MIERCOLES Ť 21 Ť FEBRERO Ť 2001

Alejandro Nadal

Los hijos de Dios

La guerra fría terminó hace 10 años, pero los principales problemas de seguridad internacional permanecen sin solución. El más serio es la persistencia de miles de cargas nucleares en los arsenales de un puñado de potencias. Ahora el plan de construir una defensa antimisiles en Estados Unidos amenaza desatar una nueva carrera de armamentos.

Es cierto que los arsenales nucleares estratégicos de Estados Unidos y Rusia han sido reducidos significativamente: de 24 mil 562 cargas nucleares a bordo de misiles y bombarderos que había en 1990, a 13 mil 112 en este año. Sin embargo, los misiles que se conservaron son gravemente letales, y la perspectiva de reducir otros más se desvanece.

La administración Bush busca construir y desplegar un sistema de defensa en contra de misiles balísticos (NMD, por sus siglas en inglés) para proteger a Estados Unidos contra ataques de países que pueden dotarse de esos misiles, como Corea del Norte, Irán o Irak. Eventualmente, el NMD podría extenderse para proteger a Europa. Así, los hijos de Dios estarían cubiertos por el escudo.

El escudo NMD usará interceptores capaces de identificar misiles enemigos y destruirlos en pleno vuelo por colisión directa; popularmente se usa la analogía de "destruir una bala con otra bala". En realidad, es mucho más difícil, porque la carga nuclear de un misil balístico viaja a más de 22 mil kilómetros por hora, parte de su trayectoria se realiza fuera de la atmósfera, y le acompañarían señuelos para engañar cualquier defensa antibalística. Un interceptor tendría que viajar a velocidad comparable, procesar información para localizar, seguir y destruir la carga nuclear enemiga, sin dejarse engañar por los miles de señuelos que acompañarían un ataque enemigo.

El plan inicial considera desplegar 250 misiles interceptores emplazados en dos bases de Estados Unidos. El NMD tendría un nuevo sistema de radares y satélites con sensores infrarrojos.

Hasta la fecha se han llevado a cabo tres ensayos del NMD que han tenido como resultado dos fracasos y un éxito limitado. Por eso la credibilidad del proyecto es nula.

Pero el problema central del NMD es su incompatibilidad con el Tratado de Prohibición de Defensas Antibalísticas (ABM), firmado en 1972. Ese tratado es la espina dorsal del sistema de control de armamentos porque el equilibrio del terror nuclear depende desde entonces de que ninguna superpotencia aspire a sentirse segura detrás de una defensa antimisiles.

Rusia ha repetido que si Estados Unidos insiste en desplegar el NMD denunciará el tratado ABM, aumentará sus arsenales nucleares y desarrollará su propia defensa antibalística. El 16 de febrero pasado los rusos realizaron tres disparos coordinados de misiles estratégicos para enviar una señal inequívoca a Washington.

Para calmar los ánimos, Estados Unidos afirma que el sistema no está diseñado contra Rusia. Incluso ha llegado a alentar a los rusos a mantener sus misiles en un alto estado de alerta para garantizar que nunca serían destruidos por un ataque. Eso ya es grave, pero además el NMD anula la posibilidad de reducciones futuras en los arsenales porque un número reducido de misiles sería considerado por los rusos como incapaz de penetrar el escudo defensivo estadunidense, cancelando el equilibrio nuclear. El mismo razonamiento se aplica a China.

Bush ha prometido que si los rusos mantienen su oposición al NMD, Estados Unidos se retiraría del tratado ABM unilateralmente. En las próximas semanas Bush confrontará a los rusos sobre este punto. Aun si Rusia acepta renegociar el tratado ABM, ya no habrá más reducciones en los arsenales nucleares.

El NMD representa oportunidades de negocios extraordinarios y por eso será aprobado. Su costo ha sido estimado oficialmente en 60 mil millones de dólares. Pero esas estimaciones sirven para vender el proyecto al Congreso. Al final, el costo puede superar 250 mil millones de dólares (cifra equivalente al superávit fiscal de este año).

Estados Unidos ya invirtió 4 mil millones de dólares en los últimos seis años en el NMD. Una vez puesto en marcha el proyecto, será muy difícil revertirlo. Inversionistas, contratistas, sindicatos y hasta comunidades enteras lucharán por mantener el flujo de dinero para construir el NMD.

Boeing es contratista principal del sistema NMD (cohetes, vehículos terminales, satélites, control y comunicaciones), mientras Raytheon se encargará del interceptor terminal, y Lockheed de los sistemas de rastreo por satélite. Boeing, Raytheon y Lockheed figuran entre los más importantes donantes de dinero a candidatos al Congreso y a la campaña de Bush. Colin Powell y Don Rumsfeld harán el resto como aliados incondicionales del complejo militar-industrial.

El escudo NMD fortalecerá la rentabilidad de grandes empresas, pero no dará más seguridad a nadie.