SABADO Ť 20 Ť ENERO Ť 2001
Alberto J. Olvera
Política social, sociedad civil y gobierno de transición
El vacío más grande del gobierno foxista es la política social, si excluímos por el momento el olvido de la tan anunciada reforma del Estado. A la fecha sólo malas noticias tenemos en esta área decisiva de las políticas públicas. Una secretaria de Estado que carece de la menor calificación profesional y política, lentitud en los nombramientos en su oficina, confusión institucional, nula interlocución con las organizaciones civiles, ausencia total de ideas y proyectos. Por si esto fuera poco, las ofertas de apoyo y colaboración hechas por el grupo foxista a las ONG se han convertido en un gran vacío político, en todo caso, en un trato al estilo priísta, en donde se atiende al otro sólo para cubrir las apariencias.
La secretaria de Desarrollo Social, Josefina Vázquez Mota, no tiene, todo el mundo lo sabe, la menor idea de la política social. En su currículum no hay antecedente alguno que acredite algún conocimiento en materia de combate a la pobreza, empoderamiento de organizaciones sociales y civiles, fomento a la microempresa, atención de necesidades básicas, ni en ninguna otra dimensión de la política social. Sus declaraciones y escritos conducen a la pena ajena. Su equipo, el que se conoce hasta la fecha, no mejora este panorama. La política de apoyo a la microproducción, eje discursivo de una política social de nuevo tipo, se ha trasladado a la Secretaría de Economía, por lo cual el desarrollo social vuelve a quedar reducido a la entrega de subsidios y la puesta en práctica de programas dispersos.
Se dice que este nombramiento fue el pago de una factura política que Fox tenía con el PAN. Si este es el caso, ambas partes comparten la responsabilidad de carecer de cuadros competentes y un mínimo de sensibilidad y respeto por quienes conocen del tema y por los pobres de este país, además de una gravísima falta de ideas y proyectos en el área social. El contraste con las áreas económica y política es brutal. El PAN y Fox han colocado en una secretaría estratégica a mediocres cuadros de la extrema derecha católica, cuya única idea de la política social parece ser el fomento a la caridad cristiana y a la filantropía empresarial.
Peor aún, las iniciativas de la sociedad civil en materia de diálogo con el gobierno en el área social han caído en un vacío político. De un lado, un grupo amplio de ONG identificadas con la izquierda social y política, reunidas en una iniciativa llamada Poder Ciudadano, presentaron hace meses al propio Fox una serie de propuestas de política social, las cuales permanecen hoy en el olvido. Uno de sus dirigentes más visibles, Rogelio Gómez-Hermosillo, es hoy director del Indesol, pero ello no garantiza que tenga el espacio ni el poder para revertir la situación. De otro, un grupo de ONG, numeroso y plural, conformaron junto con el propio gobierno foxista la llamada Mesa de Diálogo de las Organizaciones de la Sociedad Civil con las Areas Social y Política del Gobierno de Transición. Este grupo desarrolló un trabajo muy profesional que concluyó con una amplia propuesta de medidas de política social. A pesar de tener en teoría una interlocución directa con el gobierno, tuvieron que moverse para conseguir, apenas la semana pasada, una primera reunión con Rodolfo Elizondo, el "coordinador de la Alianza Ciudadana", quien prometió conseguirles una entrevista con el presidente Fox.
Es sorprendente que en un país que padece una agobiante pobreza extrema, el primer gobierno de transición carezca de cuadros, proyecto e interés en la política social. Para muchos dirigentes civiles que apostaron a una alianza constructiva con el nuevo gobierno, la experiencia está resultando frustrante, pues se está confirmando que el grupo foxista carece de compromiso y voluntad políticas para combatir la pobreza. La gran popularidad del presidente Fox no va a durar más allá del corto plazo si no se acompaña de medidas creíbles, proyectos racionales y ejecución impecable de una verdadera política social. La derecha panista está demostrando que en este terreno carece del expertise, el equipo y la disposición a aprender que se requieren para definir e instrumentar auténticas políticas de Estado. Y el sector más visible de la sociedad civil, las ONG, tendrá que reconsiderar muy pronto su apuesta política. El tiempo ha llegado para que compromisos claros y políticas sociales apropiadas se establezcan.