MARTES Ť 13 Ť FEBRERO Ť 2001

Ť Juan Luis Alvarez-Gayou, presidente del Instituto Mexicano de Sexología

La homofobia, propia del pensamiento que no ha evolucionado; "nadie se vuelve gay"

Ť Con preferencia homosexual, entre 10 y 15% de la población, según investigaciones

CAROLINA GOMEZ MENA

Los grupos conservadores que definen la homosexualidad como una enfermedad, perversión o vicio que perturba a la familia y la moral pública, además de demostrar carencia de conocimiento científico sobre el tema, evidencian que su pensamiento no ha evolucionado, ya que veladamente sustentan su opinión en la ideología judeo-cristiana, que condena esta tendencia por significar "un desperdicio de semen", planteó el siquiatra Juan Luis Alvarez-Gayou Jurgenson, presidente del Instituto Mexicano de Sexología (Imesex).

Alvarez-Gayou resaltó en entrevista que, a diferencia de lo que afirman grupos como Pro Vida, "nadie se vuelve homosexual", sino que asume en cierta etapa de su vida su verdadera orientación, la cual muchas veces se retrasa por no coincidir con la preferencia sexual hegemónica.

Descartó que certificar las relaciones de ese grupo sea mal ejemplo para la población heterosexual o la inste a variar su inclinación sexual, porque ésta "se define antes del nacimiento y porque si fuera por malos ejemplos, todos seríamos rateros".

Sostuvo que estudios de la Universidad de Indiana (Estados Unidos) indican que entre 10 y 15 por ciento de la población tiene una preferencia homosexual, y que, investigaciones recientes (1993 y 1995) muestran que esta preferencia en sus dos vertientes más representativas (homosexualidad y lesbianismo) podría deberse a un gen de la región seudoautosómica de los cromosomas sexuales X y Y.

Agregó que expertos del Centro Médico de Bethesda (EU) y científicos reconocidos, como Simon Le Vay, apuntan a que existiría una diferencia anatómica en este sector de población, exactamente en el hipotálamo, región del encéfalo que en los homosexuales varones sería más pequeña que la de los hombres heterosexuales; similar en tamaño al de las mujeres, lo que explicaría dicha preferencia.

Desestimó que esta inclinación aumente o sea producto de la proliferación de manifestaciones lésbico-gay, y recordó que en las culturas prehispánicas hubo apoyo y rechazo.

"Los aztecas condenaban la práctica, los hombres recibían castigos y las mujeres eran condenadas a muerte. En cambio, los zapotecos daban al homosexual masculino un lugar reconocido en la sociedad, porque el manpo o muxe (homosexual) era considerado por su madre el mejor de sus hijos".

Sobre la posibilidad de que pudiera abrirse el debate de que las parejas homosexuales adopten niños (como en Holanda), señaló que su experiencia clínica le ha demostrado que muchos homosexuales "serían mejores padres" que los heterosexuales.

Se legalicen o no las uniones homosexuales, aseveró, los calificativos negativos hacia esa práctica lo único que refuerzan es la homofobia cultural, con lo que se atenta contra los derechos humanos de este sector.