Discrepan del editorial de La Jornada sobre
strip tease de jóvenes marchistas
De Guillermo Almeyra
Señora directora: Por favor, no hagamos
de una hormiga un elefante... Un grupito de preparatorianos sin claridad
política ni experiencia, desesperados porque creen que el EZLN no
tiene la atención que merece, y asqueados por la moral mojigata
que sienten como imposición antidemocrática, no encuentran
nada mejor que el gesto pueril de desnudarse. Es una tontería que
daña la imagen pública del zapatismo, revela su falta de
preparación y su primitivismo político, expresa desorientación:
todo lo que se quiera. Pero de ahí a escribir un editorial contra
la "provocación" y hablar de "extraña provocación"
en primera página hay todo un salto. Por favor, guardemos las debidas
proporciones, no nos bañemos en moralina y veamos las causas más
sagradas y los problemas más importantes con ojos laicos.
Un abrazo
Guillermo Almeyra
De Raúl Jardón
Señora directora: Como uno de los muchos
convocantes y organizadores del acto en el auditorio del SME y de la marcha
realizados el 12 de enero, me extrañó mucho el comentario
editorial de nuestro querido diario acerca de esas acciones de una parte
de la sociedad civil para respaldar las tres señales que demandan
los compañeros del EZLN para retornar al diálogo y avanzar
hacia la paz en Chiapas.
El hecho de que en la manifestación un grupo de
jóvenes haya marchado desnudo o semidesnudo no creó ninguna
tensión, sino, cuando mucho, sorpresa. En todas las marchas realizadas
por Chiapas se han presentado diversas formas de expresión irreverente
de los jóvenes que, en esta ocasión, consistieron en mostrar
sus cuerpos para burlarse de aquellos legisladores y políticos que
han declarado que los compañeros zapatistas no deben ser recibidos
en las cámaras si vienen con pasamontañas.
Quiero subrayar que me extraña que La Jornada
le dé connotaciones de provocación a que los jóvenes
se hayan despojado de su ropa. Me permito recordar que nuestro querido
periódico no juzgó así hace muchos años el
desnudo colectivo de los obreros de Real del Monte (que, en su momento,
fue el único diario que destacó y caracterizó como
expresión de justa protesta), ni otras acciones similares rezalizadas
más recientemente por taxistas y comerciantes ambulantes.
Dice el editorial que la exposición de sus cuerpos
que efectuaron chavos y chavas puede "conseguir el estremecimiento moralista"
y que no respetó el estilo del movimiento indígena. Respecto
a lo primero, me permito hacer notar que, con excepción de La
Jornada, ningún otro diario capitalino le atribuyó tales
características a la presencia de los jóvenes manifestantes
sin ropa, sino que ello fue reportado en los demás periódicos
simplemente como un detalle singular de la marcha. Acerca de lo segundo,
me permito recordar que uno de los principios enarbolados por el zapatismo
es el respeto a la diferencia, y, según creo yo, esto incluye el
respeto a las formas de expresarse que tienen diversos sectores.
Tendría cierta razón el editorial si los
chavos y chavas hubieran incurrido en acciones agresivas o en consignas
opuestas al contenido de la manifestación, pero no fue así,
ellos marcharon ordenadamente y llegaron frente a las rejas de la Secretaría
de Gobernación solamente a corear consignas y exponer sus panchartas
que decían: "no tenemos nada que esconder". Si acaso, su único
error fue el interrumpir brevemente la lectura del comunicado que se entregó
en esa dependencia, pero ello no constituye provocación alguna.
La Jornada siempre ha defendido la tolerancia y
ha combatido la mojigatería; creo que en esta ocasión cometió
un desliz al juzgar duramente a unos jóvenes partiendo del temor
de que su desnudez pudiera ser utilizada como pretexto para desprestigiar
al movimiento por una paz justa y digna en Chiapas.
Un último detalle, ¿por qué la apostilla
de que se trató "presumiblemente" de jóvenes del CGH?, ¿para
estigmatizarlos?
A título personal, Raúl Jardón,
representante del FZLN en el espacio de la sociedad civil que organizó
el acto del SME y la marcha del 12 de enero
De los nudistas
Señora directora: Agradecemos la publicación
de la presente carta.
Con respecto al editorial publicado el 13 de enero del
2001, quisiéramos expresar lo siguiente:
1. Somos estudiantes de distintas universidades y escuelas
del Distrito Federal, y no representamos a partido político u organización
política alguna.
2. Atendiendo el llamado del EZLN a la sociedad civil
para movilizarse el día 12 de enero del 2001, a favor del cumplimiento
de las tres señales para el reinicio del diálogo con el gobierno
federal, decidimos participar en la marcha que nos llevó del SME
a la Secretaría de Gobernación. Poco antes de llegar al destino
decidimos despojarnos del peso de nuestras ropas, "amagar con la genitalia",
marchar desnudos.
3. Lo nuestro no pretendió ser una protesta ejemplar;
fue tan sólo una manifestación distinta con la intención
de resaltar un absurdo: el debate sobre si la comandancia debe venir con
o sin pasamontañas, iniciado por el senador Fernández de
Cevallos.
4. Aceptamos la crítica. El acto que realizamos
puede ser considerado carnavalesco, atrevido, estúpido; todo ello
es parte de "un mundo en el que quepan muchos mundos". Lo que no aceptamos
es ser tachados de provocadores. ¿Qué pusimos en riesgo?
¿Qué daño hemos causado?
No debemos cerrarnos puertas. Las vías de manifestación
pueden ser muy diversas, pues diferentes son los manifestantes. Debemos
aprender a respetarnos como lo que somos: sólo elementos diversos
dentro de un universo que apoya las causas zapatistas.
5. Entendemos que la lucha zapatista no es una lucha sólo
indígena, sino universal por el respeto a los derechos de todos
los pueblos. Creemos que el movimiento indígena es el único
que puede definir su "estilo"; si lo hemos transgredido, son ellos quienes
deben señalarlo. El EZLN llamó a una manifestación
plural. Respetemos ese llamado.
P.D. La paz en Chiapas no es un asunto de prendas (sean
calzones, brassieres o pasamontañas); es uno de auténtica
disposición política cuyo rostro aún no se ha mostrado
en 45 días de "Nuevo Gobierno" al cumplir a cuentagotas las tres
señales de disposición al diálogo, pudiéndolo
hacer de manera inmediata. ¿Dónde quedaron los 15 minutos?
Tal vez perdidos entre todo ese montón de habladurías que
da cuerpo al "espectáculo político" que sufrimos. No caigamos,
como resistencia que somos, en la misma maraña. Al neoliberalismo
y al conservadurismo lo debemos enfrentar juntos, con crítica y
razonamientos, evitando la imposición de patrones hegemónicos
al interior de una resistencia que debe abanderar su pluralidad.
Los nudistas
Respuesta de La Jornada
El viernes 12 de enero, en una marcha en apoyo a las demandas
del EZLN, un grupo pequeño de jóvenes con pasamontañas,
se desnudo parcial o totalmente al son de la consigna "No tenemos nada
que esconder". Al día siguiente. La Jornada editorializó
criticando esta iniciativa. A esto responden Guillermo Almeyra, Raúl
Jardón, y los propios involucrados, que llaman simplemente como
los nudistas. Almeyra es contundente: "por favor, no hagamos de
una hormiga un elefante". Y a continuación describe muy críticamente
a la hormiga: "un grupito de preparatorianos sin claridad política
ni experiencia, desesperados... (cometen) el gesto puril de desnudarse...
Es una tontería que daña la imagen pública del zapatismo,
revela su falta de preparación y su primitivismo político...
Por lo visto las dimensiones negativas de la hormiga son espectaculares...
Y concluye Almeyra su regaño solidario: "no nos bañemos en
moralina y veamos las causas más sagradas y los problemas más
importantes con ojos laicos".
¿Por qué criticar el comportamiento de un
grupo es "sacralizador"? ¿Qué "mirada laica" propone Almeyra
para un acto que él mismo juzga tan duramente? ¿No es el
"primitivisimo político" el equivalente objetivo de una provocación?
En su carta, Raúl Jardón cita el tratamiento de La Jornada
al desnudo de los mineros de Pachuca. Y podrían agregarse otros
desnudos colectivos que han merecido el respeto informativo de este diario:
los trabajadores mineros frente a la catedral de Chihuahua, los deudores
de la banca, los trabajadores de limpia de Tabasco y su Full Monty
en la Cámara de Diputados. Allí, el desalojo de la ropa se
dio en función de luchas específicas y eso argumentaron los
mineros de Pachuca. "Nos desnudamos porque el salario que recibimos sólo
nos da para andar con una mano adelante y otra atrás.
¿Pero cuáles son las razones indiscutibles
de los nudistas del 12 de enero, y su lema. "No tenemos nada que esconder",
precisamente cuando ocultan el rostro y en su mayor´pia mantienen
el pudor de los calzoncillos? ¿Expresarse contra la moral mojigata?
Eso jamás lo dijeron y por tanto es una atribución de los
defensores de su acción, los mismos cuyo razonamiento iría
de este modo: Los jóvenes no tienen que vestirse nada más
para que el PAN no les diga encuerados. Los jóvenes tienen todo
el derecho de quitarse la ropa, incluso en la intimidad, pero el señalamiento
de La Jornada tiene otra intención, para nada moralista Lo
ocurrido desvirtúa la campaña actual del EZLN, organización
con sus expresiones propias, y cuyo "estilo", si eso preguntan los jóvenes,
se ha subrayado en todas sus marchas. Al enfundarse los pasamontañas,
los jóvenes no actuaban como tales, independientemente; se presentaban
como zapatistas y al hacerlo se obligaban a las formas propias de este
movimiento. Dicho sea de paso, es muy riesgoso el uso indiscriminado del
pasamontañas en las manifestaciones de apoyo. El uso de esta prenda
le corresponde a los integrantes del EZLN.
La campaña mediática en contra del EZLN
y del subcomandante Marcos es muy intensa, y ante eso ?creemos?
no contribuyen en demasía los actos aislados que en sí mismos
sólo expresan el desenfado que modera el ocultamiento del rostro.
¿De qué texto o pronunciamiento extrae Raúl Jardón
que la "expresión irreverente" de los jóvenes consistió
"en mostrar sus cuerpos para burlarse de aquellos legisladores y políticos
que han declarado que los compañeros zapatistas no deben ser recibidos
en la Cámara si vienen con pasamontañas?". Con todo respeto,
no vemos la relación entre el rechazo al pasamontañas y el
desprendimiento de la ropa. Jardón nos recuerda que un principio
de los zapatistas es el respeto a la diferencia de prácticas políticas.
Si los jóvenes explican previamente su happening y no llevan
pasamontañas, la acción podría no haber sido "una
tontería que daña la imagen pública del zapatismo"
(G. Almeyra).
Así se presta a comentarios como el del muy leído
columnista Catón: "Ahora, envanecido, y engallado, el guerrillero
de Internet se prepara a asestarnos de viva voz sus chabacanerías.
Veremos un espectáculo del cual ya tuvimos adelanto con la ridícula
manifestación de encueratrices y encuerados que a más de
lesionar el buen sentido asesinaron a la estética" (Reforma,
15 de enero de 2001).
Los nudistas, con ese sobrenombre, en su carta muy interesante,
aceptan la crítica y admiten que su acto "puede ser considerado
carnavalesco, atrevido, estúpido". Lo que no aceptan es el calificativo
de provocadores.
Lamentablemente, y aun considerando y agradeciendo sus
buenas intenciones, por desgracia sin mensaje explícito adjunto,
lo que hicieron, potenciado por las imágenes de la televisión,
se aísla del conjunto de la marcha de ese día y parece tal
y como se interpretó, el anuncio de lo que será la gira de
los zapatistas. Preguntan los nudistas: "¿Qué ponemos en
riesgo? ¿Qué daño hemos causado?". No magnificamos
la importancia de su desempeño lúdico, pero mudaron de sitio
el énfasis de la marcha y del mitin ante Gobernación, y provocaron
la alarma, el disgusto o el choteo de muchímos cuya comprensión
de las demandas indígnas también interesa.
Es de agradecerse y ampliamente, la lucha de estos jóvenes
contra el moralismo. Por esta vez, y que se entienda la posición
de La Jornada, su acción nos pareció fuera de lugar.
A unas semanas del viaje de los zapatistas por varias ciudades lo menos
que puede pedirse del sector de la sociedad civil que los apoya es el ejercicio
de la crítica y de la autocrítica previa. |