prácticamente no hubo nombres sino sólo voces que hablaban por muchos.

Los oradores que tomaron la palabra no pertenecían a la delegación zapatista. Fueron presentados al público no por su nombre sino como representantes del pueblo indígena o la organización a la que pertenecían. Expresaron el sentir de un movimiento vivo regional que, parcialmente, ha permanecido subterráneo durante años y que, a partir de 1994, emergió a la luz con fuerza y vitalidad inesperada. Son la voz de nahuas, popolocas, mixtecos y mazatecos que habitan en el estado de Puebla.

Los dirigentes indígenas hablaron de discriminación, vejaciones, humillación y maltratos. Dejaron ver un malestar acumulado durante años y generaciones, y una reflexión sobre su propia condición.

Hombres de maíz

Esos condenados de la tierra han hallado en los zapatistas la esperanza. Quizás su última esperanza. Han encontrado, además, el camino de la dignidad. Por eso han cargado a la comandancia con la responsabilidad de caminar junto a ellos, de representarlos como nunca antes en la historia reciente de este país los indios mandataron a alguien para hablar por ellos.

De espaldas a una enorme manta del Congreso Nacional Indígena, en la que se decía: "Los pueblos indígenas nahuas, popolocas, mixtecos, mazatecos de la sociedad civil de la ciudad de indios y sus región les damos la bienvenida", tomó la palabra un primer orador nahua. Antes había entregado a Marcos un bastón de mando, que el subcomandante levantó entre aplausos. Orgulloso, se identificó como parte de los que provienen de la Cueva de las siete cabezas, Aztla. "Por mí habla el pueblo de maíz", dijo. Identificado con la lucha de 508 años contra el olvido, afirmó que quienes hablan el mexica fueron los que le dimos el nombre a México. Sin embargo, añadió, sus gobiernos y autoridades los han mandado al sótano.

Heredero de la lucha del Ejército Libertador del Sur, sin arrogancia alguna afirmó: "Pero aquí estamos. Sobrevivientes a la pobreza, a la marginación, a la globalización que se mete a nuestra región, volviéndonos esclavos en nuestra propia tierra". Aseguró que luego de la privatización de sus tierras por la modificación del artículo 27 constitucional vivían en una gran contradicción, pues los predios que les pertenecen milenariamente, se han convertido, poco a poco, en maquiladoras de ropa del gran capital.

Es por ello -señaló- que desde 1994 entendieron el llamado y la propuesta del EZLN, y se niegan a desaparecer como cultura. Concluyó su intervención diciendo que "los pueblos nahuas han caminado y caminarán con ustedes desde siempre, porque somos los mismos: la dignidad rebelde y el corazón olvidado. No dejaremos de luchar por los derechos colectivos de nuestros pueblos para que sean reconocidos en la Constitución. Hoy, 27 de febrero, a nombre de los pueblos nahuas les ratificamos nuestro apoyo".

Cada uno de los integrantes de la comandancia recibió como obsequio un collar de maíz. Tehuacán es la cuna de esta semilla.

Un representante de indígenas migrantes siguió en el uso de la palabra. Con graves problemas de carencia de agua e ingresos, la región se han convertido en una zona expulsora de mano de obra. El orador precisó el concepto de paz de la que hablan los pueblos originarios cuando la demandan: "No ha existido paz para los indígenas en todas las ciudades, asegura. Somos mal vistos por los güeros. Nos trataron como animales, como si fuéramos hormigas. Nuestros abuelos huyeron hacia los montes, por eso hoy vivimos atrás de los cerros. Nos quitaron los terrenos planos y fértiles". Informó que el nombre original de la ciudad es Tehuaca, y que su verdadero significado es el de un lugar para todos.

El derecho a tener derechos

Tocó el turno en el uso de la palabra a una asociación de defensa de los derechos humanos de la Sierra Norte de Puebla. Directo, aseguró que las exigencias del EZLN eran también suyas. Poético señaló: "Nuestro corazón marcha con ustedes. Nuestra palabra se escucha en su palabra. Y nuestro pensamiento se hace uno con el de ustedes."

El señor Martín, representante de los pueblos popolocas, fue el único orador presentado por su nombre. Dijo que la convivencia entre dos o más culturas no ha sido fácil y cada vez con mayor frecuencia se impone la cultura más fuerte; lo que cuenta es el dinero. Para ellos "somos una lacra, un estorbo por la forma en que pensamos, hablamos, comemos, gastamos y caminamos. Pero no hemos desaparecido". Hemos aprendido a sobrevivir. El Ejército Zapatista significa la señal de una esperanza.

En el acto, las autoridades de las juntas auxiliares de Matzatzongo de Guerrero y Zacatepec, pidieron a los zapatistas su ayuda, para que 7 mil habitantes de habla mazateca de los ayuntamientos de Cocotepec y Porfirio Díaz tuvieran su propio municipio.

El orador mixteco saludó con respeto y cariño a los representantes de la comandancia zapatista del EZLN.

Con el malestar a flor de piel por la sensación de ser discriminado dijo: "Nos llamaron despectivamente de distintas formas: indios, nacos, aborígenes, burros... a pesar de eso somos los que damos nombre a México y los que sostenemos al patriotismo. No han podido terminar con nuestra raza. Ya nos cansamos de ser los payasos del turismo".

Exigió una paz con dignidad donde no tengan que pedir de rodillas el progreso que por derecho les corresponde. Llamó a los zapatistas hermanos en las buenas y en las malas, y advirtió que si algo les pasara responderían. En uno de los momentos más intensos del mitin concluyó: "Ustedes abrieron el camino, nosotros los seguimos. Ustedes abrieron el paso a la esperanza, queremos esperar con ustedes; su palabra es ley. Estamos a la espera de órdenes. Que nadie mande en nuestra esperanza. Que nadie empañe nuestro sueño. Que jamas nadie nunca nos humille. Aquí estamos presentes. Que todo el pueblo se levante, que todo el pueblo despierte. Ya es el momento. Ya amaneció."

La única mujer que habló en el acto fue una representante de la Sierra Norte vestida con una blusa bordada. Sus palabras estuvieron llenas de poesía. Pausadamente dijo que hacía suya la marcha por la dignidad indígena. "La vivimos como nuestra, porque en ella se guarda la semilla que hoy queremos que comience a germinar, aseguró. Tu corazón está en nuestra palabra india. Tu razón de ser está en nuestros derechos. En tus logros y objetivos está depositada nuestra esperanza. En la marcha están las posibilidades de que podamos llegar a un mañana cargado de esperanza. Esta es la hora de los pueblos indios."

Guardianes de la historia

Por el EZLN tomaron la palabra los comandantes Gustavo y Bulmaro y el subcomandante Marcos. Los dos primeros recordaron las tres condiciones puestas para reanudar el diálogo. Bulmaro rechazó la imposición de una cultura diferente a la suya. Aseguró que no quieren dividir al país, ni formar un Estado dentro del Estado sino un lugar en el que haya la posibilidad de ejercer su derecho a la libre determinación. Pidió al gobierno de Vicente Fox un diálogo, serio, respetuoso y verdadero. Finalizó afirmando: "Pero el señor Vicente Fox se ha negado a dar las tres señales. Sólo le interesa hablar en los medios de comunicación para hacer creer que sí quiere".

En un texto en el que asociaron los colores, cantos y vuelos de los pájaros con los humanos, Marcos reivindicó el papel de los indígenas en la historia y los presentó como parte sustantiva de un nuevo proyecto civilizatorio. "Los indígenas -dijo- somos los guardianes de la historia. En nuestra memoria guardamos todos los colores, todas las rutas, todas las palabras y todos los silencios. Vivimos para que viva la memoria y viva no se pierda." En su mensaje aseguró que los indígenas son los caminantes y el camino, los que hoy caminan para que México no se pierda.