MARTES Ť 6 Ť FEBRERO Ť 2001
 
Ť El narrador mexicano y aventurero en Europa es autor de El cielo a dentelladas

Sarabia: escribo para un lector ideal y espero que algunos se identifiquen con ése que fui

Ť Impulsar a escritores latinoamericanos, política de Ediciones B, señala

CESAR GÜEMES

Escribe sólo para sí mismo, para el lector que fue hace unos años, y con esa fórmula ha conseguido ser uno de los pocos escritores mexicanos con una amplia capa de lectores en Europa, donde ha vivido alternando sus estancias en París con Guadalajara. A la bibliografía de Antonio Sarabia constituida por El alba de la muerte, Amarilis, Los avatares del piojo y Los convidados del volcán, se suma ahora El cielo a dentelladas que aparece bajo el sello de Ediciones B en su serie Ficcionario.

?Salvo en ámbitos académicos, echar mano de la riqueza de las novelas de caballería es un recurso relegado. ¿Cómo te acercas a la recuperación de este espíritu narrativo?

?Observé que ese tipo de literatura tuvo mucha influencia en las personas que vinieron a conquistar América, no tanto en los descubridores como en los conquistadores. De modo que llegaron con toda la mitología de la época, plasmada en las novelas de caballería. Eso fue fundamental para su actitud. Por otra parte Tirante el Blanco, una de las obras a las que aludo en el libro, se mantiene como una novela extraordinaria para la época moderna, contiene apartados de los más sensuales y eróticos de la narrativa, y desde luego hay una cierta nostalgia y reminiscencia de Cervantes que observo en hechos como que mi personaje, aprendiz de impresor, se llame Alonso igual que el famoso Quijano. Alguien que aunque no pierde la razón, de cualquier forma ve la realidad permeada a través de lo que ha leído en Tirante el Blanco.

Asombro por la Alahambra

-Buena parte de la acción transcurre en Sevilla. ¿Querías invitar al lector nacional a remontarse en el espacio geográfico, además de hacerlo en el tiempo?
sarabia
-No, para nada. No había pensado en eso hasta ahora que lo mencionas. Tampoco pienso invitar al lector español. Lo primero que se me ocurrió fue la situación de un esclavo que va a Sevilla como criado de Bartolomé de las Casas. Tenía que hablar de la ciudad en ese tiempo, así que no invitaba a nadie a nada sino que creaba el espacio escénico en donde históricamente se desenvolvían los personajes. No me quedaba más que apechugar. Si las cosas resultaban bien, qué bueno, si no, ni hablar porque no podía ubicarlos en otra parte.

-¿Qué liga encuentras entre novelas tuyas como la presente y tu larga estancia en Europa?

-Es algo que me he preguntado y veo que sólo una de mis novelas hasta ahora transcurre en París, donde viví. Las demás pasan ya sea en México o en España. Vamos a ver, la primera novela que hice sucede en Granada, porque para mí descubrir la Alahambra fue una sorpresa maravillosa, me llenó de asombro. Lo de Sevilla es impuesto y lo de Madrid en cierta forma también porque en su momento me interesó el personaje de Lope de Vega, en sus últimos años cuando ya es sacerdote y se enamora de la joven De Nevares. Así que llego a la conclusión, mientras lo pienso en voz alta, que los espacios escénicos se me imponen desde fuera. Por ejemplo, si escribo una novela sobre Ramón Corona, forzosamente tendré que hablar de sus espacios, sin que yo los escoja.

Comenzar en el viejo continente

-A lo largo de tres lustros alternaste tu vida profesional entre París y Guadalajara. ¿Qué te conecta a esas dos urbes?, ¿qué te enamora de esos dos lugares para escribir?

-Mi ida a París respondió a dos razones fundamentales, una familiar porque mi esposa es francesa, y otra porque deseaba tomar un año sabático allá a fin de escribir una novela. Luego resultó que fueron muchos los años sabáticos que me tomé. Recuerdo ahora que en cierta ocasión le dijo Mario Vargas Llosa a Carmen Balcells: ''Imagínate: me publican, me traducen y además me pagan". Así que mi año sabático aquel está ampliamente pagado por los editores. Quise vivir la aventura europea sin dejar mis raíces mexicanas. El hecho es que tengo un hijo muy joven, criado en París que al llegar a Guadalajara se hizo chiva de inmediato y empieza ya a mentar madres a diestra y siniestra. Estoy unido a ambas ciudades por todos lados.

-Tu caso dentro de la narrativa mexicana es singular: tus libros se conocen más en Europa que en México. Eres un nacional de exportación.

-Me siento muy contento de que se me conozca en alguna parte. Si es en Europa  qué bueno. Comencé a escribir allá, y los contactos literarios que hice fueron en ese ámbito. Primero me acerqué a Elena Garro, que allá vivía, y después conocí a Carmen Balcells quien empezó a difundir mi trabajo en su círculo que es europeo. Curiosamente los derechos para México fueron comprados por una editorial sudamericana que tenía muy poca entrada a nuestro país, es por eso que aquí mis novelas se vendían a cuentagotas.

''Recuerdo que a raíz de mi segunda novela, hablando con el director editorial de esa casa que no quiero recordar, me dijo que mis libros no se vendían porque en México no me conocía nadie. Hombre, pues eso era para que a la editorial aquella le diera vergüenza, no a mí. Pasó el tiempo y Carmen decidió acercarme primero a Planeta y luego a Ediciones B, que tiene en este momento la política de impulsar autores latinoamericanos, entre los cuales hay dos mexicanos.''

-Escribes entre México y Europa, pero no invitas explícitamente al lector mexicano, ¿lo haces con el europeo?

-Tampoco. Escribo para un lector ideal que seguramente soy yo, pero un poco más joven. Espero que algunos lectores se identifiquen con ése que fui, porque para ellos escribo, no importa si están en Grecia, Italia o Buenos Aires, me da exactamente igual.