Ť Con Menotti se buscó trascender en un Mundial, sin importar las promesas económicas
A visita recíproca, al Tri no se le puede augurar un funeral en la eliminatoria
Ť Los problemas de la selección, cuando se juega en una sede como en Alemania 74 y España 82
Ť Manuel Lapuente, de los que pagó caro por no quedar entre los primeros en una Copa de Oro
ABRIL DEL RIO Y MIGUEL A. RAMIREZ / I
Bajo tenebrosos augurios, la selección mexicana se prepara con miras al hexagonal final de la eliminatoria mundialista para el 2002. Sin embargo, la historia dice que con el sistema a visita recíproca la invitación la tiene más que segura el Tricolor.
Es cierto que en el futbol nada está escrito, pero cobijados por el smog, la altitud, el castigador horario de las 12 del día y más de cien mil almas en el estadio Azteca, los seleccionados son capaces de despeinar hasta el siempre bien recordado Kojak.
Si la eliminatoria fuera en una sola sede, como ocurrió para el Mundial de Alemania 74 y España 82, entonces los descalabros en encuentros amistosos podrían augurar un funeral.
Pero a pesar de los sustos cada vez más frecuentes de Estados Unidos, principalmente, y el insufrible ambiente que se presenta en países como Honduras, la invitación para la Copa del mundo de 2002 se ve tan real como la de 1994 y 1998.
La verdadera preocupación de los dirigentes de la Federación Mexicana de Futbol no ha sido la eliminatoria, sino mirar desde la cumbre a los rivales en un Mundial, para acabar de paso con la maldición periodística de Ratones Verdes.
La llegada de Menotti
Luego de la ausencia en el Mundial de Italia 90 (por el problema de los cachirules), se contrató a César Luis Menotti para dirigir al Tricolor. Con el entrenador de verbo seductor y que llevó a Argentina al título en 1978 (cuyo mundial ningún mexicano quisiera recordar), se pensó en grande.
El
contrato del popular flaco establecía un salario de 15 mil
dólares mensuales y una ficha de 400 mil dólares en el primer
año. Para 1993 su ficha sería de 450 mil dólares y
esa cantidad se repetiría para 1994.
Por calificar al Mundial de Estados Unidos el premio sería de 200 mil dólares y por llegar con la selección a la justa cobraría 250 mil dólares.
En caso de superar la primera ronda de la Copa del Mundo, Menotti iba a cobrar 550 mil dólares. Si la selección nacional pasaba la segunda etapa, la recompensa sería de 600 mil dólares.
La FMF iba desembolsar 800 mil dólares únicamente para el técnico argentino (sus auxiliares Oscar Dean y Ricardo Poncini también cobraban), por pasar a semifinales y por ganar el Mundial el ofrecimiento era de un millón 200 mil dólares.
Tal vez a estas alturas no parezcan descabelladas tales cifras, pero en 1991, cuando en la caja fuerte de la federación sólo estaban los arreos de juego de un dirigente (según confesó Francisco González Paul, tesorero de la época), rayaba en la irresponsabilidad.
Menotti sustituyó a Manuel Lapuente, quien el 6 de julio de 1991 presentó su primera renuncia al Tricolor. "El fracaso que sufriera la selección mexicana de futbol, al no llegar a las semifinales del torneo Copa de Oro, orilló a una decisión drástica e intempestiva al técnico Manuel Lapuente, quien presentó su renuncia hoy por la mañana", rezaba un boletín de la FMF. No se esperó a dirigir el último partido contra Costa Rica que, por cierto, también se perdió 2-0.
En su explicación a Francisco Ibarra y Emilio Maurer, presidente de la FMF y responsable de la comisión de selecciones, respectivamente, Lapuente aseguró que "su salida no era por cobardía o precipitación, sino como persona adulta y madura que veía que eso era lo conveniente para que el proceso no sufriera altibajos peligrosos".
Además, recordó que "todos sabemos que los resultados son los que tienen la última palabra y el fracaso de no haber quedado entre los dos primeros lugares tiene que pagarse".
Ibarra y Maurer dijeron que con los resultados adversos se presentarían comentarios en contra, pero eso no afectaría su línea de trabajo y menos los llevaría a renunciar. Dijeron que eso sería de cobardes y que eso jamás lo harían, así como tampoco esperaban movimientos políticos por este descalabro.
Llegó Menotti y en su debut, el 20 de noviembre de 1991 en Veracruz frente a Uruguay, cosechó un empate a un gol, en uno de los 13 partidos amistosos previos a la eliminatoria de Estados Unidos 94, y de los que sumaría un récord de cinco derrotas, cinco empates y sólo tres triunfos, dos de ellos en calidad de locales.
La victoria, lejana
El
4 de diciembre en León (3-0) ante Hungría, y después
una goleada en el Azulgrana, de 4-0 sobre un desintegrado y fatigado conjunto
de la entonces CEI (Comunidad de Estados Independientes).
El único triunfo de los mexicanos fuera de casa previo a la eliminatoria sucedió en el quinto partido de Menotti, el 27 de julio frente a El Salvador, en aquel país. Y esa victoria sería la última, pues al continuar la gira de preparación, toda fuera de México durante los ocho juegos restantes, el Tricolor no conoció la victoria.
Empezó en el torneo de la Amistad, en Los Angeles, con una goleada de Brasil (4-0) y un empate sin goles con Colombia. Continuó una derrota de 2-0 frente a Rusia en Moscú; un empate a un tanto con Bulgaria, en Sofía; una traspié de 2-0 ante Rumania en Bucarest, otro de 4-2 en penales contra el Tenerife en esa ciudad, una igualada a un gol con Alemania en Dresden, y terminó con un 3-0 adverso frente a Croacia en Zagreb.
El argentino sólo dirigió la primera fase eliminatoria, en la que la selección nacional terminó líder de grupo. Pese a su jerarquía, no pudo evitar sumarse a los damnificados por la pugna entre directivos.
Ante la salida de Ibarra y Ma urer, los nuevos dirigentes, encabezados por Marcelino García Paniagua, eligieron a Miguel Mejía Barón ?recomendado por el propio Menotti?, para cumplir con la tarea de llevar a México al Mundial.
Mejía Barón debutó el 23 de enero de 1993 en Florencia con una derrota de 2-0 frente a Italia y un empate con España (1-1) en Las Palmas.
Después vinieron dos triunfos, en calidad de anfitriones, en Monterrey, de 2-1 sobre el Millonarios de Colombia y de 2-0 ante Rumania, pero luego México cayó en Santiago de Chile frente al Colo Colo (1-0), equipo que un mes después en el Azteca fue presa del titán en que suele convertirse el Tri cuando es anfitrión, pues aquella vez goleó 4-0, no obstante que tres días después, en Villahermosa, apenas sacó un empate al Peñarol.
El trabajo más lustre que dio Mejía Barón fue sin duda el subcampeonato de la Copa América Ecuador 93; aunque perdió al comienzo de la eliminatoria mundialista, en su visita a El Salvador, finalmente calificó a la Copa del Mundo de 94.