miercoles Ť 17 Ť enero Ť 2001

Carlos Montemayor

Fox y Chiapas

El pasado 9 de enero, el presidente Fox llegó a preguntarse qué más

se le podía pedir a su gobierno. Algo inimaginable en los

discursos: honestidad.

Honestidad en esto, que

es muy concreto: hacer público cuáles condiciones puede

cumplir y cuáles no

Se han estado encadenando con celeridad varias señales negativas en el caso de Chiapas, señales que han provenido directamente de los discursos del presidente Vicente Fox. Es posible que después de casi dos años de campaña electoral, el Presidente aún no encuentre un sano equilibrio entre la abundancia de sus declaraciones y la austeridad e insuficiencia de sus hechos.

Las declaraciones equivocadas o contradictorias del Presidente han ido restando credibilidad a las primeras medidas de su gobierno, que muchos, aunque con reservas, tomamos como positivas, incluso el subcomandante Marcos. El nombramiento de Luis H. Alvarez como comisionado para la paz, la liberación de 17 zapatistas presos, el retiro del Ejército en tres plazas, la suspensión de una parte de la rutina de trabajo del Ejército en varias zonas de Chiapas, y la apertura para que observadores extranjeros puedan penetrar en el estado, fueron señales positivas, ciertamente.

Pero no son señales positivas la interpretación y la manipulación que el Presidente y algunos de sus colaboradores cercanos están haciendo de estos hechos. Primero, se está confundiendo lo fragmentario con lo total. O mejor, se está tratando, con insistencia de campaña publicitaria, que todos los ciudadanos mexicanos creamos que una respuesta fragmentaria es en realidad una respuesta total. Esta es la señal más peligrosa. Si el Presidente quiere reanudar el diálogo con los zapatistas, escogió un pésimo camino, porque está creando más desconfianza entre el EZLN.

Tomemos en cuenta, primero, que en las condiciones planteadas por el EZLN ninguna se refirió al desmantelamiento de los grupos paramilitares. La existencia de estos grupos está documentada en investigaciones de la PGR, que fueron suficientes para que un juez federal girara las órdenes de cateo que varios agentes intentaron cumplir el 12 de noviembre del año pasado. Estos grupos están documentados también en numerosas notas periodísticas y en investigaciones del Centro Fray Bartolomé de las Casas. Mala señal que el 27 de diciembre del año pasado, el presidente Fox negara la existencia de esos grupos paramilitares y adujera que, si acaso existieron, no están visibles.

Mala señal también que el presidente Fox quiera confundir la suspensión provisional de rutinas de patrullaje, retenes o cateos, con el retiro definitivo del Ejército. No es lo mismo. Esta manipulación informativa puede confundir al ciudadano común y corriente, no a los integrantes del EZLN. Por tanto, es negativo como mensaje para reanudar un diálogo.

Mala señal, igualmente, que se nos haga creer que la liberación de 17 zapatistas es igual que la liberación de 120. No es un buen indicador para reanudar el diálogo.

Mala señal que el retiro de tropas de tres de los sitios pedidos por el EZLN quiera hacerse pasar por dos cosas que no son ciertas: primero, que ese retiro equivale al cumplimiento total del retiro de siete plazas; segundo, que la reconcentración de esos soldados en otros cuarteles del estado de Chiapas equivale a la salida de esos efectivos de los territorios del estado.

Estas señales me parecen riesgosas porque al mismo tiempo que pueden frenar de manera trágica las posibilidades de acercamiento pacífico, empiezan a crear la imagen oficial de que el EZLN es intolerante y el gobierno abierto y blanco.

Hace unos días el Presidente llegó al extremo de afirmar que le tomaba la palabra al subcomandante Marcos, sin darse cuenta, primero, que en verdad regresaba al discurso de Ernesto Zedillo; segundo, que el pedir la rendición del EZLN (que así le llama a deponer las armas y aceptar la paz) para que el gobierno cumpliera después con todas las condiciones planteadas por el EZLN, el mismo Presidente aceptaba que no había cumplido a cabalidad con esas condiciones.

El pasado 9 de enero el presidente Fox llegó a preguntarse qué más se le podía pedir a su gobierno. ƑQué más se le puede pedir a su gobierno, en verdad? Algo inimaginable en los discursos: honestidad. Honestidad en esto, que es muy concreto: hacer público cuáles condiciones puede cumplir y cuáles no. Responder públicamente a qué se puede comprometer y a qué no. Explicar por qué no puede liberarse a todos los presos zapatistas; aclarar por qué no puede retirar al Ejército de las siete plazas, o sólo de cuáles puede retirarlo. Al explicar esto, al aclarar los límites reales de las respuestas que en este momento puede dar su gobierno, el EZLN vería señales claras y tendría que evaluar su respuesta. Si en verdad le interesa reanudar el diálogo con el EZLN, el presidente Fox no puede decir que ya cumplió; tendría que decir, por vez primera, en qué medida, clara, específica, puede hoy, hoy, hoy, cumplir con las condiciones que hace varias semanas le planteó el EZLN.