DOMINGO Ť 11 Ť FEBRERO Ť 2001
Ť Empero, las más altas autoridades del país no reconocen este proceso: panelistas
Mermada, la influencia religiosa entre la sociedad
Ť Conclusión de los participantes en un foro organizado por La Jornada y Casa Lamm
MARIA RIVERA
La sociedad mantiene una dinámica secularizante y la mayoría de los mexicanos conserva una autonomía ética respecto a las enseñanzas de la Iglesia a la que dicen pertenecer, coincidieron los panelistas que abordaron el tema Política y Secularización, en el foro México después del 2 de julio, organizado por La Jornada y Casa Lamm. Resulta inquietante, señalaron, que el régimen actual pretenda reincorporar la visión religiosa como columna vertebral de su conducta política, pasando por alto la diversidad religiosa que ha conquistado la nación.
Soledad Loaeza, pionera en la investigación de estos temas, indicó que hay señales que nos dicen que los que deseen restaurar la hegemonía católica sobre los comportamientos sociales, probablemente encuentren obstáculos muy importantes que les impondrá la misma sociedad, que ha superado muchas de las propuestas católicas en torno a la conducta; 68 por ciento de las mujeres en edad reproductiva que mantienen una unión, utilizan métodos anticonceptivos. ''Esto revela que la Iglesia tiene una autoridad relativa sobre los comportamientos sociales. La sociedad ha encontrado las ventajas del ejercicio individualizado de la religión''.
Los conferencistas convinieron en que el contexto actual se ha tornado muy complejo. Los paradigmas cambiaron. Advirtieron que el fenómeno de secularización (proceso por el que la religión pierde su influencia en la vida social) no es ni lineal ni irreversible. Recordaron que en el último tercio del siglo XX se asistió a un renacimiento de lo religioso, no únicamente en México sino en todo el mundo. Hasta hace 25 años, explicó la investigadora de El Colegio de México, se pensaba en la secularización como un destino ineluctable, como algo que venía con la modernización de la sociedad: que las religiones estaban condenadas a desaparecer. Al venirse abajo la fe en el progreso, y las grandes utopías que marcaron el siglo pasado, se perdió la capacidad de imaginar el futuro como una prolongación del presente. ''Nuevamente las religiones ofrecen respuestas para la angustia que se apodera de nosotros cuando pensamos en el futuro. No podemos imaginar el futuro como prolongación de un presente tan poco estimulante''.
Muchos, continuó, crecimos en un mundo muy estable, donde era posible predecir muchas cosas. ''Hay una serie de certezas que han desaparecido; esas certidumbres banales nos permitían construir otras a largo plazo, más trascendentales. Así como se perdieron aquí, ocurrió en todos lados. El mundo del corto plazo se ha apoderado de nuestra capacidad de imaginar el futuro, y de imaginar el largo plazo''.
Fe a la carta
Con la crisis de la modernidad, la religiosidad emergió, coincidió el investigador Bernardo Barranco. Sin embargo, matizó, ''no podemos hablar de un resurgimiento de lo religioso como un concepto absoluto; es un reavivamiento que pasa más por las creencias que por las instituciones religiosas: éstas han perdido credibilidad y peso''. El carácter de estos movimientos es más espiritual y carismático, puntualizó. El movimiento de la nueva era (new age) y el resurgimiento de las religiones mesoamericanas, son muestra de esa necesidad de sentido que se está viviendo. Una especie de fe a la carta.
Con este panorama, Carlos Martínez García, investigador del Centro de Estudios del Protestantismo Mexicano, aceptó que mexicanos y mexicanas tienen una alta identidad religiosa con credos de origen cristiano. Según el pasado censo del INEGI, 88 por ciento son católicos; 6, protestantes. 4 por ciento ateos y el resto de otras religiones. ''Sin embargo, no quieren que esas doctrinas sean las que gobiernen lo público. Están en contra del uso político de lo religioso''.
Por un lado, expuso, la sociedad mexicana mantiene una política secularizante, y por otro las autoridades, empezando por el presidente Fox, no están reconociendo la profundidad de este proceso. Mencionó el caso del secretario de Trabajo, Carlos Abascal, cuando encomendó a los trabajadores mexicanos a la Virgen de Guadalupe. ''Está invisibilizando a los trabajadores que no se identifican con este símbolo, hay que recordar que la diversidad religiosa es mayor en los estratos de menor capacidad económica''.