LUNES Ť 19 Ť FEBRERO Ť 2001
Ana María Aragonés
La patria a cuestas
En un artículo anterior señalaba la importancia que tiene entre los republicanos el debate para establecer un nuevo programa bracero, y no sólo entre ellos sino que la propia AFLC-CIO y hasta el mismo Alan Greenspan estaban de acuerdo. ƑCuál es la explicación si se augura una recesion en el país vecino?
Es que en Estados Unidos se está produciendo un interesante fenómeno que tiene que ver con la diversificación de lo que algunos autores llaman "mercados secundarios o emergentes", dedicados prioritariamente a la industria del pollo, empacadoras de carne, con un importante sector agrícola y turístico. Para estos mercados, la recesión no es, ni mucho menos, una situación por la que deban preocuparse. Lo que sí enfrentan es la escasez de trabajadores para mantener su crecimiento económico, a pesar de que ése es uno de los espacios en el que suelen laborar los trabajadores indocumentados. Las condiciones de trabajo suelen ser extraordinariamente difíciles, de aquéllas que los japoneses llaman 3D (dirty, demanding, dangerous).
El auge de estos mercados secundarios explica la posición de los sectores mencionados ante la migración de trabajadores y la posibilidad de un nuevo programa bracero. Ventajas para los "nuevos braceros": condiciones salariales justas y la protección de la ley de Estados Unidos. Una característica es la temporalidad de los contratos y por lo tanto la prohibición para la permanencia en el país, más allá del tiempo de duración del contrato. Los legisladores suponen, y esto es interesante, que sería el mejor instrumento para detener la migración indocumentada.
Sin embargo, creo que éste es un objetivo que no se logrará, si antes no se actúa en el frente interno, otorgando la amnistía a los trabajadores indocumentados, entre 2 y 10 millones, dependiendo de la fuente.
La lucha contra la migración indocumentada ha pasado por diversas estrategias, desde sancionar a los empleadores, disposición inoperante e inofensiva, reforzar la Patrulla Fronteriza, y aplicar leyes antiinmigrantes, unilaterales y arbitrarias que han producido no sólo resultados catastróficos, sino que han favorecido, exactamente lo contrario, pues lo trabajadores aun cuando quisieran volver a México, el terror de volver a sufrir el paso fronterizo los obliga a quedarse. Y así se ha creado una masa enorme de trabajadores que permanecen en el limbo legal años y años. Al negárseles la posibidad de legalizar su situación se les impide gozar de los beneficios a los que tienen derecho. No quieren ni verlos ni oírlos, pero ahí están, trabajando y cumpliendo con sus impuestos.
No se trata de premiar a aquéllos que "han violado la ley", sino reconocer una injusta realidad y hacer efectivas tanto obligaciones como derechos para ambas partes. Hay que recordar que la migración se pone en marcha para satisfacer necesidades tanto del polo receptor como del expulsor. Es un hecho que los flujos no son mecánicos ni armoniosos, pero distan mucho del caos que se maneja en los discursos y que produce tantos dramas.
Estamos ante dos nuevos gobiernos que pueden cambiar la suerte de tantos trabajadores mexicanos. Para México, ésta debe ser una de sus prioridades. Por su parte, Estados Unidos tiene la posibilidad de reparar tan tremenda injusticia, lo que no se contradice con una propuesta honesta de los trabajos que requiere su economía. No obstante, la cuestión de la permanencia debería plantearse de manera distinta. Tal vez aceptar que puede existir esa posibilidad bajo una serie de requisitos, entre los que podría contar el hecho de haber sido contratado a través del acuerdo laboral determinadas veces.
Los trabajadores podrían optar, y estoy convencida que no necesariamente sería por la permanencia. Habría que recordar, parafraseando a Josep Ramoneda (El País), que a nadie le gusta llevar "la patria a cuestas, aunque sólo sea como pura melancolía."