MIERCOLES Ť 24 Ť ENERO Ť 2001

Ť México, el modelo principal por medio del TLC, dice The New York Times

La globalización fue "el eje" de la política exterior de EU durante el gobierno de Clinton

Ť En ocho años, el demócrata promovió más de 300 acuerdos de comercio exterior

Ť Wall Street se convirtió en "la capital de las nuevas relaciones internacionales"


JIM CASON Y DAVID BROOKS/II
CORRESPONSALES

Washington, 23 de enero. La "globalización" recibió el nombre y se convirtió en el eje de la política exterior de Estados Unidos durante los ocho años de la presidencia de Bill Clinton que concluyó el 20 de enero.

Este concepto fue, de hecho, la síntesis del intento de ese gobierno al proponer las bases para una "nueva" política internacional que ocupara el enorme hueco dejado por el fin de la guerra fría -y el legado de Clinton será que la política económica desplazó (pero no anuló) la política diplomática y militar como la expresión central de la política exterior del último superpoder.

México fue el modelo principal para consolidar esta política, tanto por medio del Tratado de Libre Comercio de América del Norte como la forma en que respondió Estados Unidos a la crisis financiera de 1995.

En la relación con México, se expresó por primera vez lo que ahora se llama la "Doctrina Clinton": la promoción internacional del modelo económico capitalista de Estados Unidos como la mejor forma de promover los cambios políticos deseados para conformar sistemas políticos con base en los "valores" y premisas estadunidenses, sintetizó recientemente el diario The New York Times.

Esto se expresó como la "promoción de democracias de libre mercado" a través del libre comercio y con ello, la integración de una "nueva comunidad internacional" en torno a este consenso. Eso es la propuesta política de lo que hoy se le llama "globalización".

La "contención"

El primer planteamiento de la política exterior del gobierno de Clinton se define en un discurso de su entonces asesor de Seguridad Nacional, Anthony Lake, en 1993. Enfrentando el desafío de formular las bases para una nueva política exterior posguerra fría -establecer los nuevos conceptos del papel de Estados Unidos en el mundo por primera vez en medio siglo-, Lake declaró el fin de la "contención" como el eje de la política exterior.

La "contención" se refiere al contexto estratégico público de la política exterior estadunidense de la guerra fría, cuyo propósito era "contener" la expansión del "comunismo" y su principal agente, la URSS.

Ahora, declaró Lake en 1993, el nuevo contexto sería el "agrandamiento" cuyo propósito era ampliar a nivel mundial los principios del supuesto triunfador de la guerra fría, el modelo de las "democracias de libre mercado". Por lo tanto, los mecanismos e instrumentos que ahora ocuparían el lugar central de la política exterior serían los económicos.

Con ello, el manejo central de la política exterior se trasladó del Departamento de Estado (y del Pentágono también) a manos del gabinete económico encabezado por el Departamento del Tesoro, pasando por los encargados de asuntos económicos en muchas de las entidades de la presidencia. Por ejemplo, durante la crisis financiera de México, el secretario del Tesoro, Robert Rubin, y su subordinado Lawrence Summers tomaron el control total de la política bilateral. Entonces, un funcionario del Departamento de Estado comentó a La Jornada que no podían ni redactar un boletín informativo sobre México sin primero conseguir autorización del Tesoro.

Durante su presidencia, Bill Clinton promovió más de 300 acuerdos de comercio exterior, la creación de la Organización Mundial de Comercio, suspendió embargos y sanciones económicas de los tiempos de la guerra fría y buscó establecer nuevas relaciones con base en principios económicos con varios países del ex bloque socialista. No todos han funcionado, pero las iniciativas con Rusia, China, y más recientemente Vietnam, por ejemplo, partieron de este enfoque.

La globalización se convirtió en el marco de referencia del debate internacional. Aunque casi siempre se hablaba de esto en términos de la promoción del libre comercio, en verdad el núcleo de la política tenía que ver con acuerdos de inversión extranjera, con nuevas reglas para liberar el flujo de inversiones y de la especulación. De hecho, se reconoció que el capital financiero, más que el industrial o el involucrado en el movimiento de bienes y servicios, había llegado a constituir la fuerza más poderosa en el mundo.

Washington, desplazado por Nueva York

Esto fue reconocido desde la crisis de México, y posteriormente en las crisis de Rusia y Asia. Ahora, Wall Street se convirtió en la capital de las nuevas relaciones internacionales y Nueva York y no Washington era a veces el destino prioritario de jefes de gobierno del mundo.

No fue por azar que el hombre que probablemente definió el legado más importante del gobierno de Clinton, su secretario del Tesoro, Robert Rubin, salió (y regresó) del sector financiero de Nueva York.

Al mismo tiempo, el gobierno de Clinton también tuvo que reconocer que la globalización no era sustentable sin buscar alguna forma de manejar sus consecuencias tanto dentro como fuera del país. La semana pasada, el actual asesor de Seguridad Nacional de Clinton, Samuel Berger, elogió lo logrado por esta presidencia en el ámbito exterior. "La integración económica avanza tanto a nuestros intereses como a nuestros valores, pero también incrementa la necesidad de aliviar las disparidades económicas", afirmó, y añadió: "durante los últimos ocho años, Estados Unidos ha encabezado la expansión más grande en el comercio mundial en la historia".

Pero Berger señaló, como lo ha hecho varias veces esta presidencia, que "tres mil millones de personas en todo el mundo aún luchan por sobrevivir con menos de dos dólares al día" y que los mercados libres y el flujo internacional de capital, por sí solos, no cerrarán esta grieta. Así advirtió que "el sistema global que crea prosperidad para los estadunidenses no es sustentable a largo plazo si miles de millones de personas deciden que no tienen ningún interés en él", y promete que cerrar esta profunda desigualdad es uno de los principales retos a futuro.

Berger concluye: "en los últimos ocho años, yo creo que el logro más fundamental del presidente Clinton es que guió a Estados Unidos a una nueva era de globalización de tal manera que no sólo mejoró nuestro poder, sino nuestra autoridad en el mundo".