viernes Ť 23 Ť febrero Ť 2001

Luis Javier Garrido

El zapping

La política exterior de un Estado debe tender a defender los intereses de la nación y no a sustentar intereses privados o a respaldar las pasiones de los gobernantes, como parece que está siendo el caso en el gobierno de Vicente Fox, tal y como se ha visto en diversas acciones, y sobre todo en su intervención ante la Cruz Roja Internacional para impedir que esta organización brindase una protección humanitaria al EZLN en su marcha hacia la capital que se inicia el próximo domingo 25.

1. El primer viaje a México del presidente estadunidense George W. Bush dejó un saldo desastroso para la administración foxista, pues evidenció no sólo la subordinación cada vez mayor de la diplomacia mexicana al Departamento de Estado, sino la contradicción entre esas políticas reales del gobierno y la imagen que de las mismas busca dar el propio Vicente Fox.

2. La visita de Bush II al rancho guanajuatense de San Cristóbal, y que Fox había imaginado como un gran acontecimiento en los medios, que mostraría al mundo no sólo las bellezas de México, sino el trato diferencial del presidente estadunidense al mexicano, constituyendo una invitación invaluable a los inversionistas, se saldó por un bofetón al anfitrión que éste no esperaba. Estuvo marcada por la advertencia más evidente que el poderío militar de Estados Unidos haya hecho jamás a un gobierno mexicano, y eso es lo que la convierte en "histórica". El bombardeo de Irak, por la forma que tuvo, antes que un nuevo intento de aleccionamiento al presidente iraquí Saddam Hussein, fue una advertencia clara al gobierno mexicano de que el nuevo gobierno republicano no se va a andar con rodeos. Y desde luego un aviso a Fox y a su canciller Jorge G. Castañeda, que han definido una política de alineamiento con Washington en la que lo único que le solicitan es que se les permita tener un cierto protagonismo, que para la Casa Blanca resulta innecesario.

3. El intento de hacer de la diplomacia un medio de la promoción de las inversiones extranjeras fracasó por el que ha sido el principal instrumento de promoción utilizado por Fox durante su campaña y en lo que va de su gobierno: la televisión. Unos instantes después de que el Presidente mexicano abordara el vehículo de Bush y quedase incomunicado, hacia las 10:45 del 16 de febrero, los periodistas que seguían la visita por televisión tuvieron que hacer el zapping o zapeo (que es el cambio rápido de canales), pues las cadenas estadunidenses, de la CBS a la CNN, suspendieron la transmisión desde Guanajuato para enlazarse con Irak, y México ya no pudo "apantallar" como pretendía Fox según su estratega de medios Francisco Ortiz (Proceso, 1268), porque el interés se centró en los bombardeos estadunidenses sobre Bagdad.

4. La política exterior del gobierno mexicano no puede enunciarse porque es vergonzante y esa evidencia constituyó el segundo fracaso de Fox en ese día, en que quedó claro que ha abandonado principios que normaron nuestra política exterior durante décadas, como los de "la no intervención" y "la autodeterminación de los pueblos". Cuando en la rueda de prensa se le preguntó a Fox si apoyaba estas acciones, balbuceante replicó que no tenía "una posición" sobre ese tema y que la cancillería la haría pública poco después, lo que fue acogido por las risotadas de Bush: "šMe gustan esas respuestas cortas!".

5. La política exterior de México está ya definitivamente alineada, y eso fue evidente desde diciembre cuando Vicente Fox hizo suyo el proyecto Puebla-Panamá del Banco Mundial, se confirmó a principios de enero cuando el canciller Castañeda anunció que el gobierno foxista aceptaba enviar soldados mexicanos a intervenciones en el exterior (lo que obviamente implica la aceptación de las intervenciones extranjeras en México), se hizo más evidente al reconocerse que con el aval de la Suprema Corte se extraditaría a presuntos delincuentes mexicanos al exterior, y nadie lo dudó ya cuando Vicente Fox declaró que no tenía la menor importancia el que 12 mil soldados estadunidenses patrullaran la frontera de Guatemala con Chiapas, a pocos kilómetros de las comunidades zapatistas (10 de febrero).

6. El tercer fracaso de aquel día se produjo cerca de la medianoche, cuando con un retardo de diez horas Tlatelolco informó que México acepta "el uso de la fuerza" sólo en las situaciones contempladas por el artículo 51 de la Carta de Naciones Unidas, que ha sido precisamente el principio jurídico invocado por Estados Unidos en el caso de Irak, lo que traducido al lenguaje común significa que México aprobó el bombardeo sobre Irak, aunque pretendió no hacerlo.

7. El cuarto fracaso de Vicente Fox de ese día es, por último, el que está apenas trascendiendo, pues resulta que, en la brevísima reunión de San Cristóbal, tuvo tiempo para ceder ante las pretensiones de George W. Bush y aceptó no sólo dar todo el "apoyo energético" a Estados Unidos, sino la creación del "mercado común energético norteamericano", que le propuso el texano, propuesta que había sido rechazada en 1981 por el entonces canciller Jorge Castañeda padre (El Financiero, 21 de febrero).

8. El hecho de que el gobierno de Vicente Fox tuviese una intervención abierta a través de la Secretaría de Relaciones Exteriores para evitar que la Cruz Roja Internacional pudiese otorgar una protección humanitaria a la marcha del EZLN, no puede extrañar en este contexto, pues a) muestra no sólo una mezquindad del gobierno foxista que utiliza la diplomacia buscando impedir que este evento trascienda, como va a trascender aun sin esta protección internacional, así como b) una evidente irresponsabilidad oficial, ya que este veto pone en riesgo la seguridad y la vida de muchos, sobre todo ante las expresiones de intolerancia de funcionarios panistas. Todo lo cual resulta mucho más preocupante por el mensaje amenazador enviado por Castañeda a los zapatistas y que hizo público el subcomandante Marcos evidenciando las intenciones de Fox: "Quieren una guerra de mentiras y tendrán una paz de mentiras" (22 de febrero).

9. Y en todo este escenario, uno de los aspectos más preocupantes es la continua aparición de Vicente Fox en los medios negando lo que todo mundo sabe y los costosos reclamos publicitarios que preconizan como él que su política exterior es un éxito.

10. La soberanía de la nación no está, sin embargo, en el rancho de San Cristóbal ni en la Torre de Tlatelolco, sino en los millones de mexicanos que acompañarán a la delegación del EZLN en su marcha hacia la capital, y eso es algo que los medios no podrán ocultar.