Espejo en Estados Unidos
México, D.F. sábado 10 de febrero de 2001
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Editorial
 

ESTRENO INTERNACIONAL PARA GEORGE BUSH

SOLEl presidente de Estados Unidos, asociado con intereses petroleros árabes, inaugura su mandato con el peligro de una guerra en el Cercano Oriente que no quieren ni los gobiernos conservadores ni las monarquías árabes, pero que se podrían ver obligados a encarar. En efecto, Ariel Sharon, conocido por los árabes como El Verdugo de los campos de refugiados palestinos de Sabra y Chatila, en Líbano, acaba de hacer algunas declaraciones que suenan ante el mundo árabe como una verdadera provocación. Por ejemplo, en el Muro de los Lamentos declaró que Jerusalén es la capital "histórica e indivisible" de Israel, desafiando así a las Naciones Unidas, que sostienen que la ciudad debe ser compartida con los árabes o debe ser neutral y, sobre todo, retando al sentimiento religioso de millones de musulmanes que la consideran un lugar sagrado del Islam y al sentimiento patriótico de los palestinos, que luchan para que sea su propia capital. Además, Sharon dijo que "la Biblia estará por encima de las resoluciones de las Naciones Unidas", desconociendo de este modo la legalidad internacional y poniendo en dificultades a Estados Unidos, y declaró que no reconocerá las negociaciones entre su antecesor laborista y la Autoridad Nacional Palestina, sino sólo los acuerdos ya firmados, lo cual suena como una verdadera imposición a Arafat de volver casi a fojas cero. Por último, el líder de la ultraderecha reiteró lo que había dicho y hecho como ministro para la colonización, o sea que no retirará ninguna colonia israelí instalada en territorio árabe ni devolverá a Siria los territorios del Golán ocupados en la última guerra árabe-israelí.

Sharon ganó las elecciones con la mayor abstención desde la guerra del Kippur en 1973 y, si se suman los votos de quienes se negaron a elegir entre la ultraderecha y la derecha con los de los opositores, no apoyan a Sharon sino menos de 39 por ciento de los israelíes en condiciones de votar. Por eso mismo está intentando crear un gobierno de "unidad nacional" con la derecha de los laboristas, como forma de representar eventualmente la mayoría en caso de guerra con los árabes. 

Porque eso es lo que se perfila en el horizonte: Irak ha declarado ya que está formando un ejército para "liberar Jerusalén" y el moderado ministro de Defensa egipcio, en una reunión castrense, declaró por su parte que Egipto desea la paz "pero está preparado para la guerra", mientras el gobierno de Damasco dijo oficialmente que la política de Sharon "era la guerra" y todos los grupos terroristas (sostenidos por diversos gobiernos árabes) declaran que convertirán a Israel y a la zona en un infierno. 

Ahora bien, dado que Israel está en condiciones militares de ganar una nueva guerra a los Estados árabes (que no la quieren pero se ven forzados a amenazar con ella), ¿no es acaso previsible que los aliados más seguros de Washington presionen a Bush e incluso recuerden la utilización del "arma del petróleo" en la guerra contra Israel y los aliados de éste? ¿No sería oportuno entonces hacer saber al ultraderechista y racista Sharon que el mundo civilizado rechaza sus bravatas y exige el acatamiento de las resoluciones de la ONU y el respeto a las negociaciones de paz y decirle también al presidente Bush que no se puede tergiversar al respecto?

 

 

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