LUNES Ť 19 Ť FEBRERO Ť 2001

José Cueli

Lo mejor, Tongolele

La plaza vacía cortaba de los alientos de los aficionados. Aficionados embriagados por la tarde. El viejo reloj se afilaba en las sombras de sus ángulos. Mirador de los palcos y los otros miradores. Mirador que se abría al abismo en el redondel. Abismo que en luces negras se rompía en la cálida tarde invernal. Díganlo, si no, sus tendidos multicolores de azules, rojos, amarillos, y verdes, a los resplandores de la débil luz de las lámparas del caso. šQue preciosa la plaza vacía en la tarde deprimida! que los toreros no alumbraron con sus capotes.

Las guapas, las guapísimas mujeres, Tongolele, neoaficionada en barrera, suspiraba rendida ante tanta belleza, prolongados sus suspiros de chasquidos triples, que ponían la carne enchinada, al expresar el matiz cursivo de la nevada cabellera, en la espera de los toros. Mientras la banda alucinada lloraba y entre notas y notas nos mostraba la verdad de la muertevida, en sus sones alegres y meláncolicos.

Sólo una luz tongolela alumbraba el coso sin evitar el mal fario gitano, que sentencia, otra vez, la tarde con aquello de "un mal rayo te parta". No hubo manera de alevantar la tarde a la García Lorca. La plaza tendida en el suelo hundía en el ruedo toda su sensualidad, sin llamar ni decir nada. Sola e incomprendida, se quedó sin un olé, un grito... Toros de Santa Fe del Campo descastados y toreros machacones hasta el tedio, sin colorear el limón en la tarde.

Cuan triste brilló impermeable Tongolele. ƑDónde te llevaste el toreo? Huye, desaparécete en el abismo del redondel. Te vimos llegar y nos quedamos cortos de alientos.