LOS PROBLEMAS REALES
La inseguridad es, sin duda, uno de los mayores problemas
nacionales, y para dar constancia --objetiva-- de la gravedad de esta problemática,
más vale apegarnos a las cifras disponibles.
En el periodo 1991-1998 el número de delitos denunciados
en el ámbito federal creció en un 69.7 por ciento. De acuerdo
a las proyecciones, esta tendencia alcista se mantiene a la fecha. Las
encuestas de opinión aseguran que más del 50 por ciento de
los mexicanos considera a la inseguridad y la delincuencia como el principal
problema. Los mayores índices delictivos se registran en las ciudades
fronterizas, en el Distrito Federal y Guadalajara. De acuerdo con un estudio
de la Fundación Rosenblueth, indicadores como violencia, inseguridad,
drogadicción, delincuencia y desempleo son directamente proporcionales
a los índices de pobreza. La relación entre inseguridad y
pobreza es más que evidente en la mayoría de los estados
de la República.
La cadena de hechos violentos suscitados en los últimos
días confirma la insuficiencia en los esfuerzos gubernamentales
en el combate al crimen organizado. Las estadísticas sobre la violencia
relacionada al narcotráfico son el mejor ejemplo. Entre 1993 y 1999,
tan sólo en Ciudad Juárez se registraron 196 desapariciones
vinculadas al narco. En 1999 se reportaron 600 asesinatos por el mismo
motivo en Sinaloa. El año pasado Baja California registró,
en un mes, 22 homicidios ligados a este ilícito.
Sin embargo, estas cifras --alarmantes-- no alcanzan a
reflejar el problema en su justa dimensión. Los mexicanos desconocemos
la verdadera magnitud del crimen organizado, sus vínculos con los
diferentes niveles de gobierno y sociedad, los miles de millones de dólares
que genera y, sobre todo, la red de intereses supranacionales que lo respalda.
Para darnos una idea, se estima que el monto por venta de drogas en Estados
Unidos es de 60 mil millones de dólares al año, del cual
los cárteles mexicanos obtienen una ganancia del orden de los 5
mil millones de dólares anuales. Ante este poderío económico
y de violencia, no es de sorprender que el gobernador de Sinaloa, Juan
S. Millán, se haya declarado incompetente para combatir el narcotráfico,
ni que el problema sea considerado, desde 1987, como una amenaza a la seguridad
nacional. Para colmo, mientras la cúpula de la seguridad pública
y justicia nacional se encontraban de gira, ayer se escapó con aparente
facilidad uno de los capos de mayor peso en el país.
Los problemas que debe enfrentar de inmediato el gobierno
de Vicente Fox son la inseguridad y la pobreza, cuyo vínculo converge
en la desatención del Estado a los sectores más vulnerables.
El hueco es tan grande, que los mismos capos de la droga llegan a ganarse
el respeto --y el miedo-- de la gente pobre en sus comunidades, porque
les ofrecen alternativas para salir de la miseria que el gobierno nunca
les ha brindado. El círculo es vicioso y, en cierto modo, inducido
por la grave situación económica nacional.
Estos son los problemas en los que se deben concentrar
los actos del gobierno foxista. Son las verdaderas demandas de la población.
¿Por qué la distracción en otros frentes de acción
y decisión, cuando los problemas reales de México llenan
las planas de los diarios con notas amarillas? |