SABADO Ť 3 Ť FEBRERO Ť 2001

Adolfo Gilly

Del mito a la historia: Chiapas y el EZLN /y II

En su libro La rebelión de Chiapas, Neil Harvey estudia en detalle la influencia de la Iglesia católica, y en especial del obispo Samuel Ruiz, en las comunidades indígenas de Chiapas: desde 1968, "los catequistas ya no fueron instruidos simplemente para tomar la Palabra de Dios y entregarla a sus comunidades. En vez de ello, tenían que hacerla encarnar en sus tradiciones culturales y en su vida cotidiana (...). Los catequistas ya no se veían restringidos a los asuntos religiosos, y estimulaban la discusión de los asuntos económicos y políticos en la vida cotidiana de la gente" (p. 92). El resultado de esta actividad "fue la creación de una red de líderes de las comunidades que fue más allá de las actividades religiosas para inspirar nuevas formas de organización política y económica las cuales con el tiempo serían absorbidas por el EZLN" (p. 93).

Por otra parte, Harvey indaga otros antecedentes de la rebelión zapatista en el desarrollo de movimientos sociales y demográficos, como la colonización de la Selva Lacandona entre 1930 y 1970. Esta migración, que parecía ser una válvula de escape para las presiones creadas por la demanda de tierras en el resto del estado, desencadenó dinámicos procesos desestabilizadores de largo alcance y se convirtió en una forma inédita de resistencia y relación con los gobiernos: "La migración de colonos a la Selva Lacandona y su organización en cooperativas a nivel de comunidad a través de la Iglesia católica se puede interpretar como la reconstitución de la comunidad y de la identidad étnica" (p. 85).

En esta visión, la identidad étnica no presupone tanto "la existencia de antiguas tradiciones indígenas", sino "el hecho histórico de que en el proceso de resistencia y creciente trato con las sociedades ladinas, las comunidades de Chiapas se han ido reestructurando" (p. 84). En su insistencia en la dimensión histórica de las relaciones sociales y políticas, antes que en la dimensión mítica o solamente sociológica, reside buena parte de la fuerza de la argumentación de Harvey.

La reforma neoliberal del Estado mexicano, especialmente a partir del gobierno de Carlos Salinas de Gortari (1988-1994), y el ingreso de México en el TLC (1994), fueron una catástrofe económica para los campesinos chiapanecos. "La relativa protección a la producción de maíz y frijol se subordinó finalmente a los imperativos del libre mercado. A pesar de la oposición de todas las organizaciones campesinas nacionales, los dos cultivos se incluyeron en las negociaciones del TLC (...). Los fundamentos del TLC parten de que cada país debería producir bienes y servicios en los cuales pueda tener ventajas comparativas. Ese argumento implica que más de dos millones de pequeños productores en México no podían sobrevivir como productores de maíz. En México, los rendimientos promedio son de 1.7 toneladas por hectárea, en comparación con las 6.9 toneladas que se producen en Estados Unidos" (pp. 192 y 193). La política económica del gobierno federal vino así a completar las condiciones para la rebelión de Chiapas.

De su extenso estudio, Neil Harvey concluye: "La apertura zapatista afectó las luchas en cuatro áreas principales: los derechos de los pueblos indígenas de México, la democratización del país, la reforma agraria en Chiapas y los derechos de las mujeres" (p. 210). En este último punto, importante para todas las mujeres mexicanas, Harvey identifica tres factores significativos: "El hecho mismo de la colonización, que requería que las mujeres adoptaran papeles no tradicionales en los nuevos ejidos de las tierras bajas; la incorporación de las mujeres a las cooperativas agrícolas populares (...) y en cooperativas artesanales ubicadas en San Cristóbal" (pp. 230 y 231); y "la creación del EZLN: las asambleas comunitarias dominadas por varones se vieron transformadas por las demandas de las mujeres que reclamaban una participación igual en la lucha" (pp. 230 y 231).

Finalmente, Harvey considera la demanda de autonomía como "una respuesta a la crisis de la esfera institucional y a la prolongada ausencia de garantías democráticas en Chiapas" (p. 239).

"Una de las ventajas de adoptar un enfoque histórico es que éste nos permite observar la evolución de la resistencia campesina a lo largo del tiempo", anota Neil Harvey en las conclusiones de su obra (p. 233). Ese tipo de mirada debería también permitirnos resistir las tentaciones del mito, la facilidad de las improvisaciones políticas o periodísticas y los muchos peligros de la insensatez. Para quien quiera aproximarse con seriedad al conflicto de Chiapas y al movimiento indígena y campesino de México, el libro de Neil Harvey que Ediciones Era nos entrega es de ahora en adelante indispensable.