viernes Ť 26 Ť enero Ť 2001
 
Gilberto López y Rivas
 
Chiapas: ¿la  continuación de la guerra?
 
Las medidas de distensión militar en Chiapas realizadas por Vicente Fox han resultado, como advertimos en su momento, parte de una estrategia perversa para estigmatizar mediáticamente al EZLN como intransigente ante la opinión pública nacional e internacional. Sin sacar ni un solo soldado del estado, el jefe del Ejecutivo actual se niega además a desmantelar los más importantes campamentos castrenses solicitados por los zapatistas, retomando así la senda de Ernesto Zedillo: administrar el conflicto y empantanarse en su irrefrenable palabrería.

Condicionar la negociación a que el EZLN se desarme, exigir el diálogo previo a más retiros militares, además de que son medidas insostenibles tienen claros visos de provocación. Pedir a un ejército insurgente, cuyas causas de lucha han quedado muy claras ante el mundo entero, que se desarme para después negociar es pretender conducirlo al sacrificio.

De qué sirve que el Presidente haya enviado al Congreso de la Unión la iniciativa de ley de la Cocopa, si ya se cuestiona que los directamente afectados marchen a la sede del Poder Legislativo para presenciar y participar en la discusión de diputados y senadores.

Las actitudes paternalistas del gobierno federal, y particularmente de Vicente Fox, nos remiten a la colonia, cuando los indios eran tratados como "menores de edad". Basta con observar algunas escenas televisivas en las que Fox, a la manera de un encomendero, se dirige a mujeres indias de la tercera edad "tuteándolas" y faltándoles al respeto, para cerciorarnos de que no sólo ignora la manera de adentrarse en otros mundos de vida distintos al suyo, sino también de la poca disposición para intentar comprender las raíces más profundas de ese conflicto.

Otra expresión de esta actitud patrimonialista con la que se planea acabar con el EZLN es la política asistencial mediante la cual se inyectan recursos económicos a la zona del conflicto. Lucrar con las necesidades de la población evoca de nueva cuenta los programas de Pronasol y Progresa utilizados por el PRI para ganarse clientela electoral. La diferencia es que en Chiapas los indios no están siendo tratados como ciudadanos dignos de derechos políticos, sino como miserables cuya hambre se debe paliar para que no protesten. Desde su campaña política redujo la cuestión étnica de nuestro país al reparto de vocho, changarro y tele, lo que dejó claro que en su concepción los indios carecen de causas e ideales.

Fox sigue así, paso a paso, la estrategia política y de comunicación social diseñada en el documento Chiapas 2000, mismo que dimos a conocer en este espacio. Comparemos retrospectivamente lo que menciona dicho documento con lo que se ha venido realizando.

"Establecer un programa de acción inmediata en materia de educación, salud, bienestar social, etcétera. Que a partir del mismo día primero de diciembre empiece a realizar obras del orden social, tales como escuelas, hospitales, centros de trabajo, carreteras, comunicaciones, programas de empleo, etcétera. Tomando como base para su programación las propias peticiones y carencias de los poblados indígenas situados en la zona del conflicto que quiten banderas al EZLN, remarcando ante la opinión pública y ante los propios indígenas que este programa se establece: 'por la voluntad del Presidente de la República en respuesta a las justas peticiones de los hermanos indígenas chiapanecos' y no como resultado de la presión del EZLN o de algún otro de los grupos de poder actores en la entidad...

"Desmilitarizar la zona del conflicto devolviendo las unidades militares a sus cuarteles, sin retirarlos de la zona para mantenerlos en alerta permanente para intervenir en caso necesario y para que continúen con sus labores de inteligencia, con excepción de los puntos estratégicos... Y al mismo tiempo establecer una presencia efectiva y fuerte de elementos policiacos del orden federal en toda la zona del conflicto de manera más encubierta..."

La opinión pública debe estar atenta a que todas estas medidas de distensión pueden tener el propósito de calcular un golpe certero para desaparecer al EZLN y cobrar una factura de poderosos grupos de interés.