LUNES Ť 29 Ť ENERO Ť 2001

CIUDAD PERDIDA

Miguel Angel Velázquez

Ť La gobernabilidad en el DF

Ť Los propósitos del salinismo

Está semana será decisiva para el gobierno de la ciudad de México. La agenda, por demás problemática, marca serios escollos para la gobernabilidad de la capital del país.

LA ENCUESTA encargada por Andrés Manuel López Obrador y la consulta de la Asamblea Legislativa, las dos sobre la el uso de la vía pública para manifestaciones, tendrá efectos inmediatos sobre quienes habitamos el Distrito Federal.

SERA DIFICIL encontrar, en cualesquiera de las dos fórmulas, el entorno de justicia que debería normar el criterio gubernamental. Nadie que no tenga graves problemas y nulas posibilidades de solución sale a la calle a hacer públicos sus reclamos y nadie seguramente piensa en tener semejantes problemas.

ES DECIR, para cualquiera que no necesite la calle, las manifestaciones y plantones deberán desaparecer porque, insisto, son muy pocas las personas seguras de que en el futuro inmediato tendrán que salir de sus casas para presionar a la autoridad por cualquier causa que les parezca justa.

ES CIERTO, el método ha sufrido el abuso de organizaciones corporativas desde donde se lucha por la sobrevivencia de los líderes corruptos o bien de organizaciones políticas en agonía. Quién no recuerda a los integrantes de Antorcha Campesina, un corporativo priísta, manifestándose en el Zócalo, por ejemplo.

Y COMO esa se pueden contar bastantes. Gotas, si así se quiere ver, que derramaron el vaso, pero esto no debe o no debería cegar a la autoridad que bien sabe de la necesidad de la gente por hacerse escuchar, por plantear sus problemas.

EL MEJOR remedio, entonces, es hacer posible a quienes demandan ser escuchados de la instancia, del conducto por donde puedan transitar hacia la solución de sus problemas. Comprometer al gobierno federal y al local para atender las peticiones serias y responsables de la población es y será una parte de la labor de ambos, ir a otro escenario parece esquivar la responsabilidad de quienes fueron electos por muchos que han manifestado sus angustias y sus desacuerdos con el gobierno en las calles.

NADIE, NINGUNA ley, podría evitar en términos reales que la gente tome la vía pública si el gobierno federal o el local ignora sus necesidades, más bien el reglamentar las marchas sería tanto como pedir permiso para hacer uso de la represión y eso no parece ser bueno ni sano para nadie.

ESE SERA uno de los temas, una de las preocupaciones, la otra pone en juego la autoridad, es decir el peso del ejercicio del poder por quienes representan la voluntad popular. El poder, se ha dicho hasta el cansancio, no se comparte.

ME REFIERO desde luego al caso Stanley. Si antes del jueves o el jueves mismo el GDF no interpone una apelación a las decisiones del juez 55, se habrá creado otro poder informal en la ciudad, un poder que emana de transacciones poco claras y de corrientes políticas supuestamente derrotadas.

LAS VOCES más críticas, incluyendo a las formales, provienen de una sola manera de pensar, de una sola idea de país, esa a la que se le ha dado en llamar salinismo. La misma que ahora propone humillar, poner de rodillas al poder formal, al Gobierno del DF, para cerrar de una vez por todas el peligro de la izquierda en el gobierno.

EL CASO Stanley ha rebotado por muchas partes y casi por todas ha causado daños inmensos, irreparables. Tan graves como el desenmascarar a los supuestos buenos para mirar su rictus caprichoso e interesado a plena luz de los hechos.

EN EL gran pantano que abrió el caso se ensuciaron todos los plumajes, se menoscabaron las autoridades, las instituciones y ahora también se pone en entredicho, en duda, quién manda en la capital del país. Si el gobierno capitalino ignora los hechos y no profundiza en las investigaciones que ya tenían destino, la gente entenderá quién normará los destinos de la gente que vive aquí.

ASI PUES el dilema del Gobierno del Distrito Federal está, cuando menos la próxima semana, en construir el camino por donde deberá transitar durante los próximos años. Nada fácil porque en el ejercicio de lo justo la batalla contra los poderosos será larga y dolorosa.

TAL VEZ en ningún momento el gobierno de la capital pueda estar en tanto peligro como ahora. La salida fácil está a la vista. Un simple acuerdo de no agresión podría dejar las cosas como están y hasta salvar la popularidad, eso es verdad, nadie puede dudarlo.

QUEDARIA ENTONCES una sola pregunta sin contestar, pero meramente geográfica: Ƒen dónde residirán los poderes del Distrito Federal? Ya veremos.

Aviso oportuno


Dicen por allí que nadie quiere ser el patrón de Mayito y menos aún aceptarle una invitación a comer tacos, así que se solicitan jefes para el patiño, con urgencia.

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