DOMINGO Ť 28 Ť ENERO Ť 2001

SEMANA POLITICA

EN ESTADOS UNIDOS

Ť En la Casa Blanca, los campeones de los buenos modales

Ť El nuevo inquilino, también bajo sospecha por su conducta


JIM CASON Y DAVID BROOKS
CORRESPONSALES

Washington, 27 de enero. Entraron como políticos corruptos de Arkansas y salieron como políticos corruptos de Nueva York. Acto seguido, llegan los nuevos campeones de los buenos modales y ordenan que todo tenga apariencia "se-ria" y ética para marcar el contraste con los que salieron, pero todo indica que bajo las formas y la "buena educación", poco ha cambiado en la Casa Blanca en torno al comportamiento moral de sus ocupantes.

Esta semana, una de las grandes noticias fue el acto final de salida de Bill y Hillary Clinton de la Casa Blanca. Circularon ru-mores sobre actos de vandalismo, de bromas como el robo de todas las teclas W de las computadoras (para dificultar la redacción del nombre del nuevo presidente George W. Bush), y otros detalles.

Pero lo más controvertido fueron algunas de las decisiones finales de la ex primera pareja. Primero, entre los perdones presidenciales de ultima hora emitidos por Clinton se incluyó al especulador financiero multimillonario Marc Rich, prófugo de la ley estadunidense durante casi dos décadas y quien ahora vive en Suiza. Rich fue acusado de lo que fue en su tiempo el caso más grande de evasión fiscal en la historia del país. Resulta que su ex esposa y varios de sus asociados cabildearon intensamente ante Clinton para que el presidente le otorgara un perdón presidencial, para anular así los cargos en su contra.

La ex esposa ha sido una de las donantes más generosas al partido de Clinton en los últimos dos años, y los influyentes amigos de Rich también son figuras no despreciables en el mundo del gran dinero. Clinton asintió en el último momento, y sin explicación (por ley, no tiene obligación a darla) perdonó al fugitivo millonario.

Esto provocó una tormenta de críticas dentro y fuera del círculo de Clinton, con acusaciones de que esto no fue más que un favor a cambio de dinero e influencia.

Por otro lado, Hillary Clinton y su esposo decidieron llevarse casi 200 mil dólares en regalos que habían recibido en la Casa Blanca, en gran parte muebles y otros artículos para sus dos nuevas mansiones (una en el estado de Nueva York, otra en esta ca-pital). Esto, además del contrato de 8 millones de dólares que firmó Hillary para escribir un libro sobre su vida, ha provocado acusaciones de que podría estar violando el código de conducta del Senado, además de ser una falta de juicio sobre qué imagen proyecta todo esto.

Así, el presidente más investigado de la historia, quien llegó de la gobernatura de Arkansas ya bajo sospecha debido a algunos de sus manejos de negocios (como Whitewater), vinculado a los intereses de los más ricos de ese estado (y que más tarde serían condenados por diversos actos ilegales y de corrupción), y habiendo confesado que mintió sobre su comportamiento personal, salió igualmente cuestionado.

No sólo tuvo que confesar otra vez que había mentido sobre su relación sexual con Monica Lewinsky en sus últimos días co-mo presidente, sino que además Clinton dio un traspié a su salida de la Casa Blanca al emitir decisiones que de inmediato provocaron sospecha sobre sus motivaciones y su falta de ética.

George W. Bush ocupó la Casa Blanca y entre sus primeras medidas estuvo la de in-formar a todo el personal y su nuevo equipo de trabajo que habría un cambio a fondo en las formas y modales de esta institución. Hizo que todos juraran mantener un código de conducta personal, e instruyó que todos tendrían que comportarse de manera "dig-na" y correcta. Esto incluyó un nuevo código de lo que se considera vestimenta apropiada para todo aquél que trabaje en la Casa Blanca.

Además de anunciar que había un cambio de ocupantes en la Casa Blanca y de que eran republicanos, esta maniobra tenía la intención de proyectar al país que los antiguos moradores carecían de ética personal, lo cual se manifestaba desde su for-ma de vestir hasta (aunque jamás se dijo directamente) en las indiscreciones sexuales de Clinton dentro de la Casa Blanca. Así, se declaró que los "buenos modales" y la conducta decente y correcta ahora imperarán en este lugar. O sea, se limpiaría la mancha dejada por los esposos Clinton en esa casa histórica.

El problema es que los "mal educados" de Arkansas bajo sospecha de actividades corruptas que ahora salieron de la Casa Blanca, han sido sustituidos por otro gobernador, esta vez de Texas, que llega con mu-chas interrogantes sobre su conducta personal cuando era joven, y con más de un ma-nejo dudoso de negocios, además de la re-putación de estar vinculado con algunos de los intereses más ricos de su estado.

Si esto es una competencia sobre quién ha sido el más honrado, el más honesto, el más "bien educado", entre el que se fue y el que llegó, los jueces aún no han determinado al ganador.

Los dos saben saludar, ser buenos anfitriones, hablar ante las cámaras con palabras llenas de honor, sazonadas con franqueza, e invitando a una moralidad suprema (siempre acaban con "Dios os bendiga"), pero con historias personales llenas de lo que ellos llaman "errores de juicio" y de "inmadurez"; de eso que se justifica con lo de "fallas humanas".

Entran, salen. Las formas podrán cambiar, Ƒpero el contenido?