domingo Ť 25 Ť febrero Ť 2001

Guillermo Almeyra

Porto Alegre y Cancún: las reformas antisistémicas

Hay personas que exponen un silogismo perfecto: ya que nadie habla de revolución y sólo de reformas al sistema, nadie es realmente antisistémico y todos aceptan, por lo tanto, el capitalismo, por neoliberal que sea. Eso les tranquiliza la conciencia pues se sienten parte de la mayoría, a la que suponen cornuda, apaleada y satisfecha y, por lo tanto, indigna de sus desvelos.

Pero las cosas son más complicadas: en primer lugar, no existe ni existió jamás una Muralla China entre la voluntad de emprender reformas y un desenlace revolucionario que muy pocos imaginan o imaginaron. Womack dice de Zapata y sus morelianos que porque querían que nada cambiase tuvieron que hacer una revolución, y los franceses que empezaron pidiendo tímidas reformas al rey finalmente se vieron obligados a cortarle la cabeza y proclamar la República. André Gortz, por su parte, desde hace mucho habla de las "reformas revolucionarias", es decir, aquellas que, siendo incompatibles con el sistema, lo desestabilizan.

Por ejemplo, conseguir jabón, educación, un techo y una alimentación dignos para los indígenas de cualquiera de los países latinoamericanos es incompatible con la distribución de los ingresos en los mismos y obliga, por lo tanto, a una movilización para derribar a los gobiernos que financian a los banqueros a costa de la postergación sine die de los derechos humanos fundamentales de vastas capas de la población. Basta exigir esos derechos y decidir ejercerlos directamente, sin pedirlos como limosneros a quienes los niegan, para que esas reformas lleven a construir un frente mucho más amplio y sólido contra el capitalismo en escala nacional e internacional que el que lograría un programa anticapitalista radical enunciado por científicos políticos. En ese sentido tenía razón el desprestigiado Bernstein cuando decía que "el movimiento es todo y el fin -en sí mismo, N. del R.- nada".

Es cierto que ATTAC exige un impuesto de 0.06 por ciento al capital especulativo, con lo cual reconoce los demás tipos de capital y el sistema todo; es cierto que no se ha ofrecido una alternativa inmediata a la Organización Mundial de Comercio y en la mayoría de los problemas fundamentales en general se opone un NO a las políticas del capital financiero o, cuando mucho, se intenta reglamentarlas mediante proyectos de leyes que reconocen el sistema y sus instituciones parlamentarias y judiciales. Es cierto, por último, que los protestatarios son heterogéneos y tienen muchas veces objetivos que son contradictorios entre sí.

Pero si la tasa Tobin fuese intrascendente, Ƒpor qué no la concede el capital financiero? ƑNo será porque puede llevar a invertir centenares de miles de millones de dólares en el desarrollo, aumentando la capacidad de resistencia de los pueblos y reforzando la solidaridad, cosas ambas que son incompatibles con el triunfo del libre mercado? Y si se impusiese la plena ocupación, es decir, se aumentase al máximo el número de los explotados por el capital, Ƒno se reduciría la tasa de ganancia del mismo al aumentar la capacidad de resistencia salarial y, por consiguiente, los salarios reales? O si las condiciones salariales y laborales entre los países se homogeneizaran al nivel de las mejores (y no de las peores, como hasta ahora, gracias al desplazamiento del capital hacia los países que hacen dumping social, ofreciendo la posibilidad de explotar sin límites), Ƒacaso no disminuirían las ganancias extraordinarias de las trasnacionales y su poder y el de sus agentes "se desestabilizaría" ante una mayor poderío del trabajo?

No hay que juzgar, por lo tanto, al caminante por su capacidad o incapacidad de decir hacia dónde le lleva el camino, sino por su voluntad de emprenderlo y de llegar a su destino y por la fuerza con que destruye o supera los obstáculos que se le oponen. En vez de aplicar un rasero ideológico a los movimientos es mejor analizar su peso objetivo y su dinámica, su potencialidad. Los fenómenos reales conducen a su teorización posterior. Como el hambre viene comiendo, los que combaten al capital real pueden llegar a conclusiones anticapitalistas.

Por último: en esta etapa de reunión de todos los movimientos que protestan contra la política del capital financiero aunque no sean conscientemente anticapitalistas, Ƒqué hay de esencialmente diferente con otros movimientos igualmente heterogéneos y sin política claramente antisistémica que constituyeron la Primera Internacional? Esta, a pesar de sus límites teóricos, Ƒtuvo o no trascendencia histórica?

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