MIERCOLES Ť 7 Ť FEBRERO Ť 2001
Ť Investigación conjunta del INI, PNUD y CIESAS sobre la migración de las etnias
Los indígenas, verdaderos "nómadas de fin de siglo"
ALMA E. MUÑOZ/I
Considerados "verdaderos nómadas de fin de siglo", los indígenas contribuyeron a crear una de las principales corrientes migratorias en el país. Los últimos estudios resaltan que tan sólo 13 etnias aportan 90 por ciento del total de migrantes en este rubro. En busca de mejores condiciones de vida, estos grupos ya traspasaron la frontera estadunidense, y son excepcionales los casos en que alcanzan mejoras sociales.
Dentro de México forman parte de los cinturones de miseria de ciudades medias --cuyos núcleos de población oscilan entre cien mil y 500 mil habitantes-- e hicieron de la mendicidad una de sus principales fuentes de ingresos.
La diáspora surge por desesperación, desnutrición, desarticulación familiar, erosión de los suelos, ausencia de empleos, caciquismo, violencia, discriminación, conflictos políticos, sociales o religiosos, racismo, desastres naturales, indiferencia institucional y las recurrentes crisis económicas nacionales. Sólo que su carencia de instrucción y documentos personales les cierran las posibilidades de empleo.
Al occidente del país, particularmente en León, las más de 200 familias indígenas establecidas allí en los últimos cinco años viven en condiciones infrahumanas, en las orillas de un río y las colonias de la periferia, sin energía eléctrica, drenaje ni agua potable.
Originarios de Oaxaca --donde la migración afecta a 75 por ciento de los municipios-- enfrentan además la posibilidad de ser desalojados de terrenos de Ferrocarriles Nacionales de México a raíz de la privatización de la paraestatal.
La tendencia a ocuparse en el sector informal refleja que actualmente 77.6 por ciento de las mujeres indígenas se dedican a comercio ambulante y venta de artesanías. Los varones consiguen emplearse como peones de la construcción, vendedores informales o jornaleros agrícolas, a lo más. En puntos turísticos como Acapulco, ni la mendicidad o el ambulantaje les permite contar con habitación, y llegan a dormir en playas, patios de vecindad, cuartuchos de azotea, centrales camioneras o mercados.
El trabajo La migración indígena en México forma parte de una serie de investigación del Instituto Nacional Indigenista (INI), el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y el Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS).
Dichos documentos son los primeros resultados de un amplia gama de estudios que hoy comenzarán a ser difundidos.
A cargo de diversos académicos e investigadores, los análisis reflejan preocupación por la falta de respuesta institucional a necesidades de las comunidades étnicas. Para el trabajo se seleccionaron 106 áreas, entre ellas ciudades de tradición migratoria y localidades medias o pequeñas inmersas en un proceso de creciente concentración de migrantes indígenas.
Los estudios reflejan que las zonas consideradas anteriormente como las más concentradoras de inmigrantes --las ciudades de México, Guadalajara y Monterrey-- hoy son "expulsoras de población" hacia sus áreas metropolitanas, y hacen de las ciudades medias y pequeñas centros de "rápido crecimiento poblacional".
Pese a la carencia de datos reales respecto a la migración interna, especialistas en el tema coinciden en que hubo un cambio en la concentración. Ahora, los desplazamientos intraurbanos de indígenas obedecen a la escasez de vivienda y servicios, lo que provoca su traslado y concentración a lugares --como las delegaciones Iztapalapa, Tlalpan y Xochimilco-- "donde existen posibilidades de adquirir un terreno o un espacio más económico donde vivir", aunque se conviertan en "ciudades perdidas".