Ť Presenta Rafael Aviña Una familia de tantas: Una visión del cine social en México
El cine, escaparate de los cambios sociales en nuestro país
JORGE CABALLERO
Homenajeando el título de una de las películas más representativas del cine mexicano sale el libro: Una familia de tantas: Una visión del cine social en México, del crítico e investigador Rafael Aviña; bajo la coordinación de Fernando González Domínguez y Mario Aguiñaga Ortuño.
El ejemplar muestra una visión de cómo el séptimo arte ha trasladado/representado la realidad, evolución y transformación de la familia mexicana, al melodrama cinematográfico: la rural, la clase media (cuando existía), la trabajadora, advenediza, pudiente y la miserable; junto a todos sus perdedores, héroes anónimos y su lenguaje colorido.
Del cine possilvestre a los riesgos de la modernidad
Aviña divide el texto en tres capítulos
La trilogía urbana, Los riesgos de la modernidad y Escenarios de
pobreza y redención. En el primero analiza el comienzo del cine
possilvestre de los directores Alejandro Galindo, Martín Solares
e Ismael Rodríguez. Al respecto el autor apunta: "El Indio
Fernández representaba la cara rural, el festejo y la tragedia del
campo y sus virtudes; no obstante faltaba su contraparte... Es entonces
cuando reaparece Galindo y conecta con un antihéroe (David Silva)
capaz de modelar los mil rostros de la ciudad... Una nueva mancuerna surge
como la integrada por Ismael Rodríguez y Pedro Infante, y más
tarde la formada por Germán Valdés Tin Tan y Gilberto Martínez
Solares".
La segunda parte comienza analizando los filmes que retrataron
la época, los años cincuenta, cuando el Distrito Federal
comenzaba a ser el centro neurálgico del país; una ciudad
donde se mezclaban las desventuras de Nosotros los pobres; la elegancia
rascuache de La diosa arrodillada con María Félix
y Arturo de Córdova y los seductores arrabales de las prostitutas
como lo muestra Pecadora y La sin ventura.
El texto continúa con los largometrajes que se preocuparon por el éxodo de los campesinos a la capital, donde la constante era la búsqueda de mitigar el hambre, acentuado en el diálogo, Del rancho a la televisión, donde Graciela Campos, pregunta: "¿Qué les trae por aquí?"; "Pues el hambre, Laurita", responden los caricaturizados indígenas Régulo y Madaleno. Así como la experiencia de los mojados en Estados Unidos: Pito Pérez se va de bracero, Espaldas mojadas y Soy mexicano, de acá de este lado.
El siguiente subcapítulo da cuenta de los registros fílmicos de la vida en el México nocturno con sus notables "cinturitas, padrotes, mexican gigolos, tanas, pulgas y cabareteras"; galería de personajes: Los Panchos, Dámaso Pérez Prado, Tongolele, Agustín Lara, Pedro Armendáriz y María Antonieta Pons; así como sus cabarets y lupanares: el Margo, el Tívoli, el Waikikí y el Salón México, dan cuenta de ello.
Concluye con el subcapítulo La delincuencia y la sobrevivencia de los desposeídos, documentados en El reino de los gansters, Mientras México duerme, El desalmado y Donde el círculo termina, entre otros.
Los niños, pequeña carne de cañon para los filmes
En el último capítulo, Escenarios de pobreza y redención, apunta Aviña: "Se convirtieron para el cine mexicano en su mejor estrategia para documentar las vicisitudes sociales y económicas de un país en constante cambio"; reforzando su teoría con el diálogo final de Ustedes los ricos, cuando Mimí Derba suplica a los pobres de la vecindad de Pepe el Toro: "Por favor, déjenme entrar. Estoy muy sola con todos mis millones y vengo a pedirles, por caridad, un rinconcito en su corazón". También analiza el papel de los niños que actuaban como "una suerte de pequeña carne de cañón en todo tipo de dramas y comedias urbanas y rurales"; apunta el investigador: El papelerito, Los dos pilletes, Los hijos de la calle y Los olvidados.
El ejemplar está enriquecido, constante en el trabajo de Aviña, con anclajes históricos, enormes fotos de momentos claves de algunas de las cintas y algunas frases máximas contenidas al inicio de cada capítulo y subcapítulos: "Aquel médico rural, ya no existe. En su lugar quedó un capitalino embustero, sinvergüenza, trinquetero y mordelón"; Fernando Soler sobre sí mismo en la película Maldita ciudad. O la tajante precisión que Andrea Palma le hace a Ninón Sevilla en Aventurera: "Aquí no hay jóvenes, ni viejos, sino clientes que pagan; ahora a sonreír que para eso te pago". Y la más memorable confesión del cine mexicano: "Pepe el Toro es inocente", de Jorge Arriaga en Nosotros los pobres.
Una familia de tantas: Una visión del cine social en México, es un amplio registro de los cambios sociales en nuestro país a través del cine, que da una idea de cómo se han logrado/padecido/asumido .