lunes Ť 19 Ť febrero Ť 2001
Iván Restrepo
Durmiendo con el enemigo
Una muestra más de los niveles de corrupción e impunidad que heredaron las actuales autoridades ambientales es el descubrimiento de una extraña "unidad de transferencia" de desechos ubicada en la colonia Los Olivos, delegación Tláhuac del Distrito Federal.
Como informó nuestra reportera Bertha Teresa Ramírez, el pasado 24 de enero los vecinos se quejaron de los malos olores que salían de un local en el que, supuestamente, se fabricaban tubos. Quince días después, inspectores de la delegación comprobaron la veracidad de la denuncia. Finalmente, el lunes pasado procedieron a clausurar la empresa Tratamientos Ecológicos Dysa y a retirar del lugar 60 toneladas de desechos biológico-infecciosos que, por su peligrosidad, requieren cuidados especiales, ya que se trata de placentas, fetos, restos de animales, jeringas, gasas y material propio de hospitales.
Aunque los propietarios de la negociación aseguraron funcionar dentro de la ley, se comprobó que la "unidad de transferencia" virtualmente efectuaba sus tareas en la clandestinidad. Entre otras cosas, no disponía del permiso oficial de uso del suelo ni del programa de protección civil requerido en estos casos. Tampoco del estudio de impacto ambiental aprobado por el Instituto Nacional de Ecología (INE).
Este caso se suma a muchos más ocurridos en el resto del país y que se relacionan con desechos infecciosos provenientes de hospitales y laboratorios. La mayoría ha sido descubierto gracias a las denuncias de la población, cuando no es que de pura suerte se localiza a quienes violan la ley.
Tres ejemplos sobre el tema.
En agosto de 1999 se detectó en la ciudad de Oaxaca un remolque de tráiler con tales desechos, así como tres camionetas abandonadas en un estacionamiento público. Pertenecían a la empresa Recolección y Transporte, con sede en Monterrey, que debía llevar su peligrosa carga a San Luis Potosí, donde sería incinerada.
En septiembre pasado se depositaron cinco toneladas de desperdicios de hospitales en un tiradero clandestino, a cielo abierto, y ubicado donde comienza el área urbana del municipio de Amecameca. Los responsables de ese acto ilícito nunca fueron hallados.
En Yucatán, se calcula que 50 por ciento de los residuos infecciosos generados en hospitales, veterinarias y laboratorios no se manejan adecuadamente y se desechan junto con la basura de hogar en los tiraderos a cielo abierto que existen en dicha entidad.
Como se observa, lejos está de cumplirse la Norma Oficial Mexicana para el control de residuos biológico-infecciosos, vigente desde noviembre de 1995.
Llama la atención la falta de control sobre negocios ubicados a unos kilómetros de la sede del INE y de la Procuraduría Federal de Protección al Medio Ambiente, responsables de aprobar licencias y de sancionar a quienes infringen la legislación vigente sobre la materia.
Cabe destacar también que los dueños de la empresa clausurada hace una semana por la delegación Tláhuac alegan tener autorización para tratar tales residuos, ya que fue expedida en 1999 por la directora general de Materiales, Residuos y Actividades Riesgosas del INE, Cristina Cortina de Nava, precisamente la misma persona que autorizó, ilegalmente y con manga ancha, el "tratamiento" de los peligrosísimos askareles a una empresa ubicada en Atlacomulco, asunto que el pasado 15 de enero pedimos fuera aclarado públicamente por el INE. La respuesta fue el silencio.
ƑCuántas empresas más funcionan irregularmente? Cosa de rascar tantito.