SABADO Ť 3 Ť FEBRERO Ť 2001
Ť Conferencia de Víctor Flores Olea en El Colegio Nacional
Democracia radical, alternativa ante el modelo liberal
MARIA RIVERA
La democracia liberal y la representación política electoral entraron en crisis en la medida en que los gobiernos se convirtieron en consejos de administración de las grandes corporaciones, dejando de representar los intereses generales de la sociedad, sostuvo el investigador Víctor Flores Olea, en su conferencia Hacia una democracia radical, en El Colegio Nacional. La voluntad general es secuestrada por los grandes centros económicos, vaciando de significado los conceptos. El resultado ha sido la creciente separación entre sociedad y Estado, y entre sociedad y política, lo que repercute en la creciente inasistencia de los ciudadanos a las urnas, debilitando el contrato social.
Los partidos se han convertido en parte del Estado -destacó el doctor el ciencias políticas, ante la atenta audiencia que ha seguido el ciclo Perspectivas de la democracia en México-, reduciendo su función a conferir legitimidad al poder público, profundizando la separación entre partidos políticos y sociedad civil. Esta reducción de la democracia a una mera técnica de comportamiento ciudadano en los procesos electorales tiene su respuesta en las urnas semivacías; de esa manera los ciudadanos pasan la cuenta a las democracias actuales por la pasividad ante su actual situación.
En medio de este sombrío panorama, Flores Olea percibe una salida esperanzadora en la sociedad civil. Señala que a pesar de los propósitos homogeneizadores del sistema capitalista, la sociedad acrecienta su pluralidad. Grupos que se pronuncian por la preservación del sistema ecológico, a favor de los derechos humanos, de las etnias, de las mujeres y los jóvenes, de los homosexuales, de los grupos de la tercera edad y de los consumidores, serían los abocados a dar forma y contenido a la democracia radical que se prefigura como una alternativa a la de corte liberal.
En el sistema capitalista actual la sociedad civil afirma sus espacios de libertad en la medida que desorganiza proyectos estandarizadores del Estado, de los consorcios, y de los centros económicos de poder. "Seattle, Washington, Praga, Niza, son algunos de los momentos más conocidos de esta protesta. Se diría que estos movimientos no poseen coherencia teórica e ideológica y que son esfuerzos fragmentarios, pero en el terreno práctico empiezan a encontrar sorprendentes puntos de convergencia. La reunión de Porto Alegre -celebrada hace unos días- es el comienzo de un esfuerzo teórico y político que puede ser excepcional para construir alternativas sólidas a la situación presente. Tal coincidencia se debe a que unos y otros perciben la causa real de los agravios: la estructura del sistema dominante".
Estos movimientos sociales suponen recuperar el control sobre las vidas, reapropiarse del ambiente y rehacer las facultades creativas y profesionales de todos. Sobre esa base se crearía un nuevo contrato social, cimiento de una renovada democracia.
Más adelante planteó que la radicalización de la democracia supone la redistribución del poder y el desmantelamiento de las instituciones que consagran la desigualdad, la explotación, el sexismo, la homofobia y el racismo, todo con el fin de crear una nueva hegemonía que tendría como signo distintivo la unidad en la pluralidad.
En las sociedades complejas estos cambios no serán resultado de la lucha de algún partido político, o del ascenso al poder de una clase social única. Tampoco habrá más tomas del Palacio de Invierno -es decir, momentos únicos de cambio-, sino que las transformaciones serán graduales, combinándose las "reformas reformistas" con las propiamente revolucionarias. Esta democracia estaría en un estado de perpetua prueba y es más un camino que un punto de llegada, una ruta más que un objetivo a alcanzar. Las transformaciones no se da-rían nada más en el ámbito político sino que incorporarán la dimensión cultural, ética y económica, contando con la participación de los grupos y clases sociales que han sido excluidos por el neoliberalismo.
Flores Olea sostuvo que la democracia radical es una utopía posible, y que algunos de sus rasgos están ya perfilados en los movimientos sociales en proceso.