MARTES Ť 30 Ť ENERO Ť 2001
El mal de las vacas locas podría originarse en la médula espinal
Adiós, chuleta, adiós
Ahora resulta que la carne pegada al hueso, de fama mundial en todos los órdenes por su sabrosura, puede ser también la más peligrosa, sobre todo si se le come. Y ese peligro puede implicar que el inicio del milenio determine, por lo menos temporalmente -hablamos de años, por supuesto- que la chuleta desaparezca de las mesas. Y la costilla, claro, de una vez y por no dejar. Todo porque el comité científico de la Unión Europea ha llegado a la conclusión de que el mal de las vacas locas podría tener su origen en el espinazo de las reses. O sea que las ahora famosas encefalopatías espongiformes transmisibles viven a sus anchas en la médula espinal de las reses.
Aquí en México, en breve nos veremos obligados a de saparecer la nutritiva sopa de médula y los sopecitos de tuétano, pues más vale prevenir que velar.
En España los venerantes de los famosos chuletones de Tolosa temen que tan apetitosas piezas de más de kilo y medio en porción individual se conviertan pronto en postal del siglo pasado.
Los carnívoros de corazón proponen alternativas elementales: que en la carnicería o en el rastro las costillas se desprendan adecuada y cuidadosamente del espinazo, pero los especialistas, dudosos de la capacidad de cirujanos de destazadores y carniceros, aconsejan que ya sólo se venda entrecote en todas sus variantes (lomo, arrachera, chorizo) dependiendo del restaurante o la procedencia de sus dueños o de las nostalgias o preferencias por el modo de la carne.
Estados Unidos, país bastante afecto a las paranoias y a los enemigos externos, ya ha dado las primeras muestras de alarma al poner en cuarentena mil reses -todavía una cifra insignificante, y mucho más comparada con las arreadas en cualquier película de vaqueros de las de antes- que se encuentran en Austin, Texas. Los animales serán examinados por especialistas de Washington porque es posible que en esas manipulaciones genéticas tan de moda hubieran sido alimentados con fragmentos de huesos de reses europeas.
En realidad, el mal de las vacas locas que trae locas a las autoridades sanitarias europeas desde principios de los noventa no ha llegado todavía a América, pero con eso del mercado global nadie sabe qué pueda suceder por estas tierras.
Con un poco más de 80 humanos muertos por la enfermedad, la mayoría en Gran Bretaña, la crisis parece que se extiende por Europa, donde está bajando notablemente el consumo de carne, principalmente en Inglaterra, Francia, Alemania y España. Recientemente en Baviera fueron sacrificadas mil reses del mismo hato porque se descubrió el mal en una de ellas.
Así que por lo pronto la mejor solución para combatir tanto el mal como la paranoia es comer entrecote y bistecs. Y ya nada de guardar los huesitos para el perro, porque corre peligro. de la redaccion