DOMINGO Ť 25 Ť FEBRERO Ť 2001
José Antonio Rojas Nieto
Precios de gas e impuestos
Poco a poco los consumidores salen de la confusión que reina en torno a la determinación de los precios del gas, tanto del natural como del licuado del petróleo (gas LP). Parte se puede atribuir a muchos informantes que con frecuencia presentan datos de un gas, por ejemplo, el natural, y los atribuyen al licuado. Por ejemplo, cuando allá en noviembre se dio a conocer que el gas se cotizaba ya en Texas y California a casi 50 dólares por millón de BTU, y que eso implicaría que en México podría llegar a un precio de 17 pesos el metro cúbico, se llegó a señalar que eso significaría que un tanque de 20 kilos del gas que se usa en las casas tendría un precio mayor a 600 pesos. šQué locura! La noticia se atribuía al licuado, cuando se trataba del natural, el que, efectivamente, por la cotización spot del gas natural registrada en Texas y California unos días de noviembre a raíz de la crisis eléctrica de éste último, permitiría imaginar precios de 17 pesos el metro cúbico, pero de gas natural. Sin duda, la crisis total de la industria en México.
Bueno, pues nunca hubo un promedio semanal tan alto a fines de diciembre o de enero, meses que, respectivamente, fijaron los precios de enero y febrero, entre otras cosas porque aunque el gas natural subió a más de nueve dólares en diciembre, nunca a los 12 o 15 dólares por millón de BTU que algunos imaginamos. Y esto porque además de la mejoría del clima, esa alta cotización de nueve dólares logró "destruir" parte de la demanda no fundamental, es decir, aquella que no es para calefacción. Por esa destrucción, hoy nos enfrentamos a precios de gas natural inferiores a lo estimado a fines de diciembre y principios de enero. No sucedió lo mismo con el gas LP, que ha tendido a bajar, básicamente al ritmo del crudo, nunca al del gas natural, a pesar de que se trate de mercados cada vez más interdependientes. Precisamente por estas alzas y bajas abruptas, y la débil explicación sobre ellas, no deja de existir la confusión sobre los precios de los dos tipos de gas: natural y LP. Y aunque es ésta cada vez menor, no dejamos de leer o escuchar noticias de uno que se atribuyen a otro, y viceversa.
Hay algo, sin embargo, que va aclarándose poco a poco: que el esquema de precios se aplica de manera muy distinta para uno y otro tipo de gas. En el caso del LP -ese del que se consumen 250 mil barriles al día que se distribuye en México para las viviendas en camiones con tanques de 20 y 30 kilos y en "pipas" que se conectan a los estacionarios-, en este caso, se registra un deslizamiento mensual. Así, en febrero, un precio final unitario de seis pesos 10 centavos por kilo, que implica precios de 122 y 183 pesos por tanques de 20 y 30 kilos, respectivamente, es mayor al de febrero de 2000, cuando estos mismos tanques costaban 87 y 130 pesos, acordes con un precio final unitario de 4.33 pesos por kilo. En 12 meses se elevó un promedio mensual de 15 centavos por kilo. ƑSucedió esto con la referencia estadunidense? No. Efectivamente, en 2000 dicha referencia -en este caso el gas LP que se cotiza también en el sur de Texas, pero más específicamente, en Mont Belvieu- también subió, pero de forma distinta a la del gas de uso doméstico. Y para probar que el precio final no sigue la referencia, basta analizar 1999, cuando la referencia descendió durante todo el año y el precio interno se elevó, también durante todo el año, de 3.31 pesos por kilo, en enero, a 4.0 en diciembre. Algo similar ocurre con gasolinas y diesel, pues a excepción del destilado que consumen las industrias, experimentan movimientos mensuales en sus precios al consumidor final, independientes de sus referencias internacionales, como sucede en el caso del gas LP.
Para el caso del gas natural y el combustóleo, el precio interno -para bien y para mal- sí sigue el referente externo. ƑSe explica usted la diferencia? Se llama tributación. Se trata del juego de los impuestos. Por una parte el tradicional IVA, presente en todos los combustibles y en la electricidad. Y por otra, el llamado impuesto especial sobre producción y servicios (IEPS), que resulta de la diferencia entre el precio interno -ese que se desliza hacia arriba cada mes- y el referente internacional (nunca el costo de producción) más un margen de transporte y de beneficio para Pemex, pero también para los distribuidores. A veces, como ocurre en estos momentos, el margen fiscal es muy alto para los dos tipos de gas, pese a las dos formas de calcular impuestos. Y esto sin contar el otro impuesto, el que se establece entre el costo de producción de Pemex, más su costo de transporte y de servicio, y el referente internacional. Todo este enredo para decir algo muy simple. En México los combustibles han servido para que el gobierno acceda a recursos fiscales que, en otras condiciones, debieran venir de las empresas y las personas. Por eso nuestro terrible retraso fiscal (nunca más de 10 a 11 por ciento del PIB). Da la impresión que salvada la evasión, las personas físicas cautivas ya contribuyen al máximo. No así las empresas, sobre todo de muchas actividades que ni siquiera se gravan. Todo por tener hidrocarburos que, sin embargo, se acaban.