ESTRENO INTERNACIONAL PARA GEORGE BUSH
El
presidente de Estados Unidos, asociado con intereses petroleros árabes,
inaugura su mandato con el peligro de una guerra en el Cercano Oriente
que no quieren ni los gobiernos conservadores ni las monarquías
árabes, pero que se podrían ver obligados a encarar. En efecto,
Ariel Sharon, conocido por los árabes como El Verdugo de los campos
de refugiados palestinos de Sabra y Chatila, en Líbano, acaba de
hacer algunas declaraciones que suenan ante el mundo árabe como
una verdadera provocación. Por ejemplo, en el Muro de los Lamentos
declaró que Jerusalén es la capital "histórica e indivisible"
de Israel, desafiando así a las Naciones Unidas, que sostienen que
la ciudad debe ser compartida con los árabes o debe ser neutral
y, sobre todo, retando al sentimiento religioso de millones de musulmanes
que la consideran un lugar sagrado del Islam y al sentimiento patriótico
de los palestinos, que luchan para que sea su propia capital. Además,
Sharon dijo que "la Biblia estará por encima de las resoluciones
de las Naciones Unidas", desconociendo de este modo la legalidad internacional
y poniendo en dificultades a Estados Unidos, y declaró que no reconocerá
las negociaciones entre su antecesor laborista y la Autoridad Nacional
Palestina, sino sólo los acuerdos ya firmados, lo cual suena como
una verdadera imposición a Arafat de volver casi a fojas cero. Por
último, el líder de la ultraderecha reiteró lo que
había dicho y hecho como ministro para la colonización, o
sea que no retirará ninguna colonia israelí instalada en
territorio árabe ni devolverá a Siria los territorios del
Golán ocupados en la última guerra árabe-israelí.
Sharon ganó las elecciones con la mayor abstención
desde la guerra del Kippur en 1973 y, si se suman los votos de quienes
se negaron a elegir entre la ultraderecha y la derecha con los de los opositores,
no apoyan a Sharon sino menos de 39 por ciento de los israelíes
en condiciones de votar. Por eso mismo está intentando crear un
gobierno de "unidad nacional" con la derecha de los laboristas, como forma
de representar eventualmente la mayoría en caso de guerra con los
árabes.
Porque eso es lo que se perfila en el horizonte: Irak
ha declarado ya que está formando un ejército para "liberar
Jerusalén" y el moderado ministro de Defensa egipcio, en una reunión
castrense, declaró por su parte que Egipto desea la paz "pero está
preparado para la guerra", mientras el gobierno de Damasco dijo oficialmente
que la política de Sharon "era la guerra" y todos los grupos terroristas
(sostenidos por diversos gobiernos árabes) declaran que convertirán
a Israel y a la zona en un infierno.
Ahora bien, dado que Israel está en condiciones
militares de ganar una nueva guerra a los Estados árabes (que no
la quieren pero se ven forzados a amenazar con ella), ¿no es acaso
previsible que los aliados más seguros de Washington presionen a
Bush e incluso recuerden la utilización del "arma del petróleo"
en la guerra contra Israel y los aliados de éste? ¿No sería
oportuno entonces hacer saber al ultraderechista y racista Sharon que el
mundo civilizado rechaza sus bravatas y exige el acatamiento de las resoluciones
de la ONU y el respeto a las negociaciones de paz y decirle también
al presidente Bush que no se puede tergiversar al respecto?
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