SABADO Ť 17 Ť FEBRERO Ť 2001

Enrique Calderón A.

ƑQué ha pasado con los resultados del censo?

Hace ya un año que se levantó el censo de población (enero-febrero del 2000) y por alguna razón desconocida sus resultados no aparecen por ningún lado, más allá de unas cuantas cifras globales de muy escasa utilidad. El hecho resulta curioso cuando se toma en cuenta que los resultados del censo de 1990 fueron dados a conocer siete meses después del levantamiento de campo, y si se piensa en los avances que ha tenido la tecnología en la última década.

Para no ir más lejos, los resultados de las elecciones del pasado 2 de julio se dieron a conocer al público a las 20 horas de ese día, unos dos minutos después de que se cerraran las últimas casillas, aunque en realidad se sabían desde las 14 horas.

Creo que no está fuera de lugar decir que los resultados de los censos deberían haberse publicado cuando mucho unos cuatro meses después de su levantamiento. Está bien que tecnológicamente estemos un poco atrasados, pero no es para tanto.

Me atrevo a pensar que las razones por las que no se han dado esos resultados, son más bien de otro tipo, sobre todo al consultar en la página de INEGI un prodigioso índice de bienestar, que sólo pudo haber sido calculado a partir de la información del censo. Podría ser que la nueva política del INEGI sea mantener la información de los censos para su uso exclusivo, y sólo dejarnos ver los resultados de sus estudios, no obstante que ello está en contra de las leyes que existen sobre la naturaleza pública de esa información.

En días pasados, el presidente Vicente Fox defendió de manera sorprendente la política económica y las supuestas estrategias seguidas por su antecesor Ernesto Zedillo, ello nos da otra posible explicación para ocultar por un tiempo y seguramente para maquillar los resultados de los censos de población y vivienda del 2000.

No se necesita mucha imaginación para percatarnos que la información de los censos permitiría no sólo conocer la magnitud de los daños causados por la política de Zedillo en materia económica y social, sino que nos permitirá obtener una imagen bastante clara y completa de cómo afectaron esos daños las diferentes regiones del país, y de entender el impacto que tuvieron en la educación, la salud, el empleo, la infraestructura y el ingreso de la población mexicana. Para ello sería suficiente realizar un análisis sistemático comparando los censos de 1990 y del 2000.

No conviene al gobierno de Fox que la información del censo 2000 se siga ocultando, y menos aún que sea alterada, no sólo por razones éticas y de compromiso con la sociedad mexicana, que tiene el derecho legítimo de conocer qué ha pasado, sino también porque al hacerlo estaría convalidando y asumiendo corresponsabilidad en los agravios que el gobierno de Zedillo cometió contra los mexicanos.

Ante nuestra imposibilidad de lograr que los resultados del censo sean publicados, se hace necesaria la intervención del Congreso para resolver esta grave omisión.