DOMINGO Ť 11 Ť FEBRERO Ť 2001
Ť Propugna la sociedad civil el regreso de tojolabales a Guadalupe Tepeyac
En videocinta, exilio indígena de seis años
Ť "No estamos dispuestos a retornar en condición de vencidos", aseguran los desplazados
HERMANN BELLINGHAUSEN ENVIADO
Guadalupe Tepeyac, Chis., 10 de febrero. Los ausentes se supieron apersonar de voz e imagen en el pueblo del que fueron expulsados hoy hace seis años. A mitad del acto de protesta de la sociedad civil en el pueblo abandonado, los tepeyaqueros hicieron llegar dos objetos que como cajas chinas contenían el mensaje y su reflejo, en un desdoblamiento que no necesitó más que un caset de video y dos largos trozos de papel estraza para dar un elocuente testimonio del exilio.
Caminan hombres en un lodazal, abrumados por costales de su tamaño. Mujeres y niñas cargan hatos de leña en el mismo camino de lodo que conduce a su vida presente. La cámara se detiene en una niña, y hace un acercamiento a su falda blanca untándose de lodo, con los pies hundidos, invisibles, cuesta arriba.
"Ta lejos la leña", dice a cámara una mujer. Un paliacate le cubre el rostro y otro la cabeza del "pichito" que carga en su rebozo. Con el tono característico que hablan los tojolabales de esta región de la selva Lacandona, la mujer prosigue:
"Queremos llegar a nuestras casas. Aquí donde estamos es la montaña". Se interrumpe para dar agua a su bebé, de una botella de plástico reciclada, es decir, alguna vez fue de refresco.
En lo que los participantes de la protesta pacifista, que habían empezado por cantar el Himno a la alegría, resolvían el problema logístico de conseguir una tele y hacerla funcionar al aire libre, frente al Hospital Rural Solidaridad, la actriz Ofelia Medina ayudaba a desenrollar los dos códices pintados por los niños de Guadalupe Tepeyac, que habían llegado junto con la cinta de video.
Una de las pinturas colectivas (se nota la diversidad de manos infantiles que participaron) reconstruye el viejo poblado al momento de ser abandonado, el 10 de febrero de 1995. Una larguísima fila de figuras humanas como hormigas sale del caserío mientras llegan tanques, aviones y tropas. También largas son las líneas manuscritas del relato multicolor: "Nosotros nos retiramos porque los soldados invadieron nuestra comunidad".
"Terreno minado"
Un gran avión azul y elástico, digno de Georges Braque, da vueltas sobre las casas en proceso de ser abandonadas. A la derecha, el Aguascalientes convertido en cuartel del Ejército Mexicano es una gran mancha verde rodeada de espirales de cinta cortante, idénticas a las que hoy mismo rodean las dos instalaciones militares que hay en Guadalupe Tepeyac. Las de verdad, las que hoy se ven aquí, tienen letreros de "Peligro, alta tensión". Esta mañana se vio a los soldados cablear la cerca.
También se vio otro letrero, que luego deaparecería, en el interior del viejo Aguascalientes, detrás de la imponente trampa de púas que resguarda el cuartel. "Terreno minado", decía.
Ante esa trampa triangular concluye la marcha de la sociedad civil, que solicita al oficial a cargo permiso para introducirse en el viejo Aguascalientes, hoy cuartel. No hay paso.
El segundo códice moderno retrata lo mismo que el video: la vida diaria en el Nuevo Poblado donde viven los refugi ados, en algún lugar de la montaña. Los "sociedad civil" que este mediodía colocaron flores blancas en el camuflaje de hojas de plátano que cubren las rejas de la colonia militar, y luego iniciaron con el himno zapatista un acto "ecuménico" de clara inspiración cristiana, por fin se las arreglan para acondicionar en una camioneta un monitor, cubierto con una cobija, para ver al rayo del sol el mensaje de la comunidad ausente que los reúne hoy aquí.
Medio centenar de personas, procedentes de diversas entidades, principalmente Distrito Federal y estado de México, ven transcurrir frente a sus ojos los esfuerzos y trabajos de la cotidianidad de los campesinos desplazados. Un hombre carga leña, machete en mano, con pasamontañas, y dice: "Para regresar, queremos que primero salga el Ejército". Se suceden hombres cortando caña, tejiendo techos de palma, preparando tablas y postes con el hacha. Mujeres labrando con azadones y coas un futuro frijolar, bordando escenas de su propia historia.
Un recién nacido en una choza de madera es bañado por la comadrona en una pileta de agua limpia. El niño llora con fuerza. Un maestro con pasamontañas escribe en un pizarrón, y decenas de niños, con los rostros cubiertos, escriben en sus cuadernos en la escuela del "pobladito", mientras la luz penetra entre las tablas de los muros precarios. Un niño que apenas sabe andar agita una resortera. Un "encargado de salud" muestra uno de los "libros" a mano que han hecho los propios campesinos, donde compendian primeros auxilios y la herbolaria local.
"Estamos 'desprecios' del gobierno", dice, y refiere cómo le hacen para atender los problemas de salud donde no hay doctor. Luego aparecen piernas y pies de tepeyaqueros con las úlceras "de chiclero" o leishmaniasis en progreso y sin tratamiento al alcance.
En medio de la vegetación, otro encapuchado discurre: "Nosotros no somos de aquí, somos de allá de Guadalupe Tepeyac, pero no podemos regresar. Queremos la paz, pero también que el gobierno cumpla con la ley de derechos y cultura indígena". Luego un maestro habla de su experiencia como docente habilitado por las circunstancias y los cursos que ha recibido. Atrás de él decenas de niños sostienen el mismo códice de papel que yace extendido frente al hospital.
En el tiempo de aquí, en el poblado en ruinas y abandonado, una muchacha de blusa blanca, que participa en la caravana de paz, pinta con espray negro sobre la tierra del camino una paloma de la paz, una estrella y las palabras "te recuperaremos, Madre Tierra".
En el video, un indígena de Tepeyac da lectura a un mensaje para la sociedad civil reunida hoy para demandar la salida del Ejército Mexicano y el regreso de los desplazados. A nombre de hombres, mujeres, ancianos y niños, el hombre refiere cómo perdieron "las cosas más valiosas que tenemos.
"Los soldados han destruido nuestras casas. Contaminan los arroyos y el río principal. Siguen metiendo drogas y alcoholismo. No los queremos y no los necesitamos. Nuestra comunidad no es cuartel". Lo rodea una asamblea de la comunidad.
"No estamos dispuestos a retornar en condición de vencidos. No podemos estar presentes porque el Ejército federal nos persigue. Fuimos amenazados de muerte. A pesar de todo, como indígenas tojolabales seguimos luchando". Termina el encapuchado su lectura, y entrega las cuartillas a la "comisión", que también recibe los dos códices enrollados, y habrá de llevar los mensajes uno dentro de otro a la gente que ve el video esta tarde.
Entonces la cámara se abre y muestra a todos los habitantes de Guadalupe Tepeyac, cientos de ellos, con los rostros cubiertos, igual que en su primer encuentro con la sociedad civil, durante el memorable desfile en la Convención Nacional Democrática de 1994, en el Aguascalientes que hubo alguna vez. Y todos, en la película, aplauden largamente al público que mira el monitor, la sociedad civil. También se encuentran numerosos medios de comunicación.
Movimiento en la oficina del comisionado para la paz
Previa y paralelamente a la conmemoración del 10 de febrero, el ex senador panista Benigno Aladro se presentó en Guadalupe Tepeyac para instalar al equipo de trabajo que atenderá aquí, alternando con San Cristóbal de las Casas, las oficinas del comisionado para la paz, Luis H. Alvarez.
Benigno Aladro, miembro de la "Cocopa histórica", también se reunió hoy, por espacio de varias horas, con los mandos del Ejército Mexicano destacados en Guadalupe Tepeyac.
En días recientes se han sucedido versiones contradictorias respecto a si el gobierno retirará las tropas de esta comunidad (cumpliendo así con otro punto de las demandas zapatistas para negociar con el Ejecutivo), o si, por el contrario, se están reforzando las posiciones y se realiza un cambio de tropa. El hecho es que se han visto convoyes militares muy grandes, lo mismo entrando hacia esta comunidad que en el sentido contrario. Más allá de lo que se diga, no se ven indicios de que el Ejército vaya a salir de Guadalupe Tepeyac.
La oficina rodante del comisionado para la paz, estacionada a un lado del nosocomio selvático, hoy está abierta. Por cierto, el propio Luis H. Alvarez notificó a La Jornada en días pasados que las personas que han sido vistas aquí "buscando" a gente de Guadalupe Tepeyac para "entregarles un paquete" no son enviados por la oficina del comisionado.
La presencia de estos representantes oficiosos del gobierno ha sido confirmada por campesinos de El Carmen, La Realidad y Guadalupe Tepeyac.
Han pasado seis años y el "caso Tepeyac" sigue en las vísperas. Las casas, la escuela, la iglesia y las tiendas en ruinas y devoradas por la maleza hablan de un poblado desierto y fantasmal, en decadencia física. Pero también sugieren un paisaje inacabado, un caserío en ciernes, una posibilidad de recomenzar aquí vidas y siembras de los pobladores originarios, los dueños del ejido Guadalupe Tepeyac, municipio autónomo San Pedro de Michoacán.
"Esto era un pueblo. Aquí jugaban los niños, corrían, gritaban, hacían travesuras, reían, lloraban, perseguían los animales, brincaban, se peleaban y reconciliaban, como todos los niños del planeta. Ernesto Zedillo decidió castigarlos por pertenecer a una comunidad que decidió decir 'ya basta', que decidió pelear para que en su país se les reconociera", dice la carta que la sociedad civil leyó aquí, dirigida "Al Ejército Mexicano. Al gobierno de Vicente Fox". Y concluye: "Esto era un pueblo y así era infinitamente más hermoso de lo que es hoy con tanques y ametralladoras. Esto era un pueblo, y estamos aquí para que vuelva a serlo".