Ť El disfraz de la inocencia, libro de Jorge García-Robles acerca del escritor beatnik
Kerouac vio en México un oasis para huir de EU
MIRYAM AUDIFFRED
México fue, para el escritor beatnik Jack Kerouac, algo más que la ''tierra caliente de las ratas del desierto y el tequila''. Fue uno de los enclaves donde transcurrió la especie de naufragio en que se convirtió la vida del autor de En el camino y también la ''tierra mágica'' que siempre le sirvió para huir de su asfixiante país: Estados Unidos.
''Fue un símbolo religioso, cuasi divino, que Kerouac inventó y dejó de servirle cuando descubrió que no valía la pena seguir en este mundo'', aseguró el investigador Jorge García-Robles, la noche del jueves, durante la presentación de su libro El disfraz de la inocencia. La historia de Jack Kerouac en México, que se efectuó en la Casa del Poeta ante el numeroso y joven auditorio que se congregó para recordar a uno de los hombres que, a mediados de siglo, se atrevió a ''vivir de manera totalmente distinta a lo usual''.
Autor de La bala perdida ?la biografía de William Burroughs en México? García-Robles aclaró que, en sus viajes al país, Kerouac no realizó una búsqueda orgánica y directa del mundo indígena como Antonin Artaud o David H. Lawrence, ni una exploración similar a la de Carlos Castaneda, que de curioso académico pasó a ser devoto de la tradición religiosa tolteca de los indios mexicanos del norte. Ni siquiera fue como Burroughs, quien leía y se interesaba por las culturas antiguas maya y azteca si bien, muy probablemente, nunca trabó conversación con algún indígena.
''Kerouac ?aclaró? nunca intentó acercarse seriamente, ni teórica ni físicamente, a la cultura y tradiciones de los indios mexicanos. Su interés por ellos se daba más como una proclama contraria a la civilización estadunidense y a sus raíces europeas.''
Nuevo ciclo generacional: Ferlinghetti
El México que le atrajo y siempre respetó con todo y su sordidez y mezquindad fue el México híbrido, ni moderno ni indio puro. ''Aquel mestizaje que podía aparecer tan inocente, amable y cálido como avieso, agresivo y peligroso y que ante lo extranjero manifestaba una extraña y ambigua conducta que podía ser a la vez servil y violenta, hospitalaria y revanchista''.
Empero, sus estancias en la capital fueron ricas fuentes de inspiración. Mientras vivió en la colonia Roma, Kerouac ?quien, en palabras de García-Robles, fue uno de los últimos escritores malditos visionarios y el primero en anunciar un nuevo misticismo para el siglo XXI? encontró las imágenes que más tarde dieron vida a obras como The mexican girl, Mexico City blues, Soledad Mexicana, Cerrada de Medellín y Tristessa.
Publicado por Ediciones del Milenio, El disfraz de la inocencia fue presentado por Antonio Saborit, Joselo Rangel ?guitarrista de Café Tacuba? y Gabriel Retes, quien se encargó ?dijeron algunos asistentes? de generar un ambiente beat al alejarse de todo convencionalismo con sus comentarios y lenguaje. De hecho, además de mencionar a Kerouac y Burroughs ?a quienes conoció gracias a este libro? el director habló del ''gay-power'' que se reunió hace unos días en la explanada del Palacio de Bellas Artes y de la necesidad de tener un presidente ''tan humanista como Carlos Fuentes".
Por cierto, el autor de La región más transparente fue una de las dos grandes ausencias, pues también se esperaba al poeta Lawrence Ferlinghetti, gran sobreviviente de la generación beat; quien envió un mensaje vía e-mail enfatizando que si bien el movimiento poético impulsado por Ginsberg, Corso, Kerouac y él no transformó América, ''sí contribuyó a provocar un nuevo y estruendoso ciclo generacional''.