lunes Ť 19 Ť febrero Ť 2001
Elba Esther Gordillo
Una visita anunciada
Las relaciones bilaterales México-Estados Unidos son mucho más complejas que las esperanzas de que mejoren por milagro. Por ello, la entrevista de los presidentes George W. Bush y Vicente Fox es, más que nada, un símbolo y no la solución de todos los problemas que hay en nuestra relación con el que, nos guste o no, es el país más poderoso del mundo.
Se ha dicho que la visita del mandatario estadunidense es un acto de deferencia hacia México, ya que es la primera que realiza como presidente, cargo al que llegó después de una de las crisis políticas más grandes que ha vivido Estados Unidos en los últimos años, porque se puso a prueba el anciano sistema electoral que colocó en tela de juicio el ejercicio de la democracia en el país que se ha ufanado de ser el "campeón" del mundo.
Hay que recordar que con la crisis electoral estadunidense muchos nos preguntamos qué hubiera pasado si en México hubiese sucedido lo mismo, qué actitud habría asumido el gobierno de Estados Unidos hacia México.
Quedó claro que en nuestro país existe un moderno sistema electoral que ha permitido no sólo el cambio del poder de manera pacífica, sino avanzar en el proceso de transición, comenzando por la alternancia. Esto lo sabe bien Bush y sabe también que México, gracias al poder de sus instituciones, camina hacia el perfeccionamiento de la democracia. Ellos, en cambio, tendrán que hacer serios ajustes en su sistema, comenzando por la tecnología aplicada al recuento de los votos, pero sobre todo deberán trabajar mucho para recuperar la credibilidad que sufrió serios reveses, hasta que se impuso la prudencia y Bush pudo, después de una espera larga, comprobar su triunfo para obtener la legitimidad que le corresponde. Desde entonces está comprometido con la democracia y esto puede ser otro símbolo de la visita.
Tampoco se trata de resolver por arte de magia el gran problema de los migrantes mexicanos, tema anunciado para considerarse en la mesa de las conversaciones, y de lo cual se empezó a hablar desde el año pasado. El asunto no se limita a lograr una amnistía para los trabajadores que no cuentan con su documentación en regla en aquel país (indebidamente se les llama ilegales, pero en realidad son migrantes indocumentados). Bush lo anunció antes de su visita: no habrá amnistía.
Sería también demasiada ingenuidad creer que se puede lograr a corto plazo una apertura de fronteras no sólo de mercancías, que en mucho se ha avanzado gracias al Tratado de Libre Comercio de América del Norte (con algunas muestras de que México no puede competir en igualdad de circunstancias), sino también de ciudadanos. Para ello se requiere que pasen aún muchos años.
Queda claro que Estados Unidos necesita de nosotros y no sólo desde el punto de vista del mercado, ya que somos los más grandes compradores, ni tampoco debido a nuestra producción petrolera con todo y el anuncio de la restructuración empresarial de Pemex.
Está visto que su política ante la migración proveniente de México ha sido equivocada. Haber cerrado el paso a los migrantes mexicanos ha ocasionado más muertes de las que se querían evitar. Quienes se dicen los más grandes defensores de los derechos humanos tienen que repensar en este tipo de "soluciones".
ƑPor qué no admitir que la mano de obra mexicana puede ser complementaria de la estadunidense? ƑPor qué no reflexionar en que quienes se van son todos jóvenes, con gran capacidad de trabajo, y que muchos de ellos han sido altamente capacitados en México con educación que no cuesta a Estados Unidos? ƑPor qué no aceptar que el narcotráfico está regido por las leyes del mercado y que hay productores e intermediarios, pero también consumidores y que la batalla contra el uso ilegal de estupefacientes tiene que ser integral?
Lo que todos sabemos muy bien, tanto allá como acá, es que nuestra vecindad es inevitable y más vale que aprendamos unos y otros a convivir de mejor manera para lograr, mediante el diálogo y la cooperación recíproca, la concordia permanente. Para poder hablar de tú a tú, tenemos que pensar que en México hace falta ver hacia adentro para construir la democracia y la justicia social, para combatir la pobreza y la marginación, para crear verdaderas oportunidades de desarrollo para la gente que no podrá vivir siempre de esperanzas. Habrá que cambiar toda la vida política, adecuar los partidos a la nueva realidad, fortalecer la participación ciudadana, promover los valores, asumir una clara conciencia de nuestra identidad cultural y de nuestro proceso histórico.
Si la visita sirve para que de los 15 temas, que se tratarían de manera general, se logren acuerdos que puedan concretarse en diversos plazos para beneficio de ambas naciones, se habrá conseguido fijar las bases para una relación sana, sólida y de respeto, como premisas fundamentales de lo que merecen ambos pueblos.