MARTES Ť 6 Ť FEBRERO Ť 2001
Ť Revelan fuentes de la secretaría de Finanzas fuga de 3 mil millones de pesos
La guerra de los tres días de empleados de la Tesorería, para defender ingresos millonarios
Ť Historias de corrupción en las oficinas recaudadoras Ť Todo comenzaría en las cajas
BERTHA TERESA RAMIREZ
Ganancias de 3 mil millones de pesos influyeron en la "guerra de los tres días" que declararon la semana pasada al Gobierno del Distrito Federal empleados adscritos en las 40 oficinas tributarias de la Secretaría de Finanzas, revelaron fuentes de la dependencia.
Detrás del movimiento iniciado por empleados de las secciones 11, 15, 17, 30 y 49 del Sindicato Unico de Trabajadores del Gobierno del Distrito Federal (SUTGDF) el martes de la semana pasada, y que incluyó la suspensión de labores en varias oficinas recaudadoras durante tres días, para obligar a esa secretaría a cubrir horas extras en el primer trimestre, como parte del programa de recaudación anual 2001, existe "la defensa a una mina de oro" que le reporta a los empleados corruptos ganancias por mil 500 millones de pesos y una cantidad similar a otros grupos delictivos denominados "la Tesorería Alterna", la cual emite toda clase de documentos de pago falsos de impuesto predial, tenencia vehicular, consumo de agua, nómina y otros.
Las fuentes consultadas advierten que estos 3 mil millones de pesos, que se fugan de las arcas públicas, representan 5 por ciento de la recaudación total anual del Gobierno del Distrito Federal. Señalaron que la raíz de esa red de corrupción ya se investiga por medio de 760 denuncias interpuestas ante la PGJDF en contra de empleados involucrados de la tesorería, bancarios y otros, luego que se ha detectado un millonario fraude a empresas que al cubrir el pago del impuesto de 2 por ciento sobre nómina, han recibido a cambio comprobantes apócrifos. Las fuentes informaron que entre las empresas que han presentado denuncias se encuentran Chrysler, Aurrerá, Televisa, Ford Mylsa y Sanborns, entre otras.
Funcionarios de la administración pasada descubrieron la punta del largo hilo de la corrupción en agosto de 1998, gracias a "un pequeño detalle".
Y es que un ciudadano que acudió a las oficinas del Registro Civil que se encuentran en las calles Doctor Andrade y Arcos de Belén, con la finalidad de obtener unas copias de su acta de nacimiento, se encontró en la explanada a un vendedor ambulante, de aquellos que venden portacredenciales, bolígrafos y micas, y le ofreció 50 por ciento de descuento en el pago de su tenencia vehicular.
Ante la tentadora oferta de descuento, el ciudadano aceptó, por lo que el vendedor ambulante le entregó los hologramas del pago y la tenencia, documentos casi idénticos a las originales.
Dos meses más tarde, al acudir al padrón vehicular, se dio cuenta que ese pago nunca ingresó a las oficinas de la Tesorería, y además no sólo debía el monto de la tenencia, sino los recargos, multas y otros gastos.
Este es uno de los cientos de casos que las autoridades fiscales han detectado, y cuyas denuncias ya se siguen en la PGJDF.
La mina de oro
De algunas de las muchas formas que ha tomado la corrupción en las oficinas fiscales da cuenta un empleado jubilado, precisamente en la fila de una oficina de recaudación. El hombre que estaba a la mitad de la larga línea para pagar el predial, miraba constantemente el reloj y ojeaba un diario que daba cuenta del paro de labores que iniciaron trabajadores en varias oficinas tributarias, la semana pasada. Parecía tener prisa de hacer el pago y para matar el tiempo inició conversación con un anciano que lo precedía en la línea.
"Algunos empleados de estas oficinas --dijo a su compañero de fila-- ganan cantidades industriales de dinero y por ello son capaces de matar a quien sea. Este negocio es más productivo que el narcotráfico porque para ese negocio hay que invertir en laboratorios, siembras, etcétera, mientras que en éste sólo hay que saber escanear, sacar copias de documentos, hacer marcas apócrifas y cobrar".
La historia sin fin
La corrupción empieza en las cajas, le dice al hombre de la tercera edad, "la más clara es cuando algún automovilista llega a pagar una tenencia de 300 pesos con un billete de 500 y el cajero que se lo recibe le certifica el pago pero no le devuelve el cambio. Ante el reclamo del contribuyente el cajero le responde: "šme pagó lo justo! o indíqueme el número de serie de su billete. Ante la impotencia del automovilista por no poder decir el número, sólo acierta a responder: "šoiga, esto es un abuso, me voy a quejar! Pero el cajero, con tono de hartazgo y prepotencia le responde: špagó lo justo!, šhaga lo que quiera!.. šel que sigue, por favor!".
El anciano se involucra en la plática: "ƑCómo lo sabe?", pregunta a su interlocutor, dispuesto a la charla. El hombre le responde: "porque trabajé 26 años en las oficinas de la Tesorería en la delegación Gustavo A. Madero.
En voz baja, el que ahora se sabe es un empleado jubilado de una oficina de recaudación, añade que ese es el más simple de los eslabones de la cadena de corrupción que se da en esas oficinas y que llega a ser mayor porque ocurre a empresas que por ejemplo pagan con cheque de hasta 10 millones de pesos.
En esos casos, agrega, "el cajero recibe la documentación y el cheque y luego, con el argumento de que va a pedir autorización para aceptarlo, por el monto del cheque, se traslada a un lugar de la misma oficina tributaria, que puede ser la bodega o el estacionamiento, en donde tienen un equipo de cómputo, igual al que tiene la oficina de recaudación, y con una marca apócrifa sella los documentos como pagados, luego regresa con el contribuyente y le informa: ya pasó su cheque".
El empleado de la oficina recaudadora pone el sello de pagado con una marca de caja que es muy parecida a las reales y no ingresa la cantidad al erario, y en complicidad con algún cajero de alguna institución bancaria deposita esta cantidad en la cuenta de algún particular o de varios, para después disponer del dinero.