MARTES Ť 16 Ť ENERO Ť 2001

REPORTAJE

Productores perderán 4.5 mil mdp en este ciclo

El Inmecafé, gran ausente de la caficultura nacional

Además de la ausencia de un ente regulatorio de la actividad, la falta de una cultura de consumo de café más la mala calidad del aromático soluble han motivado en parte la dependencia frente a los bajos precios del mercado internacional. Sólo en Europa se bebe en promedio 20 veces más que en México. En Veracruz se ha comenzado a dar los primeros pasos para poner remedio a la crisis

 ANGELICA ENCISO /II Y ULTIMA ENVIADA

Coatepec, Ver. Ni siquiera entre 1989 y 1993, cuando los precios internacionales del café cayeron hasta los 58 dólares, los productores se habían enfrentado a una crisis de ingresos y rentabilidad como la de este año. La diferencia es que entonces contaban con apoyo estatal del desaparecido Instituto Mexicano del Café (Inmecafé) que se encargaba de regular la comercialización y la producción del grano. Ahora no hay política de apoyo a la actividad.

Desde hace tres años las organizaciones de cafeticultores empezaron a hablar con insistencia de las dificultades que enfrentaba el sector y en constantes llamados a las autoridades federales demandaron la cancelación de las importaciones de café, la restructuración de la política cafetalera y la necesidad de incentivar el consumo interno para no depender del mercado externo, ya que se exporta 80 por ciento de los 5 millones de sacos de 60 kilogramos que se producen.

Las respuestas no llegaron y las dificultades se agudizaron: el mapa cafetalero coincide con el de las regiones que presentan más conflictos sociales en el país: hay migración masiva de las comunidades; la sobrevaluación del peso afecta al producto exportable, y existe sobreproducción en el mercado internacional. Así resume el Consejo Regional de Café de Coatepec el panorama del sector en el ámbito nacional.

La política cafetalera, problema de fondo

El gobierno no ha querido entender que las dificultades de la cafeticultura son problemas de seguridad nacional, señala Cirio Ruiz González, del Fondo de Aseguramiento del Consejo. Si en la actividad no hay rentabilidad y los productores no ganan, habrá problemas sociales, advierte.cafeticultores-9 Las primeras consecuencias son la migración masiva y la desnutrición entre los residentes de los pueblos.

Por ello, los productores demandaron al gobierno federal y al Congreso de la Unión que las regiones cafetaleras fueran declaradas zonas de desastre y de esa forma les llegaran apoyos urgentes. Pero aun cuando están en plena cosecha, las respuestas siguen ausentes. Ruiz González estima que en este ciclo perderán 4 mil 500 millones de pesos.

"Los programas no han servido"

En la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación y en el Consejo Mexicano del Café (CMC) faltan instrumentos que conduzcan a una cafeticultura más competitiva y rentable, además de que los recursos deben llegar a todos los productores, "se debe hacer una diferenciación entre apoyar para la subsistencia y para la productividad", señala, por su parte, Juan Carlos Villarreal, director de la Confederación Mexicana de Productores de Café (CMPC).

Se ha repartido "toneladas de dinero" al campo y el pequeño productor no ha mejorado sus condiciones; produce de tres a cinco quintales por hectárea. "Lo que esto quiere decir es que los programas no han servido", agrega en entrevista. Pero no sólo en este sector la política agropecuaria no ha funcionado, resalta, los campesinos no pueden vivir de la venta de ninguno de sus productos.

Considera que otro problema es que los apoyos se han orientado únicamente a los minifundistas y los agricultores que poseen más de cinco hectáreas han quedado fuera. "Es fundamental manejar un solo sector productor de café, debe ser una visión integral" y para dar un real impulso a la actividad se necesitan financiamientos con tasas blandas, asistencia en la comercialización y detener las importaciones de café.

En este momento la propuesta gubernamental para enfrentar la crisis es la entrega de 750 pesos por hectárea a los cafeticultores de una a cinco hectáreas, pero eso no es suficiente porque se requieren 2 mil 500 pesos y en este momento, no hasta el próximo mes, explica José González, presidente del Consejo.

Detalla que para enfrentar situaciones como esta en que el café está devaluado, desde hace tiempo demandaron el establecimiento de un fondo de contingencias, pero no se ha establecido. Confía en que ahora todas esas propuestas las adopte Javier Usabiaga Arroyo, titular de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación.

Agrega que al ver la depreciación del aromático que se vende en pergamino seco o en cereza, el consejo busca registrar una marca y así poder tener un valor agregado, porque de otra forma los productores "van a salir corriendo de los cafetales".

Los productores recuerdan con nostalgia cuando existía la paraestatal Inmecafé, que acopiaba el grano para la comercialización y de esa forma regulaba el precio. Los productores entregaban el grano y la empresa les daba anticipos a cuenta de la cosecha, explica Miguel Angel Guzmán, consejero del CMC.

El presidente Carlos Salinas de Gortari anunció en 1989 el cierre de la empresa y un año después fue liquidada. Entre 1993 y 1994 el Instituto Nacional Indigenista se hizo cargo de la atención al sector, para después dar paso a la entrada de las transnacionales AMSA, Expogranos, Cafés California y Becafisa. Esas firmas comenzaron a adquirir el grano y a argumentar que las entregas eran de mala calidad, por lo que empezaron a aplicar los diferenciales o castigos al pago del aromático mexicano, que es lo que "más nos ha perjudicado", agrega.

Consumo bajo y café soluble de mala calidad

El bajo consumo interno de café que va de los 400 gramos a los 600 gramos per cápita ?900 mil sacos del grano al año?, es un factor más que desestabiliza la actividad. "Si aquí el consumo fuera alto, no dependeríamos de las fluctuaciones de los precios en el mercado internacional, porque los productores tendrían un ingreso asegurado", señala Villarreal.

En naciones de la Unión Europea cada persona bebe en promedio 12 kilogramos de café al año, pero se trata de un aromático de buena calidad. Aquí, agrega, 80 por ciento del café que se comercializa es soluble y la calidad no está garantizada.

En esto influye que la Ley de Torrefacción, la cual regula la elaboración y venta de café tostado en grano, molido, instantáneo, granulado y pulverizado y que data de 1972, no exige que el contenido de café sea total, y tampoco es clara en torno a la calidad. La ley debe señalar que las presentaciones del aromático especifiquen en el etiquetado el contenido del producto, ya que en la elaboración del soluble se han utilizado semillas de garbanzo y habas, pero se desconoce su composición real.

"Si la gente consumiera un buen café, el mercado estaría asegurado. Pero esa costumbre no existe y por eso es tan limitado el consumo". Las empresas productoras de café soluble recurren a importaciones del aromático de países como Indonesia, donde se cultivan las plantas más corrientes.

Sólo en Veracruz, que es el segundo estado productor de café después de Chiapas, se ha lanzado el programa para impulsar el consumo del aromático. En el resto del país todo ha quedado en proyectos.

Comportamiento de los precios


En la Bolsa de Valores de Nueva York, donde se rige el comercio internacional del café, al comenzar la cosecha de 1999-2000 las cien libras costaban 130 dólares. Cuando empezó la del 2000 - 2001 apenas llegaban a los 80 dólares. En este momento la cotización esta en 64 dólares.

En las dos últimas décadas, los precios del aromático presentaron cambios drásticos. En 1981 las cien libras se cotizaban en 145 dólares en promedio y así se mantuvieron por algunos años, pero en 1987 comenzaron a descender al llegar a 123 dólares en promedio. En 1989 estaban en 107 dólares, para que en 1991 llegaran a los 89 dólares; pero lo más grave fue en 1993 cuando se ubicaron en 75 dólares.

Dos años después se dio un repunte del precio ?debido a una helada de Brasil? y se colocó en 158 dólares y la cotización más alta se dio en 1997: 198 dólares. Un año más tarde bajó a los 160 dólares y para 1999 estaba en 140 dólares. A partir de ese momento la caída ya no se revirtió, osciló entre 110 dólares y 85, pero desde septiembre pasado en que estaba en 75 dólares ha seguido a la baja.

Pero además del bajo precio, al café mexicano las transnacionales le aplican descuentos de hasta 20 dólares, ya que, argumentan, es de baja calidad y así los productores terminan por obtener sólo 44 dólares.