DOMINGO Ť 25 Ť FEBRERO Ť 2001
Antonio Gershenson
California: la experiencia eléctrica
California lleva más de un mes de apagones escalonados, con precios muy altos en la mayoría del estado. Esta es la más reciente etapa de una crisis que lleva varios meses. Es importante considerar los hechos principales de ese proceso, en especial cuando en México sigue habiendo declaraciones de algunos funcionarios y de líderes patronales en favor del libre mercado eléctrico.
Hasta hace unos años, el sistema eléctrico de la entidad a la que nos referimos tenía su eje en tres grandes prestadoras del servicio público de energía eléctrica, cada una en su zona. Se trataba de monopolios regionales regulados. La regulación se había establecido después de los desastrosos efectos de la crisis de fines de 1929-33, que determinó la sustitución de los sistemas de libre competencia en todo el mundo. Este sistema permitía la planeación de largo plazo, necesaria dado que pasan años entre la decisión de instalar una nueva planta generadora de cierto tamaño y el inicio de la generación comercial de electricidad en la misma. Pero al cabo de los años se generó en estas empresas una ineficiencia relacionada con la falta de estímulos y presiones al tener asegurado un mercado cautivo a precios ya determinados. En dos ciudades, la más poblada (Los Angeles) y la capital estatal (Sacramento), prestaban ese servicio eléctrico compañías propiedad del municipio (o condado) respectivo.
Estos hechos y la ideología ultraliberal fueron abriendo el camino a la idea de la desregulación, de la vuelta al mercado como regulador de la industria, a la libre competencia. Esto implicaba abandonar la planeación de largo plazo. En la etapa final del proceso "liberalizador" californiano, con la promesa de tarifas eléctricas bajas y de energía eléctrica abundante, se aprobaron el fin de la regulación y la restructuración de la industria eléctrica que, luego de un periodo de transición, entró en pleno vigor en 1998.
Por un tiempo, la reserva de capacidad instalada fue suficiente para evitar problemas mayores. Pero hace ya más de diez años de "liberalización", que no se iniciaban proyectos de generación en esa entidad. El último Plan Bianual de Actualización de Recursos, para evaluar y agregar la capacidad necesaria, se tardó cuatro años por la resistencia de las grandes prestadoras del servicio ante la presencia de productores independientes. Como resultado de la evaluación, se concursaron mil 500 megawatts de nueva capacidad, ya con la participación de los productores independientes. Las grandes dueñas de la red eléctrica se inconformaron con el resultado del concurso, y la Comisión Federal Reguladora de Energía les dio la razón, anulando el concurso. No hubo nueva capacidad instalada, y luego tampoco regulación.
Al mismo tiempo, el aumento de la población en California y el sostenido crecimiento de la economía determinaron un importante aumento en la demanda. También aumentó la demanda en los estados situados al norte de California, de los cuales esta última importaba grandes cantidades de energía barata, sobre todo hidroeléctrica. El colapso era sólo cuestión de tiempo. Un verano caluroso, precios más altos del petróleo y sobre todo del gas natural, que además escaseaba, junto con algo menos de lluvia que lo normal, fueron suficientes para disparar la crisis.
Otro aspecto importante son las decisiones clave tomadas ante el problema que se presentó. La última sesión de la Asociación de Gobernadores del Oeste, del vecino país, decidió "llamar a California y a los generadores de energía a firmar contratos para reducir la dependencia del mercado instantáneo (spot) de electricidad. Los contratos de energía a largo plazo reducen la dependencia del volátil mercado instantáneo mayorista, y estabiliza los precios al consumidor." Poco después, la legislatura de California autorizó al gobernador a negociar la compra, a las tres grandes prestadoras del servicio, de sus líneas de transmisión, y la creación de una empresa estatal para generar energía. Con esto, se alivia la virtual quiebra de las dos mayores mediante los recursos que se les pagan al comprarles la red, y se abre el camino a rehabilitar a las tres empresas. Pero, al mismo tiempo, se dota al estado, a través de la red eléctrica y de plantas nuevas de generación, de medios para poder prever y planear el desarrollo a largo plazo y evitar nuevas crisis como la actual.
Y, casualmente, los clientes de las empresas municipales de Los Angeles y Sacramento, las cuales sí pudieron planear su desarrollo, no han sufrido estos problemas.