MARTES Ť 30 Ť ENERO Ť 2001

Jose Antonio Revah Lacouture

Para construir un proyecto de ciudad: el consenso

Apesar de la importancia le damos a nuestra vivienda como reducto familiar, patrimonial, de seguridad, desde 1985 el tema no había vuelto a estar en la agenda de la discusión publica de la ciudad y para la agenda política el tema tampoco resultaba importante. Era visto como un mal necesario que debía atenderse sólo en los decimonónicos foros de consulta popular, y como mero requisito al haber ingresado en 1982 a la Constitución.

Quien más se acercó al tema de la vivienda desde la perspectiva política, con un proyecto definido, fue Manuel Camacho Solís. El entonces Regente vio, a partir de los sismos del 85, en las organizaciones de vivienda y sus líderes una alternativa de representación "real" de la sociedad, en oposición a la forma de gobernar y administrar el poder del PRI; su idea se materializaría varios años después en la propuesta para la integración de la Asamblea de Representantes. A partir de entonces, los líderes de las organizaciones populares relacionadas con la vivienda que han pasado por Donceles no son pocos, inclusive, desde 1997, ocupan puestos importantes en el gobierno de la ciudad.

A pesar de los antecedentes viviendistas de Manuel Camacho y Manuel Aguilera, (RHP y FASE II), es Andrés Manuel López Obrador quien habla de la vivienda desde una visión y conceptualización de primer orden. El jefe de Gobierno ha hecho un pronunciamiento concreto para asignar a la vivienda un presupuesto de 2,200 millones de pesos, con los que se pretenden construir o comprar a promotores privados, 10 mil viviendas nuevas que se van a edificar en la ciudad central, además de otorgar recursos (Ƒcréditos?) para 15 mil ampliaciones o mejoramientos en 12 delegaciones de la ciudad intermedia y periférica, destinados a personas que, por su bajo ingreso, no son sujetos de crédito de instituciones financieras.

Hoy, nos guste o no, fundamentada o no, hay una propuesta concreta del dónde (cuatro delegaciones), del qué (vivienda), de cuántas (25 mil) y el cómo (certificado único) y dónde (cuatro delegaciones centrales). El problema es saber si en esto hay consenso y legalidad, y pareciera que hay evidencias de graves y profundas discrepancias entre los actores que van, desde las organizaciones sociales más radicales del Movimiento Urbano Popular como el Frente Francisco Villa, hasta la mayoría de las empresas privadas agrupadas en Promotores Industriales de Vivienda A.C. (PROVIVAC) o la Asociación de Desarrolladores Inmobiliarios (ADI), mismas que, en conjunto, cuentan con importantes cantidades de suelo adquirido (antes del bando) destinados originariamente a la construcción de vivienda popular, espacios que en teoría hoy han pasado a valer "cero pesos".

De cualquier forma, e independientemente de cómo se resuelvan estos problemas, haber puesto a la vivienda en la agenda de la discusión pública y en un lugar preponderante que nunca había tenido en el presupuesto de la ciudad tiene un gran valor, ya que, finalmente, cuando hablamos de la construcción de vivienda, nos referimos a la urbanización de su entorno, (es decir: del agua, del drenaje, del medio ambiente, del transporte, de las vialidades, del empleo de créditos, de los ingresos, de la convivencia, o incluso de la seguridad); por lo que pareciera que han sido derrotadas aquellas visiones que le apostaban a detener la construcción de la ciudad por argumentos como: que ya no hay agua, o que somos muchos. Es momento, en cambio, de realizar nuestra propuesta de ciudad, cuál es la ciudad queremos. Éste es hoy el tema de la discusión y es un gran avance.

Toca entonces a la sociedad potenciar a través del análisis, la crítica, la discusión y las propuestas, el tema de la vivienda con objeto de que tenga viabilidad y pueda integrarse a la construcción de un proyecto de ciudad que continúa sin existir y que hoy, con un nuevo gobierno, intenta proponérsenos a través de la figura de "bandos" que, si bien manifiestan y sustentan una intención política, no pueden quedarse en eso, so pena de perder rápidamente el apoyo coyuntural que da cualquier victoria electoral y ser rebasado abruptamente por la terca realidad. Esta intención debe mover a la sociedad, a las propuestas y éstas ser legitimadas por el consenso de la sociedad, mismo que debe traducirse por las instituciones en normas, leyes y reglamentos. En este momento no hay nada más distante de nuestra realidad que la normatividad con la que la autoridad concede o niega discrecionalmente un sinnúmero de permisos y licencias que el Distrito Federal requiere para operar y construirse todos los días.

Pero hay una condición indispensable para empezar a construir un proyecto de ciudad; si no hay acceso a la información de lo que ésta, ha sido y es? Para democratizar esta ciudad es imprescindible socializar la información. ƑNo podrá ello ser posible?