SABADO Ť 20 Ť ENERO Ť 2001

San José de Gracia, sepultado en agua y víctima de estiaje


Una cruel paradoja


ROSA ELVIRA VARGAS

Este 19 de enero se cumplieron 190 años de que Miguel Hidalgo, tras su derrota en Puente de Calderón, se refugió en San José de Gracia para, desde ahí, dictar sus últimas órdenes como jefe del movimiento insurgente. Enclavado en la Sierra Fría de Aguascalientes, este pueblo tiene en ése uno de los muchos episodios históricos que han protagonizado los josefinos, pero no es mayor, por cierto, al que ellos mismos escriben desde 1926, cuando el gobierno federal los despojó de las tierras ganadas por sus ancestros en el siglo XVII.

En ese año se decidió emprender la construcción de la presa Presidente Calles como la "primera obra gubernamental de desarrollo agrario" y en beneficio del distrito de riego número uno. En una labor incesante de ingenieros protegidos por tropas del Ejército se levantó una cortina de concreto de 60 metros en un cañón angosto y profundo que comunica al terreno de la mesa alta de San José de Gracia con el valle central de Aguascalientes. Cuando la tarea concluyó y llegaron las lluvias, el vaso de la presa inundó todo el pueblo y sus tierras de cultivo.

foto- PRESA 2De un día para otro, corría 1928, San José de Gracia desapareció completamente. Todavía hoy, cuando baja el nivel del agua en la presa, aquellos que conocieron el pueblo regresan a ver dónde vivían cuando niños, "y lloran".

Los josefinos, que apenas unos años atrás habían combatido durante la Guerra Cristera al lado del gobierno federal, fueron privados en un santiamén de la posesión de un predio rústico sujeto al régimen comunal con una superficie de mil 506 hectáreas, 32 áreas y 52 centiáreas. Hoy lo reclaman.

"Cruel paradoja --escribió Jesús Gómez Serrano en su libro Apuntes para la historia de San José de Gracia-- el progreso, que no había llegado a San José bajo la forma de ferrocarriles, teléfonos o energía eléctrica, llegaba ahora revestido de proyecto grandioso, determinando la muerte del pueblo y el traslado de todos sus habitantes a otro sitio donde habría que empezar de nuevo".

Una medida así no podía ser asimilada fácilmente por los habitantes de un pueblo que existía desde 1675, año en el que un pequeño grupo de indios decidió tomar en arriendo el sitio entonces llamado de Marta. En 1682, Juan Domínguez y 11 "indios naturales y vecinos de la jurisdicción" se apersonaron ante el escribano Alonso de Navarrete y Argote para obtener de las autoridades reales el permiso correspondiente

También con la representación de los indios ahí avecindados, Joseph Gómez de Santoyo argumentó que quienes pretendían la legalización "se hallan en el trabajo de ir a oír misa" hasta la villa de Aguascalientes, y que concederles la autorización "será de utilidad, así a mis partes como a los vecinos labradores, el que en donde están dichos naturales se funde un pueblo para ocuparse como se ocupan dichas mis partes en hacer carbón".

Convencido, el fiscal de la Audiencia, Pedro de Barreda, todavía añadió una razón más en respaldo a su decisión: "tiene por muy conveniente la fundación de este pueblo en el sitio que refieren estos naturales, por ser camino de Aguascalientes a Zacatecas, donde de ordinario se hacen muchos robos, que en parte se escaparán con dicha población y será de mucho alivio a los viandantes..."

presa 1Enfrentando diversas dificultades, como la codicia de los hacendados vecinos que pretendían apoderarse de sus tierras y el agua que les regalaban los ríos Blanco y Prieto, los josefinos siguieron escribiendo su historia.

Ya en este siglo, y antes de que se construyera la presa, "San José de Gracia caminaba pacientemente, atado a la tradición como a la tierra. Su población rebasaba los 2 mil 500 habitantes, considerados los mejor instruidos de la comarca. Como sus antepasados, todos son carboneros y algunos se ocupan de la siembra únicamente para el autoconsumo; tienen un templo de regulares dimensiones y dos presas, la de la hacienda de Paredes y la del río Blanco, que abastecen de agua a los cultivos durante todo el año. Los hombres son de recio carácter y han construido un puente que lleva al otro lado del pueblo donde la música de banda no para de tocar".

A ése, uno de los testimonios que recoge un documental elaborado en 1991 por el Centro Universitario de Estudios Cinematográficos (CUEC) en San José de Gracia, se suma la evocación de una anciana que narra cómo era su pueblo antes de terminar completamente sumergido: "Había mucha fruta, muchos ojos de agua, muchas huertas, muchos riegos; muchas flores en las huertas. Había mucha amapola que ahora ya es prohibida y entonces servía para adorno".

Ante la inminencia de que se iban o se ahogaban, muchos josefinos emprendieron el éxodo. Los que tuvieron dinero partieron a Aguascalientes, a Jesús María, a San Francisco del Rincón, a Rincón de Romos y algunos hasta Torreón. Los que no, decidieron refundar San José de Gracia.

Para ello tomaron una parte de los terrenos ejidales que se les habían otorgado en 1925 y una porción de las tierras comunales que quedaron a salvo de la presa.

Nada volvió a ser igual. Expulsados de sus fértiles tierras, los josefinos nunca han podido utilizar en su provecho una sola gota de la presa Presidente Calles. "No tenemos ningún beneficio del sistema de riego. Los de Pabellón de Arteaga, como asociación civil, son los usuarios del agua, les llega rodada. Dicen que nosotros tendríamos que pagarla, pero tampoco eso nos permiten, ni bombear, porque no pertenecemos a la asociación", explica el maestro Felipe Ventura.

El, junto con Félix Rodríguez Cardona, Jesús González Quiroz, Jesús Landín Rodríguez, Domingo Alvarado González y Amalia Miranda Aguayo, representantes del comisariado de bienes comunales y del consejo de vigilancia de la comunidad de San José de Gracia, decidieron, 72 años después --el 2 de enero de este año-- interponer una demanda de amparo contra la Comisión Nacional del Agua y las secretaría de Medio Ambiente y de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación, por "la arbitraria e ilegal desposesión que el gobierno federal, por medio de la hoy extinta Comisión Nacional de Irrigación, llevó a cabo de una fracción de los terrenos propiedad de la comunidad".

--¿Por qué hasta ahora, don Felipe?

--Porque a lo largo de todo este tiempo nuestra gente escogió una bandera equivocada: se les fue en llorar y pedir cosas a los gobiernos --responde entre divertido y apenado.

Y decían: "Nos hace falta una nueva escuela; nos hace falta pavimentación", y esas cosas que es obligación de un gobierno dar. "Pero resulta que jamás hubo un decreto expropiatorio de nuestras tierras ni una indemnización. Han pasado 72 años y nunca nos pagaron renta alguna del terreno o por la venta de agua. Nosotros queremos derivar demandas, además, por daños y perjuicios y por impacto social. Entienda que al inundarse San José de Gracia se desintegró nuestro pueblo, nuestra cultura. Hoy no pasamos de ser 3 mil personas, la mayoría se fueron de aquí y sólo disponemos de puras tierras de temporal o de agostadero, que no producen casi nada."

Hoy "tenemos el mayor índice de migración a Estados Unidos de todo Aguascalientes. Aquí no hay de qué vivir. Somos un pueblo de viejos y de niños. Todos los días salen muy temprano 22 combis, 12 taxis y cuatro o cinco camiones llenos de gente que va a trabajar a Aguascalientes. El pueblo se queda solo y ellos nada más regresan a dormir".