MIERCOLES Ť 24 Ť ENERO Ť 2001
Velázquez Arellano recibe hoy el Premio Reina Sofía
Labor científica pro infancia
KARINA AVILES
En el invierno de 1977, el sueño de Antonio Velázquez Arellano fue destruido por autoridades del sector salud. Se trataba del Programa de Prevención en Deficiencia Mental Infantil, cuyas aportaciones, empero, serán hoy reconocidas con el Premio Reina Sofía en el Palacio de la Zarzuela, en Madrid, España.
Los avances científicos logrados en la UNAM que hoy se premian -gracias a los cuales mil niños mexicanos que nacen destinados a padecer retraso al año se salvan para llevar una vida normal- tienen un largo camino en el que los reconocimientos han sido lentos. "Ha habido de todo: derrotas muy fuertes y estímulos grandes", dice el científico.
El investigador accede a una entrevista telefónica con La Jornada desde Madrid, en donde recibirá junto con los investigadores Marcela Vela, Cristina Fernández y Teresa Tusié, el Premio Reina Sofía 2000 de Investigación sobre Prevención de las Deficiencias.
La historia comienza en los 60. Velázquez Arellano, entonces estudiante de la Facultad de Medicina de la máxima casa de estudios, encontró en la bioquímica y la genética su pasión. Tal interés lo llevó a trasladarse a la Universidad de Michigan, en Estados Unidos, para estudiar una maestría en ciencias y un doctorado en genética humana.
A su regreso a México, en 1970, el joven investigador comenzó a estudiar el metabolismo en la infancia y a buscar tratamientos innovadores contra la desnutrición infantil. Conforme pasaron los años, las investigaciones se fueron enriqueciendo con la incorporación de nuevos expertos.
"Encontramos que aunque en apariencia todos los niños que padecen desnutrición son iguales, en realidad son diferentes y había que darles tratamientos individualizados". Debido a que los niños desnutridos tienen poca sangre, "comenzamos a analizar otros enfoques y en lugar de estudiar la sangre, se estudió la orina", explica.
Desde hace 28 años (1973) comenzó su lucha para que se implementara el Programa de Prevención en Deficiencia Mental Infantil mediante la práctica del tamiz neonatal, que consiste en el análisis de gotas de sangre extraídas del cordón umbilical o del talón del recién nacido, para detectar alteraciones del metabolismo antes de que se presenten síntomas clínicos y deriven en daño cerebral irreversible. Así, lograba un importante avance para la salud de los niños mexicanos: prevenir el retraso mental infantil a causa del hipotiroidismo congénito.
Para enero de 1977 llegó el golpe. "šNos destruyeron el programa!", recuerda. Sin embargo, eso no significó el fin para el investigador. "Logramos que se retomara siendo tercos. Y después nos distribuyeron los recursos de nueva cuenta".
Pero no es sino hasta la llegada de Guillermo Soberón, en 1982, a la Secretaría de Salud, cuando el programa cobra relevancia y seis años después "sale la norma técnica que lo hizo obligatorio a nivel nacional".
En 2000 logró una cobertura "de ciento por ciento" en las instituciones públicas, relata. Hoy, dice el investigador, "el mejor premio es pensar en esos niños" que pueden salvarse del retraso mental y recibir el tratamiento para que la desnutrición no deje secuelas.
El primer sentimiento al saber que recibiría el galardón fue de "sorpresa" y el segundo, "de mucha satisfacción". Esta tarde, cuando reciba de manos de la reina el reconocimiento, Velázquez Arellano invocará el pasado, cuando en 1940 se creó el Instituto de Investigaciones Biomédicas de la UNAM por gestiones de Alfonso Reyes y del entonces rector Gustavo Baz, con el "propósito de dar cabida a los científicos españoles" que venían del exilio y que ahora también es la casa de investigadores como Velázquez Arellano.
El científico manifiesta que a pesar de que aquí en México los recursos para la ciencia son limitados, se pueden lograr avances muy importantes por la calidad de los estudios que se realizan. Adelanta que de las investigaciones "realizadas por todos los que conformamos el equipo" -enfatiza con humildad esto último- surgirá un nuevo proyecto que será el primer centro de medicina genómica. Y esta vez, su sueño podría hacerse realidad "en un año y medio o dos".