Lunes en la Ciencia, 26 de febrero del 2001
La importancia de fortalecer desde las universidades el aparato científico y tecnológico nacional Becas de Estado, Ƒsubsidios sin sentido? Juan Carlos Miranda Arroyo Durante la toma de posesión, en diciembre pasado, el presidente Vicente Fox adelantó dos medidas que a su juicio son "cruciales" para impulsar el desarrollo de la universidad mexicana: primero señaló que la universidad pública no se privatizará y, en segundo término, se comprometió a crear un sistema nacional de becas para que ningún muchacho (o muchacha) se quede sin oportunidad de estudiar. Pero, antes de tomar medidas apresuradas, cabe preguntarse: Ƒqué estudian los jóvenes mexicanos? De acuerdo con un reporte reciente del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (México Hoy, INEGI, edición 2000), entre 1990 y 1998 se registró un continuo crecimiento de la participación de la matrícula nacional de educación superior en tres áreas: ciencias sociales y administrativas; educación y humanidades, e ingeniería y tecnología (matrícula que en su conjunto pasó de 81.9 a 86.3 por ciento) esto último, entre otras razones, debido a la creación del Sistema de Universidades Tecnológicas durante ese periodo. Sin embargo, y en contraste con lo anterior, el gobierno federal reconoce que disminuyó la matrícula inscrita en los campos de las ciencias agropecuarias (que bajó de 5.2 a 2.6 por ciento del total nacional); las ciencias de la salud (de 10.3 a 9.1) y las ciencias naturales y exactas (que pasó de 2.6 a 2 por ciento). Quiero pensar que el Presidente de la República y sus asesores están conscientes de estos datos como para lanzar una campaña de "ampliación de oportunidades educativas" (a través de créditos escolares). Y que la información antes descrita estuvo presente en la determinación de las políticas de la actual administración federal en materia de educación superior e investigación científica y tecnológica. Sin embargo, tengo la sensación de que ha hecho falta pensar un poco más acerca de cómo orientar la elección de los jóvenes hacia las diferentes carreras y los distintos campos de conocimiento o especialización. Los datos del INEGI revelan de manera precisa la escasa preferencia de los jóvenes hacia las carreras científicas llamadas "duras" (como física, química, biología y matemáticas), y una cierta tendencia hacia las ingenierías. La mayoría opta por las carreras universitarias que están asociadas con las ciencias sociales y administrativas, lo que constituye quizá uno de los problemas más agudos del sistema educativo nacional, debido a la repercusión que ello tiene -entre otras cuestiones- en la regeneración y fortalecimiento del aparato científico mexicano; además de representar una suerte de sobreconcentración de la matrícula en áreas que prácticamente tienen un mercado laboral saturado. Por otra parte, cabe señalar que México es un país que no ha sido capaz de planificar sus programas de becas en los niveles profesional y de posgrado. Más de 50 por ciento de las becas que han sido otorgadas a los jóvenes para realizar estudios de posgrado en México o en el extranjero, por ejemplo, -según datos del Conacyt-, durante los últimos 30 años, han sido ocupadas para realizar estancias breves (diplomados, cursos técnicos o de especialización corta), y no necesariamente para formar científicos o líderes académicos en las distintas áreas del saber. Creo que un análisis serio de la situación que guardan las profesiones en México, en términos de las necesidades sociales que demanda el país, no avalaría la existencia de políticas educativas y de preparación de científicos con tales características. Queda claro que la continuidad de acciones para profundizar o agudizar el actual estado de cosas y la línea seguida por el gobierno para otorgar becas sin criterios orientadores, en el sentido de atender a tales necesidades, no nos llevará a ningún lado. En ese sentido, coincido con el doctor Pablo Latapí cuando asevera que "sería un error reducir a un programa de becas la definición de las políticas de equidad que regulen el conjunto del sistema educativo, (porque) el problema de la desigualdad es estructural... (Semanario Proceso No. 1264). Por eso conviene a todos, gobernantes y gobernados, revisar con más cuidado el sistema nacional de becas, porque no sólo se trata de abrir más oportunidades, sino saber orientarlas con un sentido de pertinencia social. Por lo tanto, será oportuno revisar las decisiones tomadas y definir, con criterios más precisos, de qué manera podría ser reorientada la matrícula nacional considerando también las condiciones en que operan los servicios educativos, e inducir con tales medidas la adopción de la carrera científica entre los jóvenes; un proceso que puede resultar clave para la consolidación del sistema científico nacional. Por todo lo antes dicho, vale la pena preguntar a nuestros gobernantes si las becas que serán otorgadas durante los próximos seis años estarán condicionadas en términos de la distribución de la matrícula, o si se entregarán independientemente de ello. ƑEstaremos acaso promoviendo un sistema de subsidios educativos sin una dirección clara y, lo que es peor, sin un sentido social, cultural y económico en función de un proyecto de nación? ƑCuáles son las acciones que tomará el actual gobierno federal para aumentar el número de científicos o investigadores (hombres y mujeres), y cómo serán atendidas las demandas que tiene México de fortalecer urgentemente el aparato científico y tecnológico nacional? El autor es profesor titular de la Universidad Pedagógica Nacional (unidad Querétaro) y colaborador del área de Planeación y Evaluación de la Universidad Tecnológica de Querétaro. |