DOMINGO Ť 21 Ť ENERO Ť 2001
Rolando Cordera Campos
Los pasos del fisco
El debate sobre la reforma fiscal o hacendaria apenas ha empezado, pero es indispensable seguirle la pista desde su inicio. Con esta nota quisiera hacer un alcance en precisión y juicio a mi artículo del domingo pasado, "Astrología, Olimpiadas y economía política".
El sábado 13, el secretario de Salud apoyó la propuesta de aplicar el IVA a medicinas y alimentos, pero añadió que se buscaría armar un paquete de 100 medicamentos exentos del impuesto. Frenk agregó que dentro de este paquete estarían no sólo las medicinas que más usa la población pobre, sino aquellas que tienen que ver con enfermedades para "toda la vida", entre las que, así lo entiendo, estarían las destinadas a sobrevivir el sida. Habrá que seguir el examen del paquete sugerido, la opinión de la "clase médica" y de los expertos en la salud pública. Frenk es miembro destacado de esta última familia, donde ha desarrollado investigaciones con clara orientación social y podemos esperar desde ahora una ponencia interesante. El o los foros para recibirla, así como los términos de una discusión que tendrá que concluir en el Congreso de la Unión pero no reducirse a sus recintos y comisiones, deben todavía precisarse pero hay que decir que no son elementos adjetivos sino que forman parte de la sustancia del proceso de reforma.
Más que de consenso, término de usos múltiples que por eso se ha vuelto equívoco, lo que se requiere es una deliberación cuidadosa y a fondo, donde los objetivos puedan inscribirse en un eventual proyecto de nación que se desvaneció en las últimas décadas y que no encontró en la oleada reformista neoliberal una solución satisfactoria. Discrepancias habrá, pero lo que importa es que esas discrepancias sirvan para posteriores rondas de discusión sobre un tema que no concluirá este año, por más unanimidades que pueda forjar el gobierno.
El domingo 14 de enero, en el programa Séptimo Día de Denise Maerker, el secretario de Hacienda abundó sobre el tema, y dijo que la (casi) generalización del IVA debería contar con compensaciones efectivas para los grupos pobres. Sin dejar su caballito de batalla de Progresa y Procampo como los vehículos por excelencia para realizar dicha compensación, lo que no está ni con mucho resuelto, Gil Díaz añadió que habría alimentos y medicinas exentos. Cuáles y cómo administrar esa exención queda por verse.
El secretario de Hacienda explicó que la aplicación casi general del IVA tenía como propósito básico captar recursos de los grupos más favorecidos por la distribución del ingreso, cuyo consumo registra la mayor proporción dentro del consumo total. Los grupos pobres usan la mayor parte de su ingreso en alimentos y medicinas, pero el total de su consumo no se compara con el de las capas ricas quienes, sin embargo, destinan a ese consumo una proporción menor de su ingreso. Podría decirse entonces que en virtud de la reforma se alcanzarán objetivos de recaudación y de equidad, aunque no quede superado el carácter regresivo de este tipo de impuestos al consumo, en el que todos pagan lo mismo sin tomar en cuenta la disparidad distributiva. Habrá que esperar el diseño impositivo y de los mecanismos de compensación, para tener una idea cabal de sus alcances.
La idea vendedora expuesta por Gil Díaz es que habrá más recursos fiscales y no sólo eso, sino que éstos provendrán de los ingresos de los grupos favorecidos por la distribución del ingreso, quienes ahora se ven también favorecidos por la tasa cero del IVA en alimentos y medicinas. Esperemos que así sea y que, en caso de aprobarse la propuesta, pronto las arcas del erario se vean aumentadas por los impuestos de los ricos. De no ser ese el caso, estaríamos ante un fracaso mayúsculo de la ingeniería hacendaria y ante un daño adicional a la población mayoritaria que habría pagado más impuestos pero difícilmente logrado acceso a más gasto social compensatorio, dada la penuria financiera que abruma al Estado mexicano.
Por último, pero no al último. La prueba de ácido de la reforma tal y como se ha esbozado estará en el gasto público para superar la pobreza y sentar las bases de una equidad creíble, por tangible. Si hay mayores ingresos generados por los mayores impuestos al consumo básico, y si éstos se destinan a los propósitos mencionados de equidad y ciudadanía social, habremos entrado en un panorama distinto, más complejo y dinámico de nuestra vida estatal. De no poder comprobarse lo anterior en un plazo razonable, estaremos a la puerta de nuevas y graves frustraciones. De aquí la urgencia de que el gobierno explique con abundancia de detalle y claridad sobre los propósitos y los tiempos, y de que el Congreso, los partidos, la academia y los medios informativos se dispongan para jornadas intensas donde la comunicación colectiva será crucial para una deliberación productiva.