miercoles Ť 24 Ť enero Ť 2001

Arnoldo Kraus

Pinochet y Cavallo

ƑQué nos quiere decir Emmanuel Lévinas cuando explica que "ser humano significa vivir como si no se fuera un ser entre los seres"? Y, Ƒqué nos han dicho los Pinochet, los Cavallo, los Figueroa, los Pol Pot o los escuadrones de la muerte? La escuela del filósofo francés enseña que no somos sustituibles, que somos irremplazables y que nuestra responsabilidad hacia los otros es intransferible. Es decir, buena parte de lo que pasa, o de lo que no pasa en el entorno, depende de uno. No del azar, no del otro, no de los otros, no de las fuerzas ajenas y no del poder, sino de la mirada de uno. Agrega Lévinas: "yo no soy intercambiable, soy yo en la medida en que soy responsable". El compromiso hacia el otro es, por tanto, vínculo y obligación hacia la verdad. Las escuelas de Pinochet y Cavallo demuestran lo contrario: el valor de la palabra, el peso de la filosofía y la influencia de la ética son enjutos. Sus metas, los destrozos que han quedado sin castigo y la incorporación de porciones de la sociedad a su ideario han demostrado que la noción del otro carece de importancia.

Las matemáticas nunca han sido mi fuerte, pero no importa. Cuando Cavallo asesinaba a sus compatriotas tenía aproximadamente 25 años. Cuando Pinochet hacía lo propio tenía 60 ó 65 años. Aunque no competían entre ambos, la meta era idéntica: asesinar a todo aquel que fuese non grato. Si las cifras que proporcionan los medios son correctas, el argentino tiene 2 mil ataúdes en su currículo y el chileno, aproximadamente, 15 mil. Es probable que las diferencias se deban a las investiduras y no a la edad, pues el campo de acción de un presidente no puede compararse con el de un simple oficial de armada interesado tanto en el sadismo como en los automóviles. Lo de las matemáticas viene a cuento pues ignoro la edad exacta en que iniciaron su carrera para eliminar al otro, pero, a pesar de mi imprecisión, es evidente que se puede ser genocida a cualquier edad. Iniciarse en la escuela de matar a los 25 años es nauseabundo e inquietante. ƑQué técnica o qué tipo de entrenamiento se requiere para adiestrar a personas jóvenes en el territorio no sólo de matar, sino de hacerlo con saña y con la certeza de que los crímenes son plenamente justificados?

No hay duda que la técnica ha sido fructífera, pues los Cavallo y los Pinochet son miriada, y su labor sigue reproduciéndose por doquier (El Bosque, Acteal, sierra de Guerrero son algunas de las medallas mexicanas del sexenio pasado). Su presencia, y el fracaso de la sociedad para eliminarlos, es otra cara de la despersonalización, del mutismo y de los objetivos de esas empresas asesinas, pues los sistemas jurídicos y porciones no desdeñables de la sociedad siguen protegiendo a sus genocidas --impunidad en Argentina, evaluaciones médicas sin fin en Chile. La tristeza de la realidad es inmensa: en las últimas décadas, pocas, muy pocas oportunidades ha tenido la humanidad de enjuiciar y condenar a los miembros de esa especie. La impunidad ha favorecido su clonación. Enmudecer la verdad es incrementar la trampa del olvido.

El caso es que los torturadores y asesinos se multiplican en los cinco continentes y no ha habido fuerza que los detenga. Ni las religiones --en el caso de Pinochet incluso el Vaticano ha abogado por él-- ni las naciones ni la razón ni tribunales, como el de Nuremberg o el Russell, ni la génesis de nuevos asesinos han logrado menguar el ascenso de tan lamentable hornada. Los esfuerzos de la sociedad han sido también poco útiles, salvo cuando, sin mediar diálogo alguno, como en el caso de los esposos Ceaucescu, se procedió a ejecutarlos. El caso Pinochet ilustra el fracaso de la razón y el menosprecio de la memoria. A pesar de todo, el ejercicio de la memoria y la exaltación del otro, como la parte cimental de la comunidad, son las fuerzas con las que se cuenta.

La razón fracasó en Inglaterra. México tiene la gran oportunidad de restañarle al ser humano una pequeña porción de su condición a través de Cavallo. Su juicio ni resucitará a sus muertos ni los vivos de éstos sanarán, pero, al menos, se sentará un precedente ético que podría multiplicarse. Sepultados muchos de los valores humanos, la alteridad --el ser humano, ese otro que es uno-- podría enaltecer moral y razón y servir de argumento para condenar a tantos Cavallo como sea posible.