miercoles Ť 24 Ť enero Ť 2001
Carlos Martínez García
Imitar a las sectas
Estigmatizadas una y otra vez por el cardenal Norberto Rivera Carrera, las sectas son puestas ahora de ejemplo por el alto clérigo para motivar a los laicos católicos a que formen grupos misioneros y vayan casa por casa completando lo que ha quedado inconcluso: la mayoría de los mexicanos "no han sido debidamente evangelizados" por la Iglesia de Roma y por lo tanto su fe "no se ha desarrollado" de manera consistente (nota de José Antonio Román, La Jornada, 12/01/01).
En el documento La misión permanente de la Iglesia local, el cardenal hace un llamado a los creyentes católicos para que imiten los métodos evangelísticos de los feligreses protestantes y paraprotestantes (mormones y testigos de Jehová). Convoca a que las visitas domiciliares para esparcir el mensaje católico se hagan continuamente. Si esto no es posible, exhorta a que por lo "menos se realicen una vez al año", de preferencia en temporadas de especial significación litúrgica o en ocasiones particularmente significativas para las comunidades particulares (fiestas patronales). Rivera Carrera reconoce que ante la fe católica subdesarrollada de la mayoría de los mexicanos, se hace necesaria una "reiniciación cristiana". Ante esta realidad que se busca revertir, el purpurado propone: "Evangelizar las culturas que conforman la ciudad capital es una tarea difícil que sólo será posible cumplir con proyectos de largo alcance que tengan consistencia y continuidad. El reto es grande: llevar el Evangelio a la realidad urbana no de una manera decorativa como un barniz superficial, sino de manera vital, en profundidad y hasta sus últimas raíces".
Si por llamados de la jerarquía católica dependiera, el catolicismo mexicano tendría una gran vitalidad. Pero la cuestión del enraizamiento de una fe religiosa, y la compulsión por participar en su expansión no depende de exhortos, sino de un proceso mucho más complejo. En tal proceso el creyente es el principal sujeto involucrado, y ahí está el problema para la fe católica centrada en las autoridades eclesiásticas. El modelo de gobierno centralizado, que se ha fortalecido bajo el papado de Juan Pablo II, es una de las principales causas de que los laicos católicos tengan acotado el espacio en el que pueden contribuir a la difusión de la fe en que fueron bautizados. Se les pide a los feligreses de la Iglesia mayoritaria que se movilicen como lo hacen los de otros credos cristianos pero no católicos, sin embargo al mismo tiempo se les niegan posibilidades de tener posiciones de autoridad en el cuerpo eclesial.
Una organización que privilegia el control y administración de los bienes simbólicos de salvación por parte de un pequeño grupo de funcionarios religiosos desestimula, por decir lo menos, el involucramiento de lo que podríamos llamar la sociedad civil creyente en las tareas de proclamar una determinada propuesta religiosa. ƑNo será que el principal obstáculo para la movilización de los católicos está en la misma estructura impuesta por la burocracia de Roma, que excluye y domina autoritariamente? Así lo han considerado teólogos católicos contemporáneos, concordando con críticas históricas provenientes de filas protestantes, como Hans Küng y Leonardo Boff. Ambos arrinconados por la casta romana y sometidos a juicios inquisitoriales semejantes a los del siglo XVI, por los que supuestamente solicitó perdón Karol Wojtyla el año pasado en el documento sobre los errores de la Iglesia católica en el pasado. ƑCuántos siglos habrá que esperar para que sean reivindicados los hombres y mujeres que consideran al catolicismo romano como contrario a la catolicidad de la Iglesia, y que dan su lucha dentro de esa institución que los hostiga?
En el Distrito Federal hay casi 2 mil sacerdotes y religiosos católicos, mientras que las iglesias evangélicas sumadas superan esta cifra ya que cuentan con un mayor número de ministros. Pero además, estas últimas tienen en su haber un alto número de laicos activistas que en los lugares donde estudian, laboran e interactúan con la ciudadanía son eficaces propagadores de su credo. Esta actividad presupone por parte del difusor una alta identificación e internalización con y del mensaje que se está transmitiendo. De que ese proceso de apropiación de la fe y la consecuente movilización personal/grupal es más intenso entre evangélicos, mormones y testigos de Jehová, deja testimonio la experiencia de la población que muy probablemente se haya topado alguna vez con algún evangelista de esos grupos, pero nunca con uno católico.
El documento del cardenal Rivera puede ser leído como una confesión involuntaria del fracaso de la jerarquía católica por convencer a sus propios feligreses de esparcir su fe, y un reconocimiento de que otras confesiones sí han logrado la añorada movilización. Queda por saber si, a semejanza de los cartelitos que rechazan las visitas de las sectas, los hipotéticos evangelistas católicos se van a topar con leyendas tipo: "Este hogar es protestante (o testigo de Jehová, mormón o laico, según sea el caso) y no admite propaganda de fanáticos hijos de Guadalupe".