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México, D.F. miércoles 17 de enero de 2001
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Discrepan del editorial de La Jornada sobre strip tease de jóvenes marchistas 

De Guillermo Almeyra 

Señora directora: Por favor, no hagamos de una hormiga un elefante... Un grupito de preparatorianos sin claridad política ni experiencia, desesperados porque creen que el EZLN no tiene la atención que merece, y asqueados por la moral mojigata que sienten como imposición antidemocrática, no encuentran nada mejor que el gesto pueril de desnudarse. Es una tontería que daña la imagen pública del zapatismo, revela su falta de preparación y su primitivismo político, expresa desorientación: todo lo que se quiera. Pero de ahí a escribir un editorial contra la "provocación" y hablar de "extraña provocación" en primera página hay todo un salto. Por favor, guardemos las debidas proporciones, no nos bañemos en moralina y veamos las causas más sagradas y los problemas más importantes con ojos laicos. 
 
Un abrazo 

Guillermo Almeyra 


  
De Raúl Jardón 

Señora directora: Como uno de los muchos convocantes y organizadores del acto en el auditorio del SME y de la marcha realizados el 12 de enero, me extrañó mucho el comentario editorial de nuestro querido diario acerca de esas acciones de una parte de la sociedad civil para respaldar las tres señales que demandan los compañeros del EZLN para retornar al diálogo y avanzar hacia la paz en Chiapas. 

El hecho de que en la manifestación un grupo de jóvenes haya marchado desnudo o semidesnudo no creó ninguna tensión, sino, cuando mucho, sorpresa. En todas las marchas realizadas por Chiapas se han presentado diversas formas de expresión irreverente de los jóvenes que, en esta ocasión, consistieron en mostrar sus cuerpos para burlarse de aquellos legisladores y políticos que han declarado que los compañeros zapatistas no deben ser recibidos en las cámaras si vienen con pasamontañas. 

Quiero subrayar que me extraña que La Jornada le dé connotaciones de provocación a que los jóvenes se hayan despojado de su ropa. Me permito recordar que nuestro querido periódico no juzgó así hace muchos años el desnudo colectivo de los obreros de Real del Monte (que, en su momento, fue el único diario que destacó y caracterizó como expresión de justa protesta), ni otras acciones similares rezalizadas más recientemente por taxistas y comerciantes ambulantes. 

Dice el editorial que la exposición de sus cuerpos que efectuaron chavos y chavas puede "conseguir el estremecimiento moralista" y que no respetó el estilo del movimiento indígena. Respecto a lo primero, me permito hacer notar que, con excepción de La Jornada, ningún otro diario capitalino le atribuyó tales características a la presencia de los jóvenes manifestantes sin ropa, sino que ello fue reportado en los demás periódicos simplemente como un detalle singular de la marcha. Acerca de lo segundo, me permito recordar que uno de los principios enarbolados por el zapatismo es el respeto a la diferencia, y, según creo yo, esto incluye el respeto a las formas de expresarse que tienen diversos sectores. 

Tendría cierta razón el editorial si los chavos y chavas hubieran incurrido en acciones agresivas o en consignas opuestas al contenido de la manifestación, pero no fue así, ellos marcharon ordenadamente y llegaron frente a las rejas de la Secretaría de Gobernación solamente a corear consignas y exponer sus panchartas que decían: "no tenemos nada que esconder". Si acaso, su único error fue el interrumpir brevemente la lectura del comunicado que se entregó en esa dependencia, pero ello no constituye provocación alguna. 

La Jornada siempre ha defendido la tolerancia y ha combatido la mojigatería; creo que en esta ocasión cometió un desliz al juzgar duramente a unos jóvenes partiendo del temor de que su desnudez pudiera ser utilizada como pretexto para desprestigiar al movimiento por una paz justa y digna en Chiapas. 

Un último detalle, ¿por qué la apostilla de que se trató "presumiblemente" de jóvenes del CGH?, ¿para estigmatizarlos? 
 
A título personal, Raúl Jardón, representante del FZLN en el espacio de la sociedad civil que organizó el acto del SME y la marcha del 12 de enero 


  
De los nudistas 

Señora directora: Agradecemos la publicación de la presente carta. 

Con respecto al editorial publicado el 13 de enero del 2001, quisiéramos expresar lo siguiente: 

1. Somos estudiantes de distintas universidades y escuelas del Distrito Federal, y no representamos a partido político u organización política alguna. 

2. Atendiendo el llamado del EZLN a la sociedad civil para movilizarse el día 12 de enero del 2001, a favor del cumplimiento de las tres señales para el reinicio del diálogo con el gobierno federal, decidimos participar en la marcha que nos llevó del SME a la Secretaría de Gobernación. Poco antes de llegar al destino decidimos despojarnos del peso de nuestras ropas, "amagar con la genitalia", marchar desnudos. 

3. Lo nuestro no pretendió ser una protesta ejemplar; fue tan sólo una manifestación distinta con la intención de resaltar un absurdo: el debate sobre si la comandancia debe venir con o sin pasamontañas, iniciado por el senador Fernández de Cevallos. 

4. Aceptamos la crítica. El acto que realizamos puede ser considerado carnavalesco, atrevido, estúpido; todo ello es parte de "un mundo en el que quepan muchos mundos". Lo que no aceptamos es ser tachados de provocadores. ¿Qué pusimos en riesgo? ¿Qué daño hemos causado? 

No debemos cerrarnos puertas. Las vías de manifestación pueden ser muy diversas, pues diferentes son los manifestantes. Debemos aprender a respetarnos como lo que somos: sólo elementos diversos dentro de un universo que apoya las causas zapatistas. 

5. Entendemos que la lucha zapatista no es una lucha sólo indígena, sino universal por el respeto a los derechos de todos los pueblos. Creemos que el movimiento indígena es el único que puede definir su "estilo"; si lo hemos transgredido, son ellos quienes deben señalarlo. El EZLN llamó a una manifestación plural. Respetemos ese llamado. 

P.D. La paz en Chiapas no es un asunto de prendas (sean calzones, brassieres o pasamontañas); es uno de auténtica disposición política cuyo rostro aún no se ha mostrado en 45 días de "Nuevo Gobierno" al cumplir a cuentagotas las tres señales de disposición al diálogo, pudiéndolo hacer de manera inmediata. ¿Dónde quedaron los 15 minutos? Tal vez perdidos entre todo ese montón de habladurías que da cuerpo al "espectáculo político" que sufrimos. No caigamos, como resistencia que somos, en la misma maraña. Al neoliberalismo y al conservadurismo lo debemos enfrentar juntos, con crítica y razonamientos, evitando la imposición de patrones hegemónicos al interior de una resistencia que debe abanderar su pluralidad. 
 
Los nudistas 


 
Respuesta de La Jornada 

El viernes 12 de enero, en una marcha en apoyo a las demandas del EZLN, un grupo pequeño de jóvenes con pasamontañas, se desnudo parcial o totalmente al son de la consigna "No tenemos nada que esconder". Al día siguiente. La Jornada editorializó criticando esta iniciativa. A esto responden Guillermo Almeyra, Raúl Jardón, y los propios involucrados, que llaman simplemente como los nudistas. Almeyra es contundente: "por favor, no hagamos de una hormiga un elefante". Y a continuación describe muy críticamente a la hormiga: "un grupito de preparatorianos sin claridad política ni experiencia, desesperados... (cometen) el gesto puril de desnudarse... Es una tontería que daña la imagen pública del zapatismo, revela su falta de preparación y su primitivismo político... Por lo visto las dimensiones negativas de la hormiga son espectaculares... Y concluye Almeyra su regaño solidario: "no nos bañemos en moralina y veamos las causas más sagradas y los problemas más importantes con ojos laicos". 

¿Por qué criticar el comportamiento de un grupo es "sacralizador"? ¿Qué "mirada laica" propone Almeyra para un acto que él mismo juzga tan duramente? ¿No es el "primitivisimo político" el equivalente objetivo de una provocación? En su carta, Raúl Jardón cita el tratamiento de La Jornada al desnudo de los mineros de Pachuca. Y podrían agregarse otros desnudos colectivos que han merecido el respeto informativo de este diario: los trabajadores mineros frente a la catedral de Chihuahua, los deudores de la banca, los trabajadores de limpia de Tabasco y su Full Monty en la Cámara de Diputados. Allí, el desalojo de la ropa se dio en función de luchas específicas y eso argumentaron los mineros de Pachuca. "Nos desnudamos porque el salario que recibimos sólo nos da para andar con una mano adelante y otra atrás. 

¿Pero cuáles son las razones indiscutibles de los nudistas del 12 de enero, y su lema. "No tenemos nada que esconder", precisamente cuando ocultan el rostro y en su mayor´pia mantienen el pudor de los calzoncillos? ¿Expresarse contra la moral mojigata? Eso jamás lo dijeron y por tanto es una atribución de los defensores de su acción, los mismos cuyo razonamiento iría de este modo: Los jóvenes no tienen que vestirse nada más para que el PAN no les diga encuerados. Los jóvenes tienen todo el derecho de quitarse la ropa, incluso en la intimidad, pero el señalamiento de La Jornada tiene otra intención, para nada moralista Lo ocurrido desvirtúa la campaña actual del EZLN, organización con sus expresiones propias, y cuyo "estilo", si eso preguntan los jóvenes, se ha subrayado en todas sus marchas. Al enfundarse los pasamontañas, los jóvenes no actuaban como tales, independientemente; se presentaban como zapatistas y al hacerlo se obligaban a las formas propias de este movimiento. Dicho sea de paso, es muy riesgoso el uso indiscriminado del pasamontañas en las manifestaciones de apoyo. El uso de esta prenda le corresponde a los integrantes del EZLN. 

La campaña mediática en contra del EZLN y del subcomandante Marcos es muy intensa, y ante eso ?creemos? no contribuyen en demasía los actos aislados que en sí mismos sólo expresan el desenfado que modera el ocultamiento del rostro. ¿De qué texto o pronunciamiento extrae Raúl Jardón que la "expresión irreverente" de los jóvenes consistió "en mostrar sus cuerpos para burlarse de aquellos legisladores y políticos que han declarado que los compañeros zapatistas no deben ser recibidos en la Cámara si vienen con pasamontañas?". Con todo respeto, no vemos la relación entre el rechazo al pasamontañas y el desprendimiento de la ropa. Jardón nos recuerda que un principio de los zapatistas es el respeto a la diferencia de prácticas políticas. Si los jóvenes explican previamente su happening y no llevan pasamontañas, la acción podría no haber sido "una tontería que daña la imagen pública del zapatismo" (G. Almeyra). 

Así se presta a comentarios como el del muy leído columnista Catón: "Ahora, envanecido, y engallado, el guerrillero de Internet se prepara a asestarnos de viva voz sus chabacanerías. Veremos un espectáculo del cual ya tuvimos adelanto con la ridícula manifestación de encueratrices y encuerados que a más de lesionar el buen sentido asesinaron a la estética" (Reforma, 15 de enero de 2001). 

Los nudistas, con ese sobrenombre, en su carta muy interesante, aceptan la crítica y admiten que su acto "puede ser considerado carnavalesco, atrevido, estúpido". Lo que no aceptan es el calificativo de provocadores. 

Lamentablemente, y aun considerando y agradeciendo sus buenas intenciones, por desgracia sin mensaje explícito adjunto, lo que hicieron, potenciado por las imágenes de la televisión, se aísla del conjunto de la marcha de ese día y parece tal y como se interpretó, el anuncio de lo que será la gira de los zapatistas. Preguntan los nudistas: "¿Qué ponemos en riesgo? ¿Qué daño hemos causado?". No magnificamos la importancia de su desempeño lúdico, pero mudaron de sitio el énfasis de la marcha y del mitin ante Gobernación, y provocaron la alarma, el disgusto o el choteo de muchímos cuya comprensión de las demandas indígnas también interesa. 

Es de agradecerse y ampliamente, la lucha de estos jóvenes contra el moralismo. Por esta vez, y que se entienda la posición de La Jornada, su acción nos pareció fuera de lugar. A unas semanas del viaje de los zapatistas por varias ciudades lo menos que puede pedirse del sector de la sociedad civil que los apoya es el ejercicio de la crítica y de la autocrítica previa.

 

 

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