REPORTAJE
Afirman que defienden su territorio desde 1535
Reivindican indígenas la vocación rural de Milpa Alta
Una de las principales preocupaciones de la comunidad indígena de Milpa Alta es la venta de tierras, que hasta julio del año pasado había causado 91 asentamientos irregulares, en los cuales habitaban 912 familias ?se estima que en la actualidad son más de mil?, integradas por 3 mil 676 personas. Los pobladores, dice uno de sus representantes, han estado combatiendo ese problema, "pero desgraciadamente no hay respuesta por parte del gobierno; ni de la SRA ni de la delegación política"
ROSA ROJAS /V
Milpa Alta es una comunidad indígena que desde 1535 ha luchado en defensa de su territorio, sus recursos naturales y sus tradiciones. Posee "en forma pacífica" 17 mil 900 hectáreas y tiene litigio en otras 7 mil. Produce 70 por ciento del nopal que se cultiva en el país. "Donde se siembra nopal no se siembran casas", declaró Ramiro Taboada García, representante comunal de la cabecera, Villa Milpa Alta.
Durante un recorrido por la comunidad ?un conglomerado de nueve pueblos con 70 mil comuneros de los 96 mil habitantes asentados en el territorio?, Taboada explicó que cuentan con 16 mil hectáreas de vocación forestal (de las 37 mil 400 hectáreas de ese tipo que existen en el Distrito Federal), las cuales se han reforestado en forma intensiva desde 1998.
"No hacemos explotación del bosque, lo que se extrae del saneamiento se usa para la mayordomía (que se encarga de organizar las fiestas comunitarias); también se le da uso doméstico". Pero hace falta un programa integral porque se han hecho planes aislados, indicó.
Informó que entre las principales preocupaciones de la comunidad están la falta de solución al litigio que sostienen con San Salvador Cuauhtenco desde 1650, por casi 7 mil hectáreas, y la venta de tierras por parte de ese poblado que se da en la zona en disputa, así como en San Pablo Oztotepec, San Pedro Atocpan, Xicomulco y en el ejido San Antonio Tecomitl.
Ese comercio causa asentamientos irregulares, aseguró,
por lo que se han perdido al menos cien hectáreas, y fueron invadidas
unas 300 más.
En julio del año pasado había 91 de esos
lugares, en los cuales habitaban 912 familias ?estimó que ahora
son más de mil?, lo que equivalía a 3 mil 696 personas.
Explicó que la comunidad ha estado combatiendo ese problema, "pero desgraciadamente no hay respuesta por parte del gobierno; ni de la Secretaría de la Reforma Agraria ni de la delegación política de Milpa Alta".
Se puede frenar la venta ilegal de tierras dentro de la comunidad con sus nueve pueblos, pero en lo que no está dentro de bienes comunales no se podría, eso le toca hacerlo a la delegación, que en cambio les está llevando servicios: primero vías de acceso y después agua y luz, "lo que automáticamente está propiciando" que el problema se intensifique.
Construcción sin freno
El conflicto empezó intensamente en 1990, cuando era regente Manuel Camacho Solís, quien emitió un acuerdo para la ampliación de los cascos urbanos.
La comunidad se amparó; el fallo favorable a este recurso salió hasta 1995, "y en esos cinco años creció la mancha urbana; como quien dice, ya para qué. La suspensión del acto reclamado se dio en teoría, porque las construcciones siguen, no hay quién las frene".
Además, el anterior delegado, Juan Guerra, suscribió en 1999 convenios de crecimiento cero con los asentamientos irregulares, con el fin de "llevarles servicios, agua, luz, drenaje, para consolidarlos. Y esto, sin haber consultado a la comunidad. Y todos están en zona de reserva ecológica".
La comunidad solicitó en abril de 2000 a la entonces jefa del Gobierno del DF, Rosario Robles, su intervención directa para anular esos convenios.
Al no obtener respuesta, el 15 de julio le envió una carta insistiendo en el asunto, dado que las autoridades "involucradas en la firma de los convenios pasaron por alto el carácter comunal de nuestras tierras y el hecho de que en ellas deciden sus legítimos propietarios: los comuneros listados en los censos respectivos.
"No toleraremos que una vez más, y como ocurre al finalizar cada sexenio, los gobiernos en turno permitan la consolidación de asentamientos irregulares con propósitos electorales, pues primero están la aplicación de la ley, la defensa de la vida y la protección de nuestra antigua propiedad comunal", señalaba el escrito.
No hubo respuesta y luego "vino el cambio de gobierno; ahora no sabemos si lo retomen o no, pero les siguen llevando servicios a los asentamientos irregulares".
Por otra parte, en 1998 y 1999 se trabajó en cinco poblados para realizar el Plan Parcial de Des
Se hizo el plan y el levantamiento, "tenemos todo el estudio pero no se ha respetado. En este caso la delegación sigue autorizando construcciones fuera del casco urbano", aseveró Taboada.
Respecto a la nueva delegada, la perredista Guadalupe Chavira de la Rosa, indicó que no han tenido ninguna relación con ella; "nos ha tenido marginados, no sabemos cuál sea su plan de trabajo ni qué programa tenga en cuanto al crecimiento". El acercamiento que hubo fue sólo para manifestarle, en días pasados, un tajante rechazo a que entrara el Ejército al territorio comunal a realizar "servicio social".
En relación con el conflicto de límites que tiene Milpa Alta con San Salvador Cuauhtenco, apuntó que desde 1650 llegaron los habitantes de ese poblado solicitando permiso para pastar su ganado en la zona poniente de la comunidad.
Desde 1690 San Salvador ha tratado de que se le reconozcan, primero, 3 mil hectáreas, y ahora casi 7 mil, "lo cual los pueblos de Milpa Alta, en ningún momento, en ninguna época, han aceptado".
En 1952 salieron resoluciones de reconocimiento y titulación tanto para Milpa Alta como para San Salvador, se interpuso el primer recurso de amparo, quedó sin efecto ese reconocimiento y se inició de nuevo el proceso.
"Se ha solicitado al magistrado del Tribunal Unitario Agrario (TUA) 24 que, en tanto, se reconozca y titule a la comunidad la parte que no está en conflicto, pero no lo ha aceptado", agregó.
Sobre el particular, el magistrado del TUA 24, Jorge Gómez de Silva, quien lleva el caso, informó que ese es el único expediente que tiene pendiente de los casi mil 600 de rezago agrario que recibió al crearse el tribunal, en 1992.
Este expediente fue recibido en 1997. Se han realizado pláticas con los representantes de los pueblos y visitas a la zona; se han establecido mecanismos de concertación, en los que han participado el GDF, la Procuraduría Agraria, el Registro Agrario Nacional y la representación de la SRA en el DF.
Las pláticas entre Milpa Alta y San Salvador Cuauhtenco, dijo el magistrado, "han sido bastante cordiales, se han roto algunos antagonismos del pasado, se ha permitido el flujo de información entre los pueblos".
Actualmente, el expediente "está en la etapa final de sustanciación", a la espera de documentación que está por llegar, del Archivo General de la Nación. Está información es la traducción del náhuatl al español de documentos de hace 400 años, "que son los últimos elementos informativos que nosotros estamos esperando para poder emitir ya nuestra resolución", informó Gómez de Silva.
El delegado de la Procuraduría Agraria en el DF, Mario Ramírez Bretón, dijo que en este juicio la dependencia tiene representación de ambas comunidades indígenas, y que aunque San Salvador Cuauhtenco no formaba parte de los nueve pueblos de Milpa Alta y fue impuesto por los españoles hace 400 años, "ahora tienen posesiones que definitivamente deben respetarse porque tienen la friolera de 350 años".
Abundó: la resolución de este conflicto no buscará mover ningún asentamiento, "es no darle al que no tiene la tierra el título de lo que no tiene. Como son zonas de uso común, no tienen una ocupación física por personas; van, sacan su leña, pastorean... pero las posesiones de Milpa Alta son muy claras; también las de San Salvador Cuauhtenco".
Taboada García subrayó que los primeros pobladores de Milpa Alta se asentaron en 1117. En el expediente agrario ya hay información de 1535. Existen títulos virreinales de 1555 que reconocen 27 mil hectáreas al señorío de Malacaxtépetl Momoxco, "y desde entonces se ha venido defendiendo la tierra".
La barrera del nopal
Los milpaltenses reivindican ser indios. "Somos pueblos originarios y defendemos las tradiciones y la cultura, pero como ya no nos ven de huaraches dicen que ya no somos indígenas, por el hecho de estar cerca de la ciudad", dijo Taboada.
Indicó que aquí, a diferencia de lo que ocurre en la mayor parte de las zonas rurales de la metrópoli, se vive de la agricultura, aunque también del comercio: barbacoa, carne de porcino. En Atocpan, unas 4 mil personas se dedican a producir mole.
Se tienen 10 mil hectáreas de vocación agrícola. Antes se cultivaba maíz, frijol, haba. Ahora se siembran 4 mil 200 hectáreas de nopal, que según datos oficiales producen 246 mil toneladas al año. Dan empleo a jornaleros provenientes del estado de México y Oaxaca, aunque tienen un respaldo "mínimo" para la agricultura. "Antes el PRI manipulaba los apoyos".
El nopal se vende por pacas de aproximadamente 3 mil piezas, de unos diez centímetros de largo, cantidad que en tiempo de frío se expende en mil pesos, pero de abril a junio baja a cien pesos.
De media hectárea se sacan dos pacas semanarias, pero el trabajo tiene que ser constante, pues de lo contrario se enyerba la plantación y hay que voltear el cultivo y resembrar.