FIN DE LA ADMINISTRACION CLINTON
William
Clinton logró hacer de Estados Unidos el país más
poderoso de mundo, dejando atrás a las grandes potencias europeas
que en el siglo XX se disputaron la hegemonía en dos guerras mundiales.
Heredó un país que ya no peleaba la supremacía con
la ex Unión Soviética. La bipolaridad Este-Oeste culminó
con la caída del bloque comunista a finales de los ochenta, y desde
1992 Clinton supo dirigir el rumbo de su país, y el consecuente
establecimiento de un nuevo orden mundial --hoy vigente-- cuyo eje rector
es la economía.
Su paso por la presidencia será recordado por sus
escándalos sexuales, pero también por haber sentado las bases
de un vigoroso crecimiento de la economía estadunidense, sin precedente
en la historia mundial. Será recordado por haber implementado una
"guerra humanitaria" en Yugoslavia, ignorando por completo las facultades
del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, pero también pasará
a la historia como un incansable mediador del conflicto en Medio Oriente,
que incluso le mereció expresiones de agradecimiento del propio
líder palestino Yasser Arafat.
Clinton fue un presidente que se supo ganar a la gente.
Siempre tuvo el gesto indicado en el momento correcto. Maestro de la oratoria
política, del manejo corporal ante las cámaras, de las sonrisas
y las miradas fijas y amables, Clinton termina su mandato con los más
altos niveles de popularidad en su país. A pesar de sus debilidades,
supo mantener el respaldo de una sociedad puritana y conservadora que goza
de linchar las faltas a la moral, sobre todo cuando se trata de un funcionario
público de ese nivel. Ante el insaciable ataque de sus enemigos
que hicieron del famoso sexgate una telenovela de Estado, Clinton logró
demostrar que más allá de la vida íntima de cualquier
presidente, están los hechos de gobierno y con estos habló.
Hoy no hay país en el mundo que pueda competir
contra el poderío económico y militar de Estados Unidos.
Los estadunidenses se saben pobladores del país más rico
y poderoso, y mucho se lo deben a Clinton. Lo respetan bien, no obstante
reconocen que no cumplió cabalmente con las promesas que hizo desde
su primera campaña presidencial para solucionar las deficiencias
en diversos rubros sociales como cobertura médica, prestaciones
y seguridad laboral, el crecimiento de la brecha entre ricos y pobres;
en fin, todos esos problemas de injusticia social generados por la economía
de libre mercado que heredó de sus predecesores Reagan y Bush. Clinton
dio continuidad a este modelo, lo fortaleció, pero no resolvió
estas demandas sociales.
Siempre fiel al libre flujo de capitales, a la globalización,
Clinton ha reconocido en diversos foros multinacionales la principal consecuencia
del modelo económico que él mismo ha impulsado: el incremento
desmedido de la pobreza en el mundo, haciendo del tema una cuestión
primordial en la agenda de las grandes cumbres internacionales.
Bill Clinton ha sido uno de los mejores presidentes que
ha tenido Estados Unidos en la segunda mitad del siglo XX. Mucho se lo
debe a Hillary Clinton, primera dama ambiciosa, creativa y con singular
sensibilidad política, que incluso tuvo un protagonismo que no se
había visto desde tiempos de Heleanor Roosevelt. Hillary Clinton,
a diferencia de Jacky Kennedy, no hizo carrera política tras la
desgracia presidencial. Se inició en la política antes de
que Clinton fuera presidente, y hoy se mantiene en la escena como senadora
por Nueva York.
A partir de ahora, William Clinton, quien no podrá
ejercer la abogacía en cinco años por haber cometido perjurio,
jugará golf, tocará el saxofón y dará conferencias
a por lo menos 100 mil dólares por dos horas.
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