JUEVES Ť 8 Ť FEBRERO Ť 2001

Ť Ni reformas legales frenarán el problema del agro: investigación de INI-PNUD-CIESAS

Chiapas se ha convertido en motor de cambio de la población indígena, afirman estudiosos

ALMA E. MUÑOZ/II Y ULTIMA

En las postrimerías del siglo 20, Chiapas se convirtió en centro de reflexión política y motor de cambio para la población indígena nacional, además de pasar a ser uno de los estados con mayor movilidad interna de grupos étnicos por su sobrevivencia.

Para los estudiosos, ni las reformas constitucionales, impulsadas a raíz del conflicto armado que surgió en la entidad en 1994, podrán frenar los problemas de tenencia de la tierra, generados por el poder o la expulsión forzada y violenta de miles de desplazados, debido al crecimiento demográfico registrado en los últimos años sobre todo en los Altos, la selva Lacandona o ciudades como San Cristóbal de las Casas.

La diáspora incluye a indígenas mexicanos., quienes aparecen en los registros, pues consideran a Chiapas parte de su territorio, y pese a la demarcación territorial entre México y Guatemala desde 1824, para ellos "no hay rompimiento de las relaciones y la reproducción cultural" entre las etnias.

Dichos análisis integran el estudio elaborado por Javier Gutiérrez Sánchez como parte del proyecto Estado del desarrollo económico y social de los pueblos indígenas de México, a cargo del Instituto Nacional Indigenista (INI), el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), y el Centro de Investigaciones y Estudios en Antropología Social (CIESAS).

Hoy en día prácticamente no existe grupo indígena que no recurra a la migración como "práctica inherente a su reproducción económica y social". Conflictos internos, como la "supuesta" filiación religiosa protestante, forman parte del clima que obliga al éxodo interno en Chiapas, aunque algunos "disfrazan" problemas reales de la población derivados de pugnas políticas o del control sobre la tierra o el comercio.

Ello un origina elevado índice demográfico y, por ende, parcelación de la tierra, insuficiencia de medios para sobrevivir en sitios de origen, crecimiento de vías de comunicación e infraestructura y desarrollo de centros urbanos y agrícolas grandes y medianos.

Para Gutiérrez Sánchez, la historia de la migración indígena en Chiapas se relaciona con dos fenómenos fundamentales: el agrario y el demográfico. "Ambos, y la imposibilidad de acceder a mercados de trabajo, son ejes que han determinado los procesos históricos de la emigración regional, cuyo epicentro se ha localizado en territorios tradicionales indios" con intención de expandirse: los tzotziles hacia San Cristóbal de la Casas, Teopisca y la zona zoque; los tzeltales a la selva Lacandona, los municipios tzotziles, el territorio chol, y en los últimos años, hacia Campeche, Yucatán, Quintana Roo, Tabasco o Veracruz.

Las coyunturas económicas incidieron en las migraciones internas. La caída del precio del café fue básica para que los choles dedicados al grano modificaran o abandonaran cultivos, o emigraran hacia zonas que les posibilitaran su sobrevivencia.

A raíz del conflicto armado Chiapas entró en etapa de "redefinición y consolidación no sólo de fronteras étnicas territoriales, sino de autoformación de identidades de pueblos indígenas", lo que suscitó una etnogénesis, la "construcción" de nuevos grupos mediante la relación de indígenas con otros sectores.

De 1970 a 1990, ejemplifica el autor, Chiapas registró un crecimiento poblacional en sentido contrario al de disminución en el país. Las cifras, básicamente en regiones indígenas, se duplicaron, y la constante sigue en ascenso, aunque en menor proporción. De un millón 559 mil 340 habitantes, en aquellos años el índice alcanzó los tres millones 210 mil 496 personas. Tan sólo en los Altos, el número de hijos es de aproximadamente 10 por mujer.