MARTES Ť 30 Ť ENERO Ť 2001
Carlos Montemayor
Inteligencia y fuga
A distancia ya de los hechos, serenados los ánimos de policías y políticos, es conveniente hacer un señalamiento básico sobre ciertos aspectos de la fuga notable de Joaquín Guzmán Loera, más conocido en los medios como El Chapo Guzmán.
La noche del 21 de enero, cuando se había restringido en el penal de Puente Grande el acceso a visitantes y familiares, el subsecretario de Seguridad Pública, Jorge Tello Peón, habló ante representantes de los medios de comunicación sin Enrique Pérez Rodríguez, director general de Prevención y Readaptación Social de la Secretaría de Seguridad Pública.
Tello Peón explicó esa noche que "no van a servir todas las rejas ni millones de pesos en sistemas de seguridad si los presos se salen por las puertas. Alguien ha dicho que el señor Guzmán no se escapó, lo sacaron... y tienen razón, es un proceso de deterioro muy complejo".
Enseguida explicó que las autoridades de diferentes niveles en el país estaban haciendo todo lo posible por recapturar a Joaquín Guzmán Loera, y leyó además un comunicado para solicitar la colaboración de toda la ciudadanía para localizar al fugitivo.
En esos momentos podíamos pensar que la aparente respuesta gubernamental era inmediata. Pero no fue así. Pudimos haber parafraseado también sus palabras de esa aparente respuesta: no iban a servir todos los retenes ni los millares de efectivos de la Policía Federal Preventiva para recapturar a El Chapo Guzmán, puesto que ya se encontraba fuera del país. No olvidemos esta simple razón: el método para recapturar a El Chapo no es el que difundieron las autoridades federales, no es el despliegue de millares de policías levantando piedras, camas o cobijas; abriendo cajuelas de automóviles ni instalando retenes en carreteras. Esta estrategia era una farsa, un muy mal diseño de libreto teatral o televisivo. Tanto la captura como la recaptura de individuos así, son resultado solamente de labores de inteligencia. No sólo eso, también es resultado de labores de inteligencia su conservación en prisión.
Los monitoreos constantes y diversificados de visitas actuales y de antiguos contactos van suministrando información útil en diversos aspectos de análisis; tal información sirve para sujetar no solamente a un capo o dos, sino para seguir desmantelando bandas enteras o recompuestas. Es absurdo suponer que con el encarcelamiento de un reo de esta importancia deba suspenderse la investigación y el monitoreo de sus contactos.
Fue grave la simulación de la recaptura mediante el despliegue de millares o centenares de policías distribuidos por diversas regiones y la petición de ayuda a la ciudadanía para la localización de El Chapo Guzmán. Fue grave porque las autoridades sabían que El Chapo no se encontraba ya en territorio nacional. Fue grave por haber provenido del señor Tello Peón, que ha estado los últimos 18 años en los mandos superiores de los programas de seguridad nacional y de inteligencia del país. Un funcionario público así, con esa larga experiencia en el Centro de Inteligencia y Seguridad Nacional (Cisen) y en la Secretaría de Gobernación, sabe que la exposición sobre la fuga de El Chapo fue una verdad de Perogrullo, apenas comparable con el descubrimiento del agua tibia. Sabe también que el despliegue de policías para recapturarlo es sólo una farsa. Si su experiencia institucional de 18 años sólo está puesta al servicio del gobierno de Vicente Fox para los tinglados teatrales, mala señal para los proyectos de Seguridad Nacional y Seguridad Pública. Mala señal para los proyectos de cambio en los próximos seis años.