LUNES Ť 26 Ť FEBRERO Ť 2001
LAFIESTA EN PAZ
Leonardo Páez
MANCHAS EN LA FIESTA
UNA TAUROMAQUIA mexicana casi en blanco, pero manchada por tintas indelebles, es la propuesta que está por recorrer algunas de las principales ciudades del país. Como nunca antes, ausencias y aproximaciones son necesarias para entender y atender el panorama de nuestra realidad taurina.
ESTAS MANCHAS y ausencias tendrán un carácter lúdico y expresivo en la propuesta plástica de Rafael Sánchez de Icaza, que con el apoyo de la Alianza Francesa de México, presentó ante los medios su nuevo proyecto: Manchas del arte taurino, que arrancó el sábado 24 de febrero en el museo de la ciudad de Querétaro, para después continuar a Torreón, Puebla, Monterrey, Mérida, Distrito Federal, San Luis Potosí y Saltillo, con la posibilidad de visitar otras ciudades e incluso ser presentada en Francia.
EN LAS MACULAS tenues o profundas y en los espacios vacíos que maneja el artista, hay una clara y ya reconocida propuesta. Rafael ve la superficie en blanco como si se tratara de un ruedo, recurre a su retentiva visual y, a manera de cinematógrafo, deja correr imágenes en movimiento que se proyectan en el papel o la tela. Lo siguiente es perseguirlas con la mano, sujetando el pincel como quien trata de templar un toro, y manchando, rescata todo lo posible antes de que se desaparezca la imagen. De esta manera, el autor retiene, a manchones, las imágenes de su prolífica pero no menos selectiva memoria visual.
EN LA OBRA TERMINADA, casi nada queda de la pintura, carbón o tinta, pero en esencia está todo lo que se puede pintar en una sola intención y en una rápida mirada. En las superficies aparentemente vacías, también está la imagen, pero ella sólo se revelará en la imaginación de quien observe.
ASIMISMO, EL sello es una mancha y la mancha es el sello que define la personalísima obra del pintor, que vuelve a plantear una interactividad. Representa únicamente lo esencial. Lo que quedó vago en la forma, pero preciso en el contenido. Su pintura es sintética, contiene solamente guías fundamentales y quien vea la propuesta, terminará de construir la obra, completando la imagen con su sensibilidad y con su imaginación. La mirada del espectador es el último detalle del autor.
ANTE LA MENGUADA conciencia de los que debieran tenerla más alerta y la cada vez más soliviantada inconsciencia de quienes tan mal manejan la propuesta taurina de este país, la justificada ausencia del público en las plazas de toros y las imperdonables máculas de quienes se han manchado y lo siguen haciendo a más no poder, la alternativa de Sánchez de Icaza es una oportunidad para ver estas ausencias como arte y estas manchas como un reflejo de la imaginación que quisiéramos ver, o cuando menos intuir, en las fuerzas vivas de nuestra deprimida fiesta brava.
Estas manchas y ausencias del arte sanchezdeicaciano, tomadas del espectáculo taurino, son una afortunada analogía plástica, contrapunto incidental pero cierto, y contraparte de las manchas en el prestigio y las ausencias de talento que actualmente padece el chou que tantos vacíos ha producido y habrá de producir por tiempo indefinido.