JUEVES Ť 18 Ť ENERO Ť 2001

REPORTAJE

Ť La creación de empresas familiares es insuficiente, plantean investigadores

El modelo económico debe orientarse hacia el mercado interno y la recuperación salarial

Ť En 92-99, cada uno de 1.3 millones de micronegocios generó 0.32 trabajos asalariados

Ť Se requiere una política social que favorezca a los desprotegidos, señalan en un análisis

FABIOLA MARTINEZ

Las continuas crisis ocurridas desde los años ochenta en México han incrementado la proliferación de micronegocios individuales o familiares de bajos ingresos, la precarización del empleo y una pronunciada reducción de los ingresos reales de la población, problemática que puede agravarse en los próximos años.

Un grupo de investigadores universitarios advierte lo anterior y plantea sus conclusiones en el libro Trabajo y trabajadores en el México contemporáneo, en el que se elabora un análisis acerca de los resultados del modelo económico que se ha aplicado en el país durante los últimos 18 años.

Con base en investigaciones propias y en información oficial, Arturo Alcalde, Graciela Bensusán, Enrique de la Garza, Enrique Hernández Laos, Teresa Rendón y Carlos Salas abordan la realidad laboral del país desde la perspectiva sindical y económica, y en particular el "incremento inusitado" de empleos no asalariados, precarios o por cuenta propia.

Proliferan los micronegocios

Teresa Rendón y Carlos Salas precisan que entre 1992 y 1998 el número de micronegocios (sector en el que se sustenta parte importante de la estrategia de desarrollo del presidente Vicente Fox, al que identifica como changarros), creció a una tasa media anual de 6.9 por ciento; esto es, que en el periodo referido sumaron 1.3 millones de unidades productivas de ese tipo.

Sin embargo, por cada uno de estos changarros sólo se generaron 0.32 empleos: asalariados y familiares sin pago. "Es decir, las nuevas unidades (micronegocios) son cada vez más precarias, la mayoría de las cuales corresponde a negocios unipersonales en las actividades de servicios y compra-venta de mercancías", señalan los investigadores, tomando como base información de la Encuesta Nacional de Micronegocios.

Graciela Bensusán, una de las coordinadoras del análisis, aclara que los académicos no están en contra de que se apoye a la micro y pequeña empresa -"porque sabemos que el sector formal no tiene la capacidad para absorber al informal"-, sino a la extensión de este sector sin acompañarlo de otras medidas que redunden en seguridad social, programas de capacitación y productividad, y en educación para los trabajadores independientes y sus familias.

En el capítulo "La evolución del empleo", los investigadores Rendón y Salas, profesores de posgrado en la división de Economía de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), precisan que hasta 1999 los trabajadores no asalariados (regularmente con empleo precario) representaban el 39 por ciento de la población ocupada del país, prueba del deterioro en la calidad de los empleos que se expresa en la proliferación de actividades a muy pequeña escala, trabajo familiar sin pago, trabajo a destajo y el aumento de la población ocupada sin acceso a prestaciones.

Afirman que aun cuando la población ocupada en México ha aumentado, "el optimismo que podría surgir de los indicadores generales se desvanece al examinar las características de los nuevos puestos de trabajo".

Mercado y desequilibrios

Con base en las encuestas nacionales de empleo de 1991-1997, 1998 y 1999 -últimas disponibles para este análisis- los autores destacan que la estrategia económica de privilegiar el mercado externo "lejos de eliminar el desequilibrio en el mercado de trabajo lo ha aumentado".

Así, en el periodo referido el número de personas ocupadas sujetas a una relación salarial (definido por otros investigadores como empleo formal) disminuyó de 74 a 71 por ciento, es decir, el empleo asalariado creció a una tasa inferior que el trabajo no asalariado.

El mayor dinamismo correspondió a los trabajadores no asalariados, que carecen de prestaciones (identificados dentro del sector informal), con una tasa de crecimiento media anual de 6.3 por ciento, la más alta respecto del nivel de crecimiento de otros empleos a sueldo fijo, por destajo o por cuenta propia.

Además, esta proporción se incrementa a 7.6 por ciento en el caso particular de las mujeres.

En el periodo de referencia, con base en cifras oficiales, y de acuerdo con la tendencia constante observada hasta la actualidad, el trabajo no asalariado explica casi el 50 por ciento del incremento de la ocupación, mientras que cerca de 40 por ciento de los nuevos empleos se ha originado en unidades unipersonales o familiares de producción o distribución.

"Al lento crecimiento de puestos de trabajo asalariado se suma el deterioro en la calidad de los mismos", afirman los investigadores.

Esta situación se pone en evidencia en la disminución de prestaciones y el acceso a seguridad social. En 1997, poco más de 40 por ciento de la población ocupada carecía de prestaciones.

Hasta el año 2015, posible recuperación salarial

Como se ha difundido, desde los años setenta el poder adquisitivo de los salarios empezó a declinar; sin embargo, en la década de los noventa los grupos ocupacionales con mayor deterioro salarial fueron los vendedores o prestadores de servicios en la vía pública, los trabajadores domésticos y los conductores de transporte. En tanto, el deterioro acumulado del salario medio de cotización al Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), en el periodo 1994-99, era de 25 por ciento.

Teresa Rendón y Carlos Salas afirman que aun cuando en 1998 y 1999 se frenó la caída salarial, la posible recuperación de los niveles que existían en 1994 -anterior a la crisis económica- implicaría poco más de 15 años, siempre y cuando los salarios reales se recuperaran a razón de 2 por ciento anual.

En la pobreza, 35 millones de personas

Hernández Laos hace referencia al nivel de vida de los mexicanos, producto de las condiciones económicas antes descritas. En la actualidad, afirma el investigador, más de 35 millones de mexicanos no tienen ingresos suficientes que les permitan solventar el gasto básico en alimentación, vivienda y otros enseres menores.

Agrega que la situación por la que atraviesa el país "significa que ni aun el escenario más optimista permitiría generar empleos remunerados" para todas las personas que se incorporan a la fuerza de trabajo, y "mucho menos para reducir las condiciones de precarización del empleo que existen en la actualidad".

Ante esta situación, advierte Hernández Laos, se requiere mirar nuevamente al mercado interno a través del aumento paulatino de los salarios reales, con base en el crecimiento paralelo de la productividad laboral y total, así como de una política social que beneficie con instituciones de salud y educación a los estratos medios y bajos.

(El libro Trabajo y trabajadores en el México contemporáneo será presentado este jueves, a las 18:30 horas, en el auditorio del Centro Cultural Isidro Fabela, en la Plaza de San Jacinto, San Angel)

Los changarros sólo garantizan el aumento de la ocupación informal

Luis Lozano, profesor de la Facultad de Economía de la UNAM, quien desde los años setenta da seguimiento a la evolución de salario mínimo, alimentación y empleo de los trabajadores mexicanos, considera que la intención del gobierno actual de otorgar créditos para la generación de micros y pequeños negocios, "sólo garantiza el aumento de la ocupación informal, sin derechos ni prestaciones sociales... es como dar una aspirina para curar una enfermedad grave".

Opina que la comisión consultiva de los salarios mínimos, integrada recientemente para modificar la aplicación de este indicador, resulta una "medida propagandística", porque no se incluye una participación real de los trabajadores ni las causas que inciden en la imparable pérdida del poder adquisitivo y el nivel de vida de la población.

Destaca la necesidad de fortalecer el mercado interno y la producción agropecuaria como la única alternativa de empezar una recuperación real, porque se ha demostrado que ni el crecimiento de la economía (como el 9 por ciento registrado en el sexenio de José López Portillo) ni el aumento de la productividad de los trabajadores han sido suficientes para que los beneficios recaigan en la población ocupada.

El último reporte del Centro de Análisis Multidisciplinario (CAM) de la Facultad de Economía, coordinado por Lozano, precisa que con el minisalario (40 pesos por día) sólo es posible comprar seis de los 33 productos que integran la Canasta Alimenticia Recomendable, elaborada en coordinación con el Instituto Nacional de Nutrición Salvador Zubirán.

Otro tipo de clasificación sustentada en parámetros nacionales e internacionales es la Canasta Obrera Indispensable (COI), integrada por 35 elementos, incluidos alimentos, productos para el aseo personal y del hogar, transporte, gas y energía eléctrica, la cual hasta enero de este año tenía un costo de 176.01 pesos diarios para satisfacer las necesidades de una familia de cinco integrantes. Es decir, para adquirir la COI se necesitaría que un trabajador percibiera el equivalente a 4.4 veces el salario mínimo. FABIOLA MARTINEZ