DOMINGO Ť 21 Ť ENERO Ť 2001

REPORTAJE

El factor Cavallo

¿Quién sembró al ex marino?

En su obra Política y delito, Hans M. Enzensberger dice: ''tan pronto como la criminalidad se organiza, se convierte, tendencialmente, en un Estado dentro del Estado". Agrega que la estructura de tales comunidades de delincuentes reproduce fielmente aquellas formas

de gobierno de las cuales son rivales y competidores. Así, la mafia siciliana copió la estructura de un régimen patriarcal hasta en los mínimos detalles, incluidos su forma de administración, cobro de aduanas e impuestos y jurisdicción propia

CARLOS FAZIO/ III

En México, el espíritu de facción tendió a subordinar la legitimidad del Estado y la fidelidad hacia él ?y por lo tanto a la ley, que puede ser violada?, y a suplantarla por la "adhesión" al jefe máximo, el presidente de la República, y a su partido. Se instauraron así dobles fidelidades y legitimidades, unas formales, otras reales, en las que prevalecieron las que responden a los intereses particulares de grupo. Por esa ruta, los actores buscaron obtener ventajas más allá de cualquier regla que no fuera la del propio grupo al que se pertenecía: el PRI, ya fuera en su fase populista o dinosauria-tecnocrática. El modelo priísta o presidencialista remite a una cultura de la ilegalidad que operó ?aunque sigue coleteando en el sureste? como un sistema de premios y castigos, que asume la pura forma de la corrupción y la extorsión, y que está sustentado en redes, vínculos por afinidad y grupos corporativos propios de un clientelismo corruptor, como la esencia misma de la negación de la institucionalización de un sistema político democrático.

Un modelo de funcionamiento donde la "purga" y el asesinato se convirtieron a la larga en norma, pero que estuvo regido también por recursos instrumentales, como la realización de la plusvalía en economía o el ejercicio del poder y la autoridad en política. De ese modo, el crimen llegó a convertirse en un elemento orgánico del sistema. De un sistema presidencialista autoritario que a últimas fechas estuvo asentado en un aparato organizativo frágil, atravesado por clanes clientelares que se difundieron a nivel local a través de caciques, jefes territoriales o capos que, a su vez, respondían a un "líder máximo", encaramado en la cima del partido y del poder del Estado.
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Hasta el régimen de Zedillo, el presidente de México, como "priísta número uno", mantenía los vínculos con una corte de fieles en forma inmediata y directa, destruyendo la democracia interna partidaria y efectuando una mediación entre los recolectores de los recursos periféricos y el sistema en su conjunto. El mandatario de turno ejercía su propio poder de veto y de extorsión respecto de las decisiones sobre el flujo de los recursos y los premios que de él se derivaban a sus secuaces: su círculo áulico, empresarios y políticos.

México, como Chicago

La centralidad del pasado genocida del ex director del Renave, el empresario argentino Ricardo Miguel Cavallo, seguida por la sórdida muerte del subsecretario de Comercio, Raúl Ramos Tercero, difuminan el contexto en que se produjeron y concatenaron ambos hechos. México vivía un momento de transición. Asistíamos al final de una época y principio de otra. La quiebra del viejo sistema priísta corporativo y clientelar significa un cambio histórico de signo positivo y difícil de aquilatar todavía por su cercanía. Pero la caída y sustitución del PRI por otro partido en el poder no habrá de conducir inexorablemente a la democracia. En el mundo industrializado comienzan a surgir análisis críticos y fundamentados que hablan de un desmantelamiento de las estructuras democráticas. Y si eso está ocurriendo en algunas naciones del norte, reguladas por ciertas normas de convivencia democrática, debería generar al menos dudas el discurso propagandista del poder que induce a pensar que el destino de países como México y Rusia, gobernados por bandas de ladrones, será democrático.

Más bien, la trama y los hechos que aparecen en la superficie del escándalo Renave y su contexto ?la fuga y clandestinaje del ex gobernador Mario Villanueva; la huida del ex secretario de Turismo Oscar Espinosa, ahora preso en Managua; el encarcelamiento de los generales Arturo Acosta Chaparro y Francisco Quirós Hermosillo, por sus presuntos nexos criminales con las mafias de la droga; la serie de "suicidios" de cuadros medios del sistema vinculados con actividades delincuenciales y un largo etcétera? guardan semejanza con la Chicago de los años veinte/treinta, cuando grupos de gánsteres le disputaban el poder a Al Capone.

En un sistema mafioso hay un patrón de conducta clásico. Por lo general, los atentados siempre son individuales. Se trata de ejecuciones brutales de personas, detonadas por negocios. Igual viene ocurriendo en los últimos años en México. En el fondo de los crímenes de Estado que segaron las vidas del cardenal Posadas, de Luis Donaldo Colosio y José Francisco Ruiz Massieu se esconden microsolidaridades de grupos de poder con un pie en las empresas y otro en la política.

Pero también, las disputas entre bandas y grupos de interés en el marco de una economía violenta son propias de un fin de régimen. El cambio de personas en la Presidencia y la recomposición de las relaciones de fuerza entre partidos suponen un recambio de las alianzas y pactos secretos del poder, que en cierto modo debería producir una ruptura. Sin embargo, los primeros signos de la continuidad del régimen están a la vista y existen indicios de que el presidente Vicente Fox tuvo que pactar con algunos de los viejos clanes, mafias y familias priístas, como una vía de supervivencia de su gobierno.

Según diversas versiones aparecidas en los medios, y más allá de las alianzas con las que pudo haber llegado a Los Pinos el nuevo elenco gobernante, la disputa de poder en torno del caso Renave involucra al menos a tres miembros del ex gabinete zedillista: al ex titular de la Secofi Herminio Blanco; al ex secretario de Gobernación Diódoro Carrasco, y a quien se encargaba de la Contraloría, Arsenio Farell. Y llega por elevación a quien era el jefe de todos: Ernesto Zedillo. En un futuro tal vez no lejano, a ellos también los puede alcanzar la faida o el derecho de venganza.

De acuerdo con Farell, el problema no estuvo en la licitación sino en los procederes de la empresa Talsud, que colocó a Cavallo como director del Renave. Fue como poner a la Iglesia en manos de Lutero: darle a un experto falsificador, ladrón de autos y terrorista, la administración y vigilancia de un sistema que aglutina el archivo total del parque vehicular del país (15 millones de autos), con los datos personales y de la vivienda de sus propietarios, era facilitarle la tarea a un criminal que amasó un capital durante la "guerra sucia" en Argentina, secuestrando personas y quedándose con sus propiedades, para luego montar una industria dedicada a brindar "seguridad".

Pero, ¿quién delató a Cavallo y por qué? ¿De dónde salió la información sobre su pasado criminal? ¿Quiénes montaron el operativo para su detención en Cancún, que fue cronometrado de manera milimétrica con la aparición de la denuncia en el diario Reforma? ¿Quién le proporcionó las fotos al periódico, que fueron analizadas por un perito y permitieron la  identificación de Cavallo por ex prisioneros argentinos de la Esma? Las respuestas a estas preguntas sólo pueden llevar a los servicios de inteligencia. Por lo menos a dos servicios: uno en Argentina y otro en México, que coordinaron la operación a través de Interpol.

La trama conduce sin duda al jefe de Interpol-México, Juan Miguel Ponce Edmonson, cuyos hombres detuvieron a Sérpico en Cancún. El mismo Ponce cuyo padre, según el periodista Miguel Bonasso de Página 12, fue amigo de un connotado ex presidente argentino que había estado exiliado en Paraguay, Panamá y Venezuela: Juan Domingo Perón. El mismo Ponce que ?dice Bonasso? conocería años después a otros exiliados de las pampas que buscaron refugio en México.

Según Ponce, sus hombres detuvieron de manera provisional o "cautelar" a Cavallo, ante la "denuncia pública" aparecida en un diario. Sin embargo, otras versiones indicaron que detrás de la detención de Cavallo "se encuentra un feroz pleito dentro del gabinete zedillista". Que el objetivo principal de la "filtración periodística" que llevó al ajusticiamiento del Renave, no era la denuncia de Cavallo sino un cobro de "facturas" al secretario de Comercio, Herminio Blanco. Que Blanco generó "resentimientos" entre sus colegas de gabinete cuando mediante cabildeos logró que el presidente Zedillo lo apoyara para que se consesionara al sector privado el Renave. Que la Secretaría de Gobernación de Diódoro Carrasco y la Procuraduría General de la República de Jorge Madrazo se oponían a la privatización del registro vehicular por razones de "seguridad nacional".