Ť La cotidianidad y la mirada interior, temas de Versos para beber y también el vaso
Briseño presenta su primer libro de poemas
CESAR GÜEMES
Setenta y tres textos conforman el primer libro de Guillermo Briseño, Versos para beber y también el vaso, volumen realizado bajo el esfuerzo conjunto de diversos sellos editoriales encabezados por el de la Universidad Iberoamericana Golfo Centro (UIGC). Un volumen en el que la cotidianidad es el centro y la mirada interior la clave para reaprender a sentir, según lo plantea su autor.
?Es singular que el libro contenga material para beber e incluso se aluda directamente al vaso y su autor sea prácticamente un abstemio.
?Así es, no me refiero a bebidas alcohólicas en los textos. Sucede que el vaso es un personaje central a lo largo de la obra, seguramente como herencia del subconsciente más que de la razón, al tratar de pescarle el hilo a Gorostiza, que aparece en el epígrafe. La imagen que se me queda del vaso, en términos muy personales, es similar al monolito de Odisea 2001: es todo, donde estamos, lo que tenemos adentro, donde recibimos lo que sea, donde ofrecemos lo que la razón y el corazón sirva. Por eso es que los versos acabaron siendo líquidos en este libro.
?¿Con qué ánimo te decidiste a decir por escrito lo que necesitas comunicar y no hacerlo por el medio usual en ti que es la música?
?La sensación es la de entender la vida dirigiendo los ojos hacia adentro, a cierta disposición de la inteligencia que le permite a uno escaparse de sus distracciones o los conflictos propios. A veces la razón no alcanza a asimilar por qué se escapó El Chapo o por qué si retiraron cuatro retenes de los siete que solicitó el EZLN el gobierno siente que ya cumplió o por qué los noticiarios de la televisión asumen posiciones tan extrañas como las que observamos todos los días. Todas esas confusiones y distracciones en ocasiones provocan que la intuición natural que desarrollamos se parezca más a la ceguera que a la capacidad de ver. Entonces nos damos cuenta que es necesario desarrollar las sensaciones como si aprendiéramos a cerrar los ojos deliberadamente puesto que abiertos se quedan a merced de todas esas llamadas en falso de las que hablo. Creo que irse un poco más adentro permite por un lado observar con mayor profundidad y por otro distraerse menos con la atmósfera enrarecida que nos atañe.
?Si precisáramos señalar un tema central en el volumen, diríamos que es la vida cotidiana. ¿Estás de acuerdo?
?Hablo de las cosas del hombre, de sus virtudes y desgracias, del amor y el desamor, la razón y su falta. Por eso aparecen en el volumen desde los hijos hasta la mujer amada o lo odiado de la decadencia y la caída de las escalas que han constituido la agarradera para entender el papel ante los demás. Aclaro que no es un manual de comportamiento en sociedad, eso nunca me llegó a pasar por la cabeza. Insisto en llevar la mirada más adentro, porque eso empieza a crear una especie de juego en el que se combinan lo sensible con el pensamiento. Es algo que se parece más a lo que los tojolabales expresan cuando en su cosmovisión dicen, en lugar de pensar, habla mi corazón. Un poco en ese sentido van los versos líquidos de este libro, a lo mejor afectado por las lecturas, que se convierten en necesarias, después del alzamiento de las comunidades indígenas mexicanas. Uno se entera de asuntos y concepciones del mundo que no tenía existencia. Tuve que leer varias veces no sólo lo que ellos escriben, sino las aproximaciones que al asunto han hecho varios estudiosos nacionales. De repente uno se da cuenta que es preciso reorganizar la estructura personal relacionada con la capacidad de percibir. No hablo de lo físico, sino en el sentido más subjetivo y con ello nos acerquemos literalmente al aire. En las metáforas que se emplean todos los días así se manifiesta esa necesidad: ya no tiene aire, se dice de una persona con poco ánimo.
?¿Hay dos Briseños, uno músico y letrista y otro poeta?
?Es el mismo, pero en diferentes momentos. El poeta, si es que consigo ese rango, viene de las lecturas. El músico proviene de la vivencia y de la técnica. Ahora, no son opuestos sino complementarios, sus células pueden convivir perfectamente en mi concepción de lo que es la creatividad. Uno no invade al otro. Se comunican a través, me parece, de las estructuras. En ocasiones para componer música se tiene primero una letra y en ocasiones pasa a la inversa. De tal suerte que dedicarse sólo a poner una palabra con cierto sentido detrás de otra que se lo modifica y espero que lo enriquezca, también implica un trabajo de estructura, de combinación de ritmos, de ejercicio de una libertad vamos a decir lo más templada posible.
(Versos para beber y también el vaso se presenta hoy a las 20 horas en la Fonda San Angel ?San Jacinto 3?, con los comentarios de Mónica Mansour, Carlos Montemayor y Francisco Segovia.)