LUNES Ť 12 Ť FEBRERO Ť 2001
Juan Bañuelos: el traje que vestí mañana /II y última
Elena Poniatowska
Como él mismo lo dice, a Bañuelos le cayó el veinte en 1994, cuando volvió a Chiapas. A la insurrección zapatista no la vivió como una revolución armada sino cultural. Al ir a su tierra y recuperar la manera de pensar indígena, ver cómo escribía su intérprete Marcos, Bañuelos no la vivió como la clásica revolución centroamericana de los nicaragüenses o salvadoreños sino como el levantamiento cultural de un pueblo aislado, abandonado, ninguneado, cuya sabiduría siguió trasminándose hasta el momento del grito de guerra del 1 de enero de 1994 de los encapuchados que blandieron su fusil, por lo visto, la única manera de hacerse oír: "Hágannos caso, somos una cultura viva de más de dos mil años", y su grito se convirtió en un acontecimiento a nivel mundial.
Cuenta Juan Antonio Ascensio que el 12 de julio del año de 1562, fray Diego de Landa dirigió un auto de fe en un pueblo maya y quemó caciques y códices. El fraile se preciaba de haber acabado con veinte mil ídolos. Destruyó también estelas y edificios. Poco después, dio órdenes a un sabio maya de buscar un signo maya que equivaliera fonéticamente al español y cuando lo obligó a agregar una frase completa, el sabio, escribió dos palabras: "No quiero".
Si el sabio maya inauguró en 1562 la literatura de resistencia, Juan Bañuelos con su mestizo "No quiero" reivindica los atropellos de los Diego de Landa actuales, no con poemas descafeinados a la nube y a la flor, sino incendiando el granero y la crueldad de los terratenientes.
Juan, indignado entre indignos, es un poeta de la democracia. Jamás ha permitido que el gobierno lo avasalle y su airado No quiero le ha dado a su poesía una gallardía de piedra parlante.
"El acontecimiento mundial para mí -asegura el poeta Bañuelos- es que el siglo XXI va a ser el siglo de las etnias. Quinientos millones de habitantes de diferentes etnias de América, Africa y Asia aislados, perseguidos, saqueados, obligados a remontarse a los cerros pelones, despojados de todo y contagiados por todas las enfermedades, le van a hacer la vida pesada al mundo globalizado del libre mercado".
Para El traje que vestí mañana, Juan Bañuelos escogió pinturas rupestres en Sonora, petroglifos de Caborra. Consta de nueve libros, de los cuales el último es Nómadas de la aurora boreal, en realidad un avance de otro poemario que llevará el nombre de Insolación o Insolaciones, las mismas que asolaron las tribus que cruzaron el estrecho de Behring para llegar a Aztlán, los caminantes que vinieron a la Columbia Británica y los que se fueron rumbo a Groenlandia. Hace dos años, Juan pudo conocer a los montañeses en Canadá y a los navajos en Flagstaff, Arizona, así como a los hopis norteamericanos. Sus viajes lo hicieron desear recorrer Alaska. Según él, los pueblos indios se expresan a través de dibujos completamente modernos, "parecen cosas de Picasso". Decidió utilizar la obra de pintores anónimos del norte de México (recogidos además en un libro francés) para que los lectores reconocieran la grandeza de quienes cruzaron el Pacífico, fundaron Tenochtitlan, llegaron hasta Tierra del Fuego o se asentaran en el Golfo de México; los olmecas, los zoques de Chiapas o los mayas.
"No sé si me alcance la vida pero otros seguirán mi intento y volverán a las fuentes originales, a los chiapanecos, a los oaxaqueños, a los de Guerrero, los de la Huasteca, los de Chihuahua e irán en busca de la mitad de su identidad perdida", se emociona Bañuelos.
La sintaxis de la frase de El traje que vestí mañana, que tanto entusiasma a Juan, se remonta al Cesar Vallejo que Juan leyó en los cincuenta. Una vez vencidos, los indígenas del Perú comenzaron a apropiarse del español. Vallejo vivía en una población indígena, Cuzco, y se acostumbró a la peculiar sintaxis de sus habitantes. Los españoles decían: "šQué barbaridad, Vallejo está revolucionando la poesía!". En realidad, Vallejo retomó la sintaxis de los cholos de Perú, al igual que Bañuelos retoma la de los chiapanecos que adaptaron "la castilla" a sus necesidades. En Chiapas, en Guatemala, en Centroamérica, los vencidos tuvieron que hacerse bilingües por la fuerza y le quitaron al español toda la hojarasca de adjetivos. En una conversación con un viejito indígena, Bañuelos preguntó: "Oiga, Ƒpor qué se retrasaron las lluvias?", y éste respondió: "Va a llover ahora". "ƑEstá seguro que va a llover?" "Sí". "ƑPor qué está seguro?" "Porque los tres vientos que soplan por acá llegaron al mismo tiempo y ya se hicieron un nudo". "ƑY cuando se hacen un nudo, qué pasa?" "Es que va a comenzar la lluvia". "Sin embargo, la temporada de lluvias ya se retrasó un mes". "Va a llover hoy en la noche", sentenció el viejito. Exactamente como lo predijo, el cielo de Chiapas se nubló y comenzó a llover.
"ƑYa ve usted como tenía que llover?" Bañuelos se encontró al viejito al día siguiente. "ƑEntonces no hay retraso?" "Sí, pero digamos que está lloviendo ayer".
El traje que vestí mañana, que recoge la producción de Bañuelos de 1960 a 2000, tiene ese espíritu que hace del futuro una acción pasada. Los cinco últimos años de Bañuelos en Chiapas le sirvieron para comprobar que los indios que él había tratado de niño tal y como lo educaron sus padres no eran ni fantasmas ni animales domésticos. Al regresar a su tierra, Bañuelos empezó a observarlos de cerca después de haber pensado en ellos de lejos y se dio cuenta de que eran su esencia, la médula misma de su poesía, y los celebró y danzó con ellos. Plaza y Janés decidió hacer de El traje que vestí mañana un objeto precioso como un jade, una máscara, un pectoral de oro, una joya encontrada en un cenote sagrado, una rama de árbol. En una edición de lujo, con su separador y un papel espléndido, se han impreso 6 mil ejemplares, 2 mil para México, 2 mil para España, y el resto para América Latina. ƑPor qué invirtió tanto Plaza y Janés en una edición de poesía? ƑPor qué un libro de esta calidad? El solo hecho habla bien de los editores. ƑO será que como vivimos tiempos de crisis en América Latina hay un interés por volver a la poesía? ƑEs ésta la consagración de la primavera de Juan Bañuelos? La esmerada editora Magdalena González Gámez y Carlos Bautista Rojas, quien cuidó la edición y escribió las notas finales tienen derecho a sentirse orgullosos porque hicieron mañana hace mucho tiempo, una obra bellísima e inventaron para sí mismos un destino que desde luego se cumplirá ayer.